Me toca pasar
revista a algunos lanzamientos mapochos a los que les he pelado oreja en estos
días, pese a no ser todos ellos precisamente nuevos o a no compartir
inclinación ligera/media/fuerte hacia un género específico -de hecho, lo único común
que les une es la nacionalidad.
Se elija tal o cual
estética sonora, la mayoría de nuevas bandas pertenecientes a la esfera rock
tiende a decantarse por el indie, o en todo caso por la versión del asunto que
se utiliza en estos días como moneda corriente de intercambio. Es el caso de
Solución Violeta, quinteto oriundo de Gran Valparaíso formado por el baterista
Maximiliano Valdez, el vocalista Kevin Lloyd, el tecladista Sebastián Salgado,
el bajista Eduardo Zumelén y el guitarrista/vocalista Juan Taibo. Web que
visitas buscando info, web que habla de SV como resultado de dos experiencias
anteriores: una de ellas es Ilbaffel, donde militaban Zumelén y Taibo. La otra
es un proyecto personal de Lloyd, del que no ha trascendido el nombre, y con el
que grabó algunos demos de canciones que posteriormente pasarían a formar parte
del repertorio del futuro grupo.
Tras publicar dos
singles en marzo del 2017, en julio del mismo año aparece el estreno “en 33”, Casa Yori. De manufactura casera, el
disco suena sorprendentemente fresco en su versatilidad: “Tardes Muertas De
Verano” flirtea con el vaporwave, pero surcos como “Hábito Animal” o “El Club
De Las Cabezas Blancas” manejan un rollo entre garage y psicodélico. Por otro
lado, “Toda La Gente Se Marchitará” suena un poco a indie surf de revoluciones disminuidas,
mientras “Peces Amarillos” concreta un brillante acercamiento al pop cosecha
80s. Primer paso enérgico, considerando que tanto la mezcla como la masterización
estuvieron a cargo de los propios muchachos, y que les valió la invitación a
participar en el Lollapalooza Chile de este 2018 (18/03). Las letras superan las
previsiones promedio inherentes a cualquier debut, pero es claro que aún les
falta para llegar a su techo en ese apartado.
Rumbo al norte,
hacia la región de Antofagasta. De la ciudad homónima son los rockabillescos
Parroquianos, sí, pero también Roborock y Deume -huesos metálicos mucho más
duros de roer-. En tanto, Mejillones es la cuna de Indecisión y Apocalipsis, este
último un cuarteto que fluctúa entre el heavy y el stoner -autodefinido, para
más señas, como de “rock desértico”. Sus integrantes son los guitarristas
Francisco Mosco y Arnoldo Torres, el bajista Claudio Hirmas y el batero Pablo
Torres. Salvo Mosco, todos colaboran en las vocales.
Apocalipsis ya
contaba con un potente y epónimo registro anterior, también en formato extended
(2015), del que recuerdo gratamente “Buscando Un Horizonte”. Por ello, escuchar
la primera vez Amoniaco EP (2018) me
dejó un sabor relativamente agridulce. Tanto “Fantasma” como “El Entierro De
Los Gatos”, clasicazo de Los Saicos, no han cuajado todo lo que debieran; pues
es cuando el conjunto barrena lo que se le ponga enfrente usando la mugiente
densidad gravitacional del bajo, que logra sus momentos más inspirados. Por
suerte, éste sí ocupa primeros planos en toda su majestad para “Podrido” y “Amoniaco”,
aparejado a los tempos dantescos y las eléctricas con distendidas cuerdas de
grueso calibre. Una segunda mitad que logra desequilibrar a favor lo que en principio
parecía una travesía incierta. Ahora a esperar la puesta de largo.
Turno para la
capital. Y para la polémica, también. A Meridiano De Zürich les acabo de
descubrir. El cuarteto de Matías Cabezas (guitarra), Danilo Pérez (también
guitarra), Alejandro Riveros (batería) y Francisco Del Campo (bajo); a veces
juega a ser exclusivamente post rock, y otras tantas a ser exclusivamente indie.
Más preciso es asegurar que la suya es una límbica tierra de nadie entre el
post rock de Mogwai, Sigur Rós, Godspeed You Black Emperor! o Explosions In The
Sky; y el indie sesudo de mediados/fines de los 90s. Si tuviera que escoger una
sola etiqueta, optaría por la de indie, muy al margen de su notable calidad.
Formado a
principios del 2012, MDZ ofrece en Fisurando El Silencio EP (2015), su único trabajo editado hasta ahora; un generoso
breviario de sus mayores cualidades. Progresiones armónicas que se transforman
en estruendosos estallidos de ruido y viceversa, sonoridades minimales que se difuminan
en inacabables suites atmosféricas, miméticas mutaciones de dinámica y ritmo,
susurrantes voces “instrumentales” que acaban transformándose en pura
textura... Grato descubrimiento en los mares del pop sureño más arriesgado,
junto a Congelador, Anguila, Cola De Zorro, La Ciencia Simple, ҚALA§A§AỴΛ, Isla Del Sol, La Oficina Del Sueño y Fatiga De Material. Si estuviese permitido al
Hombre tender puentes a través del Espacio y del Tiempo, les arreglaría una
cita a ciegas con Helicon o con Las Vacas De Wisconsin.
Ya para finalizar
este sucinto repaso a vuelo de pájaro, otro grato descubrimiento, el de
Técnicas Manuales -y con ello retornamos al viejo Valpo.
Alineación
autocatalogada como “folk pop”, y constituida por Pablo Saavedra (percusiones),
Esteban San Pedro (baquetas), Jota Ampuero (electroacústica y voz), Ingmar
Schröder (guitarra y voz) y Juanito Rojas (bajo); TM ha tenido mucha rotación dentro
del circuito porteño antes de su entré
oficial (e incluso ha coincidido en varias ocasiones con Solución Violeta). En
su cuenta de SoundCloud puede encontrarse todavía una sesión en vivo de siete
pistas colgada hace un año, titulada Vamos Todos A La Casa Del Jota, indicio evidente de que el grupo ha ido puliendo
composiciones y testeándolas en vivo. De otra manera no me explico la tremenda
expectativa generada por el anuncio del lanzamiento de su primer esfuerzo de
larga duración, acaecido máxime 21 días atrás.
Bautizado como Las Torpederas, guiño a una playa muy
populosa de la localidad, en el sector de Playa Ancha y con un paisaje
bellísimo; el disco pinta a Técnicas Manuales como la cara light de Solución
Violeta. Son ocho canciones pegajosas pero no empalagosas: voces que tararean
antes que cantar, eléctricas que titilan antes que brillar, melodías que pueden
ser en paralelo ensoñadoras, twee y melancólicas; como el corte homónimo... El
quinteto es inequívocamente indie pop, no se hacen problemas en mostrarse como
tal y su atractivo va acorde: ciertamente folk (“La Vergüenza”) y pop (“Ella Me
Llamó”, “Se Me Hace”), pero también electronaif (“Día A Día”), post punk
(“Hablas De Más”), new wave (“Carrito De Feria”) e incluso fusión (“Tan
Especial”). Tal vez la última brisa estival que nos llegue este 2018 desde el
querido Valpo, allá en el lejano/cercano Sur.
La edición física
corre por cuenta de Sello Recolector, patria discográfica de Fotogramas y
Hammuravi, este último el experimento shoegazing de Naty Lane (Fatiga De
Material, Adelaida, Platillo Volador). Una cosa nada más por reclamar, eso sí:
hasta donde conozco, la única plataforma a través de la cual se puede escuchar Las Torpederas completo es YouTube. Se
agradece en ese sentido el upload, pero la pista está llena de pequeños drops,
lo cual desmerece el detallazo de compartirlo fuera de Chile.
Hákim de Merv
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