(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 21 de mayo de 2025.)
霧 Niebla es un artefacto de minutaje recortado (17 minutos y monedas), editado por Dorog Records en la quincena de enero de este año. Consta de cinco canciones, todas ellas producto de cruzas entre sonoridades como el industrial, el trip hop y sobre todo el techno; hibridajes realizados usando un enfoque experimental de abrasiva flexibilidad. O al menos ésa es la intención, manifiesta en las notas de BandCamp. El detalle es que todos esos códigos, como decía, ya han sido revisitados por Elescano usando preexistentes noms de guerre. ¿Para qué, entonces, uno más?
El único de estos lenguajes sónicos que no ha sido fagocitado anteriormente por el individualista es el mashup. Esta coartada estilística podría conferirle fisionomía a R181, si no encarnase sólo en “Latin Kraftwerk (Featuring José José)” y en “Black Star (Featuring Victoria Santa Cruz)”. Mientras que el primero cuaja en un techno de sabor latinoide, muestreando a capella la voz del dipsómano número 1 del México cebollón, el segundo se sirve de la voz de la cantante afroperuana para dar curso a una extraña pieza dub carente de ritmo mas no de compás, hasta que traspuesto el minuto y cuarenta segundos muta en un round de tech house.
¿Entonces? No encuentro una manera fácil de catalogar el output de R181. Suena a muchas cosas, y esas muchas cosas bien podrían haberse acreditado a Lima Centro Project, Lutero o incluso a Maria Reiche. Lo justo que tiene de distinto no alcanza para acreditar tal o cual cariz, por lo que se hace imperioso esperar más lanzamientos y de mayor extensión, a fin de arriesgar una hipótesis más concreta sobre la constitución del nuevo rostro de Elescano.
Originarios del recóndito distrito chalaco de Mi Perú, Alfredo García (bajo), Renato Rosado (guitarra, voz) y Joao Orosco (batería) habían dado forma en Vacío a un volumen aceptable que no rebasaba estándares ni promedios ya testeados por grupos similares y/o afines de la escena local. Lesión edifica su puesta de largo desde la estética meta-stoner peruana, incidiendo repetidamente en el sludge y en el doom, y ya más ocasionalmente en el black metal. Sin ser mala o reiterativa, sólo le distinguía una cierta inclinación por evoluciones instrumentales más largas de lo acostumbrado -y esto únicamente en apertura (“Vacío”) y cierre (“Hasta Que Llegue La Muerte”). Quizá a ello se deba que el trío consignase como influencias el post rock o el shoegazing, aunque es menester enfatizar que no he encontrado el más mínimo indicio de ninguno de esos géneros.
Pese a habérsele concebido utilizando los mismos genomas, Más Allá Del Fin es notoriamente distinto de su antecesor, al que saca enorme ventaja. Sea por la experiencia ganada en esta media docena de años, sea por estar dotada de un fascinante concepto de fondo enraizado hasta la médula, la placa trasciende la rabiosa turbiedad de Vacío sin desentenderse del sludge. Menos del doom o del black. Lesión forja sus nuevos surcos subrayándoles el carácter instrumental con vocales (casi) imposibles de descifrar, extendiéndoles más allá de la decena de minutos, apelando a polifonías de acordes graves para preñarlas de melodías que evidencien decadencia y desaliento. A despecho de no hallarse Más Allá... exenta de violencia, ésta no es fragorosa, sino cultivada: aunque presta a abrillantar el dantesco escenario revelado, obedece las riendas antes que desbocarse.
Es con “Acto IV: Éxodo” y “Acto V: Más Allá Del Fin”, sin embargo, que llegamos al clímax de la trama. Las ambientaciones que evocan recuerdos marchitos, que suscitan alucinaciones horrendas y visiones tormentosas, que auguran la extinción absoluta de toda vida en el planeta; alcanzan niveles de acuciosidad encomiables, permitiéndole refulgir en todo su terrorífico esplendor a esa suerte de oscura energía mística que parece inspirar a la banda y guiar su viaje (cuando menos en la presente jornada). Tras de ello, no queda sino el vacío, la ausencia, el dolor, la muerte. Nada. Pedazo de disco que no se merece menos que verse cristalizado en vinilo. Repite el plato Renato Rosado en el arte de portada.
Hákim de Merv