(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de septiembre del 2022.)
Venga del underground o del mainstream, el problema es que difícilmente el pop melódico puede mantener vigencia conservando inmaculada su naturaleza. Por mucha magia que tengan BAS o cualquier otro grupo, si la sencillez se enterca incólume, acaba convirtiéndose en un lugar de lo más común, cuando no en un sonsonete. Ejemplo de lo primero es un nombre como La Buena Vida. De lo segundo, todo el escuadrón tontipop español de entresiglos. De modo que comentarios y reseñas ya manejaban un acento bastante menos apasionado dirigido a estos súbditos de la corona inglesa para cuando sale The Life Pursuit (2006). No es que, en lo sucesivo, Stuart Murdoch y collera hayan caído por un despeñadero. Discos posteriores como Write About Love (2010), Girls In Peacetime Want To Dance (2015) o What To Look For In Summer (2020), los dos últimos ya en Matador; se han elaborado adecuadamente, y son aún bonitos de escuchar. Pero andan lejos de las armonías magistrales con que orláronse sus mejores entregas.
La norma es el sonido llano y emotivo, sin embargo. Temas como “Working Boy In New York City”, “If They're Shooting At You”, “Come On Home”, “Young And Stupid” o “Reclaim The Night”; entre otros más, han incubado y llegado a su forma definitiva a través de la artesanía habitual en estos ‘highlanders’ -melancólica y agradable, evocadora y geórgica. Sea imprimiéndole una inusual fuerza rockera (“Talk To Me Talk To Me”), sentándole al piano (“Sea Of Sorrow”, nada que ver con el homónimo track de Alice In Chains), o insuflándole una expansiva vitalidad (“Unnecesary Drama”); ese pop melódico que hunde sus raíces en los felices 60s es y seguirá siendo la esencia del ahora septeto, en tanto no se produzca un cataclismo nivel 11 a su interior. Viendo en retrospectiva la historia, opciones para que tenga lugar un evento tal parece haber muy pocas. Las mismas, luego de casi veinte calendarios, para que una de las alineaciones más queridas que ha ofrendado Escocia al pop independiente reverdezca laureles y coseche nuevamente entre sus fans el ilimitado fervor de sus días más afortunados.
Considerando que Glow finiquitaba el proceso de licuefacción, iniciado con el mini-álbum epónimo (2014), entre el post punk ‘78-‘84 y el shoegazing noventero; se puede aventurar que Into The Wide comporta una intensa radicalización en la ruta escogida por Andreas Bungaard (batería), Lars Madsen (bajo) y Aage Hedensted Kinch (voz, guitarra). Ello, porque las salientes y los boquetes que el propio grupo consentía para valerse de esteticismos post rock, new wave e indie; han desaparecido. Pero, principalmente, porque la propuesta que enyuntaba al baggy y al viejo post punk original ha sido destilada hasta grados de sofisticación impresionantes. Nunca más oportunamente usado, entonces, aquello de postpunkgaze.
Otra característica a ponderar del nuevo esférico es la actuación de Lars Madsen. Sin renunciar a su innato minimalismo, el bajo ha devenido en medular, una cualidad que con mayor nitidez se percibe al soltar el trinomio las riendas; como en “Embrace”, en “Rise”, en el fin de fiesta que supone “Before We Turn To Dust”. Es allí cuando la terna luce con más propiedad sus renovados bríos y excelentes reflejos -y es en todas las pistas, donde las cuerdas barítonas de Aage son las que descuellan más que nunca (el marco idóneo para el rango vocal exhibido). Quizá por eso, ahora puedo ensayar el símil que antes me eludía: un cruce entre el Bowie de los 80s y el distintivo Mark Eitzel macerado de los American Music Club (‘85-‘94).
Hay un par de piezas cuya génesis es menos indescifrable que la del resto. Se trata de “Hollow”, donde late subyacente el fragor de unos Pale Saints (destacando Bungaard en la evolución de las baquetas), y “Subsurface Scattering”, post punk de medio tiempo que tiene su poco de The Fall y su poco de los ubicuos Joy Division. No es un demérito, en el balance. No cuando el último segmento de Into The Wide -salvo “Before We Turn...”- es dominado por exquisitos medios tiempos, de una belleza agreste. Notable segundo esfuerzo de los nórdicos.
Hákim de Merv
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