jueves, 14 de marzo de 2019

Santo Suicida: Realismo Trágico

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de marzo del 2019.)

Nuevas desde Coquimbo, tierra de Luminar y Seatemples, de la mano de Santo Suicida. Se trata del bisoño avatar de un grupo que funcionó hasta el año pasado escudado tras el alias de Camilo Correa. Información sobre esa primera encarnación, no hay mucha disponible en Internet: probablemente nucleado en esta década, al cuarteto de Mario Castro (batería), Camilo Correa (voz y guitarra), Alan Cortéz (bajo y coros) y Felipe Aburto (guitarra) le alcanzó el aliento del nombre anterior para publicar dos registros de corta extensión que desde su página en Facebook se pueden descargar gratuitamente -Sin Sentido EP (2013) y Tramando EP (2015). El de Camilo Correa (la banda) era un sonido pop/rock de contornos indies, si bien había numerosos momentos en que se ponía encima la piel del folk.

Algunos de los temas consignados en el 'insensato' debut sacro se estrenaron en el 2018 como parte del repertorio de CC. El dato da para especular sobre las razones del cambio de denominación. Una de ellas es, definitivamente, la nueva dirección que trashuma la agrupación. Otra de ellas, no tan concluyente pero de todos modos a tomar en cuenta, es el reemplazo de Cortéz por Carlos Bello Rivera. De cualquier forma, a estas alturas Santo Suicida ya se ha puesto de largo, facturando un tiraje modesto del que quedan muy pocos ejemplares -el combo se trae entre ceja y ceja una segunda edición.

Realismo Trágico ha servido de transición entre el viejo sonido de los coquimbanos y el actualmente abrazado. Aunque el credo que ahora pregonan los cuatro con entusiasmo y delirio es el post hardcore, éste se materializa esencialmente en el primer tercio del álbum. En efecto, Santo Suicida te recibe con adrenalínicas descargas de tempos veloces y enfático despliegue de riffs propensos a la iteración, como en “Miradas De Luto”, “Invierno” y la feroz “Te Dejo Pa’ Que Me Dejes” (sus intempestivas mutaciones de ritmo siguen resonando en mis yunques).

No obstante, “Estamos” marca un punto de inflexión en el track list: a partir de allí, el post hardcore se desvanece, dejando paso a canciones que no se deciden entre números pop/rock de medios tiempos y semi-baladas -si bien la propensión a este último formato es bastante menor. Tales son los casos de “Perdido”, “Volando En El Living”, “Visitando El Miedo” o “Pasa El Tiempo”. En todos aquellos surcos, palpita aún el hálito de Camilo Correa (la banda), sólo que despojado de cualquier aditamento folk y encausado con tesón hacia un indie que siempre recibe alborozado a la Distorsión. Debido a ello, los dos tercios finales de RT me han hecho recordar un poco a formaciones como Rival Schools o los fabulosos Jawbox, sobre todo cuando la eléctrica des-engrosa el Ruido y se descose en solos (“Puerto Utopía”).

La voz se sacia por igual en el desencanto, la adversidad y la furia. Esto podría indicar que en el futuro los chilenos sumarán todos sus esfuerzos por completar la transformación grupal volcada hacia el post hardcore, lo que es una opción válida y respetable. Como lo es también dirigirse hacia esa meta desde las comarcas del indie rock. La próxima jugada será indiciaria a este respecto. No está mal, aunque pudo salir algo mejor.


Hákim de Merv

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