Mediante la
difusión que desde su página en Facebook le han dispensado a grupo y disco los
tremendos Vago Sagrado, ilustres compañeros de ruta, me entero de la existencia
de The Slow Voyage y su primogénito Time
Lapse (eyectado en octubre pasado).

Grabado en el
Estudio Lautaro (SdCh), con el concurso de Pablo Giadach durante todo el
proceso de registro, el álbum se compone de ocho canales situados en un punto
intermedio entre la psicodelia de viejo cuño (fines de los 60s) y el space rock
auroral (principios de los 70s). La rodaja no excluye otras tonalidades -bullicioso
psychgaze (¡¡¡¡!!!!) en la onda de The Brian Jonestown Massacre, stoner de
pellejo endurecido a lo Wolfmother-, pero acaso sea esa notoria predilección por
los timbres lisérgicos del período ya especificado lo que cohesiona y da nombre
a este primer esfuerzo discográfico.

Por su
singularidad, encallan en esta parte del comentario los tracks que, en una
hipotética edición vinílica del Time
Lapse; cerrarían los lados A y B. Clausura del A: “Más Allá”, la pista más
pacienciosa del disco, de una colorida melodiosidad, repleta de cálido sosiego
y voces apenas insinuadas, como en un sueño en el que flotas plácidamente,
inconsciente en la inconciencia. Telón abajo en B: “Look At Me”, casi cuatro
minutos en clave de batacazo garagero que te hacen regresar sin brusquedad -o
al menos no mucha- pero firmemente a esta realidad. “Look At Me” se grabó junto
a Jack Endino, célebre productor usamericano de grunge -el listón más alto en su
trayectoria es el Bleach (1989) de
Nirvana- que ya ha chambeado con otras agrupaciones chilenas como Adelaida y
The Ganjas.
Time Lapse esconde una sugestiva luminosidad opiácea.
Cierto que pocas son las aristas que le ayudan a ser algo más que un bastante
cumplidor ejercicio de estilo(s), pero la bipolaridad sonora de The Slow Voyage
crea una tensión atractiva, hipnótica. Si, conforme crezca, ésta conducirá a
una explosión o a una implosión, sólo podremos saberlo a futuro. El disco, por
cierto, se edita en tierras peruanas en este 2018 gracias a Necio Records,
escudería que acaba de ficharles. El tiraje, disponible desde fines de mayo
pasado, consta de 300 copias.
Geográfica y
estilísticamente, las coordenadas por donde se desenvuelve Tormenta son diferentes.
Trátase del nuevo proyecto del enorme Cristián Heyne (Shogún), quien deja en
suspenso su prolífica faceta de renombrado productor y retoma su carrera de
músico, compositor y cantante al lado de Begoña Ortúzar. La artista visual,
conocida en los círculos especializados de la capital, se ha encargado de
desarrollar el concepto artístico de los videos hasta ahora realizados para el binomio;
y no es precisamente una novata en lides sonoras -tengo entendido que el piano
estuvo muy presente en su primera formación, además de dar vida con Diego
Adrián de Adrianigual al dúo indie pop Los Terrys.
El encuentro con el ex Christianes se produce en el 2014, tras una presentación de Los Terrys en el circuito de Santiago. No tardarían mucho en entenderse en el plano estético-creativo, y ya para el 2015 Ortúzar estrena en vivo la composición “La Tempestad”, cerrando uno de los últimos directos que a la fecha ha dado Shogún (el de Sala Master). Tras dos años trabajando temas propios en la más absoluta reserva, y poco antes del debut de Begoña como solista (Siempre Estoy A Punto De Llorar, 23-25 EP se edita en la recta final del año anterior), Tormenta preludia su vida en activo con Primera Parte EP.

Aparte de poner su
voz en cuatro de los cinco cortes del extended, Begoña Ortúzar -cuyos rango y
color vocales me recuerdan a la distancia a Lourdes Liss- se encarga de todas
las cuerdas del CD. Exceptuando el violín de la extensa “3K De Aquí” (César
Gómez), son asunto suyo el omnipresente piano y los cellos ocasionales de “Sed”.
También el sintetizador, pero es ése un artefacto cuyas riendas comparte con
Cristián, al mando además del bajo, guitarras acústica y eléctrica, batería
programada y coros.
A babor y a
estribor, la pluma navega por entre esa oscuridad íntima que produce la
nostalgia de mejores días, que se alimenta de la melancolía hija de las
relaciones truncas. “No Es Un Secreto Que
Es Difícil Hacer Canciones Sin Ti/Y
No Te Das Cuenta Que Si No Escapé/Fue
Mejor Para Ti/Y Entonces, Quiero Que
Tú Me Prometas/Que No Volverás Cuando
Estés Feliz/Y Que Intentarás Buscar/Dónde Enterrar Mi Corazón”, canta serena
pero resignadamente la Ortúzar en “La Tempestad”. Otro ejemplo de la misma
sensibilidad lo ofrece “Una Promesa”: “Fue
Tan Lindo El Día En Que Nos Vimos/Pero
No Volviste Nunca Más/Me Duele Saber
Que Algo Nos Falta/Prefiero Creer Que
Ya Vendrás/Quiero Una Promesa/Que Me Ayude A Aguantar/A Vivir En Silencio/Creyendo En El Amor Igual”.
La interpretación
de Begoña para Primera Parte EP ha
sido, pues, fantástica. Sin embargo, si he de elegir una sola canción, opto por
la que entona Heyne. Con Jorge Santis de Congelador en las baquetas, “Sed” representa
mejor que ninguna otra creación del dueto ese nebuloso letargo avant pop que
preside la jornada, y que sugiere que su encarnación sonora ansía desaparecer ante
la avasalladora impronta poética de su contraparte lírica. Considero imperativo
transcribir la letra completa aquí:
Toda La Noche Morí/
De Sed, Por Ti
Si Quisieras Dañarme/
Nunca Lo Harías Tan Bien/
Como Hoy
Y Me Preguntas Si Pienso Bien Lo Que Vamos A Hacer/
Y Te Digo ‘Si Pensara Bien/
No Estaría Aquí’
He Intentado Engañarte/
En Forma De Sueños/
En Medio De Ti
Y Quedarme Adentro/
Rezando Porque Mueras/
Y Quedarme Contigo
Y Me Preguntas Si Pienso Bien Lo Que Vamos A Hacer/
Y Te Digo ‘Si Pensara Bien/
No Estaría Aquí’ ”.
La dupla ya anunció
la realización de una Segunda Parte
para el presente año, a la par de un nuevo disco solista de Begoña (Begoña Mercedes 2014-2015). Si es tan
buena como esta Primera Parte EP,
Tormenta no tardará en convertirse en otra perla de la diadema que ya ostenta
desde hace años Cristián Heyne.
Hákim de Merv