Si bien a prima facie puede parecer un tanto
arbitrario elegir para esta reseña doble a grupos que lucen relativamente disímiles,
ambos guardan más en común de lo que ese somero primer vistazo revela.
Vieja Skina y Olaya
Sound System provienen de las nuevas hornadas con que la escena independiente
peruana ha afrontado su renovación en el siglo XXI. En consecuencia, su
genealogía no está lastrada por los vicios de forma, contenido y función que determinaron
el camino de sus más discretos pares en los 80s y los primeros 90s -vicios cuya
supervivencia ha quedado felizmente relegada a guetos que todavía hoy persisten
con géneros fosilizados in extremis. Los
dos combos, además, tienen ya trayectorias que cuentan con al menos tres
capítulos: cada uno, en lo suyo, ha alcanzado cierta proyección entre el
público dentro y fuera de las fronteras nacionales -los Olaya vienen de una
seguidilla de exitosos conciertos por el norte del país, y los skineros se
presentaron hace unos cuantos días en un festival de ska en Colombia, al lado
de los legendarios Bad Manners y su showman, el alocado Douglas Trendle/Buster
Bloodvessel. Finalmente, tanto unos como otros se formaron allá por el 2008, partiendo
de raíces cuyas conexiones telúricas los guían/conducen hacia un único punto
geográfico: Jamaica.
Lo que pocos saben
es que las primeras colaboraciones de ambos nombres fueron también, digamos,
conjuntas. Al lado de Pilotocopiloto, Barrio Calavera, Plug-Plug, Las Amigas De
Nadie, The Emergency Blanket, Stereo Karma, Deskartables y Mi Jardín Secreto;
Olaya Sound System y Vieja Skina saltaron al verde a través de Elecciones Munisicales 2010: El Rock Limeño En Campaña (2010), publicado para libre descarga por Dorog Records. Estas
primeras colaboraciones son indiciarias sólo parcialmente: mientras que VS
acometía su performance en clave de ska, OSS visitaba las llanuras roots reggae
(“La Mentalidad Del Hombre”) y dirigía no pocos guiños a la fusión (“Los
Olaya”). A partir de este punto, separo las historias para su mejor exposición.
Nadar En El Cemento (2010) conserva esa vena roots que
Olaya Sound System exhibía en “La Mentalidad...”, ciertamente un poco más
salpicada que antes de raggamuffin. La fusión con las sonoridades de índole
tropical-andina que anunciaba “Los Olaya” no sería explorada a consciencia sino
a partir del segundo largo, Nuestra Casa
(2012). Con Quién Es Quién (2015) y
el reciente Música Del Mar (2017),
queda en evidencia que el norte de los Olaya siempre fue el mestizaje entre la
cumbia de sabor nacional (¿pero cuál de ellas?) y algunos de los más
prominentes ritmos peruanos tradicionales, mestizaje sostenido/amalgamado por
el reggae -de hecho, el alias de la banda es un indicio bastante evidente de la
influencia que la ínsula antillana ha ejercido sobre ella, a pesar de no ser
ésta precisamente la personificación del concepto mismo de “sound system” (al
principio una furgoneta itinerante que posee potentes equipos de sonido a
través de los que un pinchadiscos ambienta fiestas, luego un grupo de DJs e
ingenieros de sonido que trabajan juntos como uno solo tocando y produciendo
música).
En la interna, OSS
ha atravesado muchos cambios. Los miembros fundadores Lorenzo Zolezzi
(guitarra, voz) y Matteo Bonora (guitarra, voz) son los únicos que permanecen
hasta la fecha. En otros tiempos, por sus filas pasaron Andrés Abugattás,
Sebastián Legaspi y David Von Der Heyde, entre otros. El line up actual, que
completan Alonso Rodríguez (bajo), Jim Marlow (percusión menor), Rodrigo
Castillo (batería) y Óscar Mauricio (congas, voz); es el responsable de haber
firmado Música Del Mar, un disco que puede
tomarse como el “point of no return” para los Olaya.
Célebres por sus
tremendos directos nocturnos, estos limeños ya manejan un perfil que les
identifica nítidamente. Pese a la disparidad de las músicas que cubiletea
(tropical-andina, afroperuana, jamaiquina), Música Del Mar se revela muy cohesionado. Festivo como siempre, sí, pero también plenamente
consciente de sus habilidades expresivas; que se materializan a través de
líricas que explotan en los momentos precisos -lo mismo que se materializa al
oírlos el recuerdo de la ‘Internacional Latina’ de los 90s: Los Fabulosos
Cadillacs, Maldita Vecindad Y Los Hijos Del Quinto Patio, Todos Tus Muertos,
Mano Negra...
A algunas personas,
esta extraña mescolanza les puede saber a sopaipilla en ácidos. Concedido. De
hecho, a mí tampoco consigue atraparme del todo. Reconozco, eso sí, la
capacidad de OSS para enyuntar fluidamente ritmos que en sus orígenes no
comparten ni el aire que respiramos. No será la primera vez, sin embargo. Ya a
fines del 2015, reseñando justamente el tema “Desaparecer Contigo” para el
recuento anual de la página face Rock Achorao’, alegaba cierta imposibilidad de
empatar con esta música en mi condición de urbanita domesticado -pero no podía
negar que me hablaba desde algún rincón de mis genes, aupándome a
despercudirme. Música Del Mar no hace
otra cosa que rubricar, nos guste o no, la excéntrica identidad del zangolotino
sexteto perteneciente a las filas de Descabellado Records.
Vieja Skina es un
ensamble mucho más ortodoxo que el de los Olaya. Cuando debutan en Elecciones Munisicales..., era obvio
-con ese nombre, para más inri- que lo suyo apuntaba de todas maneras al ska.
Lo que no quedaba claro era a qué clase de ska. “Armagedón”, por ejemplo, es un
instrumental MAGNÍFICO de ska en la onda de la ola británica 2-Tone (Madness,
The Selector, Specials, The Beat) y de la etapa ochentera de Los Fabulosos
Cadillacs; pero “El Alquimista” hablaba de intenciones serias de habérselas con
el ska original, el de la ola jamaiquina, conocido como “ska tradicional”. Su
primer disco, Ayahuaska (2012), era
una declaración de principios en favor de esta segunda opción, cruzándola con
música afroperuana y jazz, pero manteniendo una férrea preeminencia del ska que
cultivasen The Skatalites y Desmond Dekker.
No es un detalle
menor el que Ayahuaska fuese mezclado
en segundas instancias nada menos que por Mad Professor, un nombre fuertemente
asociado a gigantes como Public Enemy y Massive Attack. Tal fue el revuelo que
causó este debut en medios internacionales, que la banda fue invitada a festivales
latinoamericanos (Brasil incluido) especializados en ska, y se hizo de un
nombre y de seguidores del género en países como Ecuador y México. Más aún,
despertóse un inusitado interés por material de VS, lo que redundó en el
rescate de La Esquina De Siempre, recopilación
orquestada por el prestigioso blog RG&RBE en el 2010 y a la sazón primera
referencia discográfica de los capitalinos.
Cinco años después
de Ayahuaska, Vieja Skina lanza su
segundo esfuerzo en estudio, El Regreso De La Luna Verde. Teniendo en cuenta el estado de cosas descritas líneas
arriba, no sorprende que para la producción de este álbum el grupo haya contado
con participaciones de lujo, una por tema salvo el par de Victor Rice, para un
total de siete. A tal efecto, en ERDLLV
colaboran Hugo Lobo (track epónimo), Victor Rice (“La Huaca” Y “Joan”), Lord
Panamo (“Beautiful Day”), Mario Siperman (“Trane Steady”), Mr. T-Bone
(“Skandinavia”) y Matteo Bonora. Sí, el vocalista de Olaya Sound System vuelve
a acercar las historias de ambas formaciones poniendo su voz en “My Honey Girl”
-cerrando de este modo el tema de las colaboraciones para el disco llamado a
reportar la consagración definitiva del octeto integrado por Giacomo Novella (trombón),
Daniel Ciudad (batería), Luis Monzón (saxo tenor), Edinho León (bajo), Sarid
Challco (saxo alto), Camilo Gonzales (teclados), Bruno Rosazza (trompeta) y
Julio Mejía (guitarra).
El Regreso... fue registrado en Lima, mezclado en São
Paulo y masterizado en Buenos Aires. Cada una de estas etapas contó con un
nombre de polendas tras la consola: Jorge Cavero, Sergio Soffiatti (Orquesta
Brasilera de Música Jamaicana) y Mario Siperman (Los Fabulosos Cadillacs),
respectivamente. En el plano instrumental, el estilo de Vieja Skina ha crecido
de un modo admirable. Sin espacio para las fusiones a excepción de las ya
enumeradas, su ska tradicional permanece inmaculado, a años-luz de distancia
del referente punk más cercano. Es cierto que la nutrida lista de invitados
aporta matices que hasta la fecha estos cumpas no habían explorado, pero
siempre dentro de las coordenadas ya definidas. No hay espacio para el
virtuosismo hueco, error frecuente en músicos entrenados que confunden la
creatividad con la técnica, sino que todo en el esférico trasluce esa
expresividad propia de quienes se abocan a lo suyo sin que la pericia
instrumental les ahogue/relegue el entusiasmo y la devoción por lo que hacen.
ERDLLV ya ha llevado a VS a Colombia, a cosechar
la admiración de nuestros vecinos del norte. Queda pendiente una presentación
en Valparaíso (Chile), para fines de abril.
Hákim de Merv
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