(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de mayo del 2021.)
#AguanteChile.
Antes de transcribir en limpio algunas ideas a propósito del nuevo disco de Orquesta Pandroginia, estimo indispensable esbozar un sumario de su trayectoria -habida cuenta no sólo de la prolificidad desplegada en seis años, sino además del modo en que ésta se ha diseminado online a través de muchas labels (por ahora, pertenecientes únicamente a esta parte del globo).
Por cierto, Hiperstición EP aparece en el BandCamp de la escudería valpeña Caos Rave. Corrobórase así la constante omnipresencia pandrógina, lejos de quedar relegada a dos o tres plataformas: otros ejemplos son el relampagueantemente naif extended Pandemia (breviario synth pop con sabor a demo para teclados/a soundtrack para videojuegos), añadido a la nómina de la independiente azteca Virtual Soundsystem Records, su aporte a la compilación escuetamente bautizada VV.AA de Replicante Cintas y Bestia Ciega (su tercer LP), parte del catálogo de la capitalina Archivo Veintidós. La evidencia cronológica -el primero también en abril del ’20, el segundo al mes siguiente, el tercero en junio del ‘19- refrenda de paso la fecundidad de este hombre-orquesta, cuyo perfil puede encajar con el del músico promedio de dormitorio pero que en todo caso rápidamente sorteó las limitaciones estéticas de ese estrato.
Precisamente fue Bestia Ciega mi primera vez con OP, punto de referencia a partir del cual valuar la tercera particularidad que remarca el compendio de la obra pandrógina publicado a la fecha: su versatilidad dentro de los confines del universo de la música electrónica. Vásquez había lanzado anteriormente La Mujer Insecto (2016) y La Isla Desnuda (2018). Aunque admito me falta más rodaje con ambos volúmenes, el debut en largo tiene mucho de ese aislacionismo que fuera flor de un día en los primeros 90s y cuyos frutos aún persisten vigentes hasta nuestra era. De otro lado, La Isla Desnuda parece ser un álbum conflictuado, pues a pesar de haber compartido bolsa amniótica con su predecesor se acerca tímidamente al IDM.
Considerando el antecedente de Bestia Ciega, artefacto cuyas portada y tipografía sinológica inducen a pensar en una jornada vaporwave, pero que en realidad bebe de la tradición IDM que dominase buena porción de la escena electrónica británica noventera; Oh! No! Dub! deja en claro desde el nombre que el chileno es un auténtico todoterreno. Las programaciones descoyuntadas y las secuencias de apariencia astillada, típicas del intelligent techno, son la materia prima para la lúdica estrategia planteada por el disco -una interesante reconvección de las brasas que avivasen la espacialidad futurista de unos Black Dog, la crispante agitación de los Autechre más rítmicos (“777”, verbigracia), la narcoléptica visión de Jega. Estas virtudes, que en BC brillaron principalmente gracias a “中国电信” y “中央电视台”, ahora son fagocitadas por el mutagénico virus del dub.
La transformación es paulatina, no obstante. Incoada la inoculación con la corta apertura “Radiotransmisión Apollo Zion”, se insinúa a prima facie una conexión con el illbient neoyorkino, evolución lógica si a tu bagaje IDM le añades el fantasmal latido reverb que caracteriza al sonido antillano. Esta impresión se desdibuja un tanto en la kingstoniana “I: Profecía Quimera”, que recrea con las baquetas digitales filtradas de agudos y los graves al máximo el legado de precursores como Lee Perry, The Aggrovators o King Tubby. Ello, para no extenderme con el epílogo del tema, donde ya de plano Orquesta Pandroginia se entrega a la persuasiva cadencia cannábica del reggae.
“Himno Del Tempo”, que incluye a un tal DJ Qwerty -quizá personaje ficticio, el alias está formado por las seis primeras letras de la primera línea del teclado de cualquier PC-, reconduce la ruta hacia las borrascosas proximidades illbient. Todavía no de modo frontal, ya que persisten fuertes reminiscencias melodramáticamente IDM. Esas mismas desaparecen casi del todo cuando empieza a correr la excelente “I & I: Alucinación En La Jungla”. Dicha pista, el correcto single de adelanto “Fiebre Ufo Dub” y la genial “Alien Nation” forman el tridente con que el santiaguino se adentra de forma definitiva en el subgénero de We™ y Byzar: beats en slow-motion, deletéreas atmósferas venenosas, cut-ups afrofuturistas; observando siempre una inflexible tendencia al minimalismo. La fugacidad de la clausura “¡Tzzzz!” la hace imposible de definir, quedando solamente para la anécdota.
Oh! No! Dub! ha visto la luz a través de Poxi Records. Se entiende perfectamente: además de plantear un nuevo filón para la combativa disquera, toda vez que los postulados del estilo que moldease DJ Spooky son equivalentes al ideario y a la filosofía Poxi, el largo tiene de principio a fin ruido ambiental que se condensa en un insistente dropeo y que susurra secretos de ascendencia clicks’n’cuts y glitch -finísima capa sonora con la que recibe el acabado lo fi que distingue a la discográfica. Macanudo.
Hákim de Merv
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