(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de septiembre del 2016.)
Fíjate lo que son
las casualidades -o acaso sean las causalidades que aún no podemos comprender
desde nuestra (precaria) condición humana. Hace ya cerca de un año, el amigo
César Augusto Rivera y yo estuvimos discutiendo el concepto mismo de “psicodelia”,
a propósito de un posteo que reboté y que enumeraba los 25 discos más
psicodélicos en la historia de la música pop. O algo así. Fue una discusión
fructífera (para ambas partes, espero).
Algo que recuerdo de la primera etapa del debate, es que cité el Tom & Jerry del talentosísimo Gene Deitch, como ejemplo de arte psicodélico antes de que la contracultura usamericana acuñase y/o se arrogase el término. Efectivamente, los cortos de Tom y Jerry que dirigiese el realizador estadounidense -hoy casi con 93 inviernos a cuestas- se emitieron entre 1960 y 1962, cuando menos un lustro más antiguos que las primeras referencias psicodélicas en acetato. Volver sobre el correcto uso de esta palabra sería reavivar la polémica, cosa a la que me avengo de buena gana, pero que no es el motivo central del presente texto.
En cierta ocasión,
di con un artículo dedicado a Tom & Jerry y sus diferentes encarnaciones.
Creo que fue lo primero que encontré en Internet sobre los cortos de Deitch,
hace ya muchos años. Lamentablemente, se trató de una opinión negativa en
exceso, o quizá se debía a la miopía estética del escritor. Decía que era el
peor Tom & Jerry que había visto, porque el ocasional dueño del gato era un
consumado sádico, y además las situaciones mostradas en cada corto eran de una
violencia extrema, sobre todo para con Tom. Aunque no es una apreciación del
todo errónea, sí es notoriamente parcial.
Siempre me he declarado hincha del Tom & Jerry de Deitch. Son episodios violentos, sí, pero sólo en comparación con el resto de encarnaciones de la dupla. Lo que literalmente me alucina es la vivacidad de los colores, los sonidos que parecen provenir de muy lejos -el descubrimiento del sistema “Stereo” apenas acababa de producirse-, las formas cambiantes que nunca perdían la “angulosidad”... Estas características se hallaban adaptadas según la historia que les tocaba ilustrar -a cual más delirante. Aquí un fragmento de “Calypso Cat”.
Una de las últimas
veces que me di vuelta por La Zona Morlock (trinchera especializada en cine-B,
en el distrito limeño de Breña), supe que no era el único “enfermo” por el
trabajo de Deitch. Se ha lanzado el 2015 un DVD que rescata los 13 cortos
dirigidos por Deitch, debidamente remasterizados y con los “special features”
de rigor. A raíz del descubrimiento, me entero de lo bien consideradas que
están estas piezas de arte audiovisual, que incluso han generado su propia
leyenda urbana: puedes encontrar en Internet alusiones varias a un supuesto
episodio perdido titulado “Tom’s Basement”, en el que Tom da muerte a Jerry de
un modo gore (para la época), y luego un Jerry zombieficado asesina con igual
intensidad a Tom.
Hákim de Merv
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