miércoles, 26 de septiembre de 2018

Catch The Breeze: Glow

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de septiembre del 2018.)

De las cosas que menos pueden discutirse acercándonos ya al final de la segunda década del siglo XXI, es el enunciado referido a que, en la era de las fronteras estilísticas borradas por el sincretismo al que ha accedido la música pop contemporánea; la novedad viene siendo dictaminada por las permutaciones inéditas entre géneros/subgéneros pre-existentes. Aún queda pendiente, por donde se mire, el mapeo pormenorizado de las muchas ramificaciones que el árbol del pop actual ostenta: chillwave, footwork, vaporcläsh, future funk, tripgaze, seapunk, gazewave, global bass, witch house...

Y junto con las de carácter estético, también cayeron las limitaciones de tiempo y espacio, pero esto ya es una verdad de perogrullo. Actualmente, se sube a la Red un disco en Ulan Bator, y a los pocos segundos es reproducido en las antípodas. Si ése es el caso de Mongolia, de Dinamarca ni hablemos.

O mejor, sí, hablemos. Desde la tierra del desventurado Hamlet y del licor de cereza, hace poco llegaron noticias sobre el álbum debut de Catch The Breeze. Cualquiera que posea un conocimiento elemental del shoegazing, sospechará -justificadamente- que los tiros del trío de Copenhague van por ese lado. La admiración de estos daneses hacia Slowdive y “Catch The Breeze” -una de las más conocidas canciones de los dioses del también llamado baggy- es cuestión confesa. Su historia, sin embargo, no empieza sólo en esas coordenadas.

CTB se forma en la capital de Dinamarca durante la primera mitad del 2014. Aage Hedensted Kinch (voz, guitarra) Lars Madsen (bajo) y Andreas Bungaard (batería) venían de tocar en Yellowish, quinteto que se acababa de disolver en los albores del mismo año y que alcanzó la nada despreciable edad de 16 calendarios. Lo primero que publica el recién fundado terceto es un mini-álbum epónimo, con cinco surcos muy marcados por el viejo post punk ochentero y por el shoegazing. La compenetración entre ambos códigos es tan profunda, que cabe hablar de un nuevo (sub)género en relación a este modesto título -postpunkgaze. En una eventual antología del grupo/(sub)género, debería figurar por lo menos uno de estos tracks: “Reunite Your Forces” y/o “When The Sparks Fly”.


La banda se ha tomado su tiempo para regresar al ruedo, pues desde entonces no editó nada sino hasta este 2018. Adelantándose por los pelos a la aparición de Glow, se lanzaron los singles virtuales “Paper Lanterns” (enero) y “Fields Of Sunrise” (febrero). Aunque en sus minutos el aroma del shoegazing es más fuerte, estos sencillos no dejan de incorporar otros colores -el indie, sobre todo.

Glow (marzo) atenúa y diversifica las proporciones en que se reparten los ingredientes que componen el sonido Catch The Breeze. La terna modera levemente el predominio conferido al shoegazing y al post punk. De este último, sobreviven las melancólicas guitarras atmosféricas y las enérgicas líneas de bajo; del shoegazing, los landscapes radiantes y la intensa, cegadora distorsión cortesía de la pedalera. Ramalazos de post rock, trazos de indie y hasta pequeños pases de new wave son adosados según lo requiera la ocasión -tal es el principal aporte de Glow en términos de innovación respecto de su pasado. “Paper Lanterns”, por ejemplo, recuerda en algo a combos como The American Dollar (lástima que su video, maravillosa viñeta aguamarina de amaneceres/atardeceres, no sea reflejo cabal de los paisajes que sugiere el corte). En tanto, “The Hill” y la delicada “Sister Winter” no esconden cierta afinidad con el indie más clásico.


Todo ello no hace menos cierto, no obstante, que la hegemonía en CTB la detenta el postpunkgaze. Desde que Glow se apertura con “So Loud”, quedan en evidencia los principales caminos que parece siempre recorrerán los triates. En esa misma línea están la briosa “Enemy”, la ya mencionada “The Hill” y el otro single de la placa, “Fields Of Sunrise” -que guarda dentro de sí una inquietante, tensa performance de Andreas Bungaard a las baquetas.

Con la mágica “Sleepwalker”, entras en el segmento epilogal del disco, dominado por atmósferas mucho más densas, cuando no oscuras; pero no por ello afines al dark. Todo lo contrario, estas composiciones remiten al hábitat preñado de nostalgia, de agrupaciones pertenecientes al revival shoegazing del nuevo milenio (tipo VHS Dream). A esas direcciones señalan tanto “Sleepwalker” como “Dazed”. Más aún que los del post punk de vieja escuela, son éstos los espacios donde descuellan las letras que aluden a la insatisfacción propia y lo difíciles que son las relaciones con los demás. Y si por ahí encontraste vestigios de ansiedad, todos ellos se difuminan con el cierre, un baladón que responde al nombre de “Starlight”: solemne sin ser reluctante, es un poderoso medio tiempo de reverberante sensibilidad líquida -recordatorio feliz de los días en que el dream pop acaparaba los reflectores de la crítica especializada. El arrullo encantador con que rubrica Glow su buena estrella.

PD: El amigo y colega Fernando Rivera, que hace poco también ha reseñado esta obra sonora, ha corrido la voz sobre el proyecto paralelo de Hedensted, Mixtune For Cully. Puedes escucharlo aquí.



Hákim de Merv

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