Como calentando el
ambiente para la próxima salida de su nuevo largo, Wilder Gonzales Agreda no
sólo ha puesto en modo descarga gratuita Paraísos, Revoluciones Y Tú (2017), sino que de igual modo ha liberado un brevísimo EP
que encuentro razonablemente accesible al oyente promedio. En mi opinión, pinta
más para single dados sus dos únicos surcos y su cortedad, pero la denominación
oficial es la de extended y a ella me atengo.
Pese a que el
título podría resultar ambiguo, la referencia es inequívoca. Los Olivos EP (2019) guiña a aquella
zona de la ciudad donde Gonzales ha vivido gran parte de su vida, si no es que toda.
¿En plan admirativo o en plan desencantado? Aunque suene contradictorio, una
intención no necesariamente se anula al lado de la otra, así que quizás pudiera
ser ambas cosas. Sospecho que es más lo primero, o al menos así parece
indicarlo el track homónimo, que visita parcelas no muy frecuentadas en la trayectoria
del norconeño.
En efecto, la peculiarísima
síncopa que puede mapearse en “Los Olivos” evoca bien a lo lejos el hip/trip
hop instrumental de un universo paralelo -o, en última instancia, el sonido
transmutado de los proyectos afines que firmasen por Warp durante el cambio de
siglo/milenio. Esta especie de rítmica a la que aludo es discontinua: se
desvanece para que el tema se metamorfosee en un ejercicio de ruido digital,
que algunos minutos después tolera bien la reaparición del elemento extraño a
la habitual estética WGA gracias a su reentré más bien tímido. Una composición
casi insular en el repertorio del olivense.
Los réditos de este
extended son desiguales, sin embargo. “Volviendo A Casa” es una suerte de lado
B que cumple con el canon del no-músico surgido en la era binaria: el artista
como cracker, la PC como mellotrón de los días post-rave, el minimalismo como
enfoque clave para devenir en hacedor de sonidos antes que en escritor de
canciones. Sólo que, a diferencia de “Los Olivos”, de “Volviendo...” no se
puede escribir mucho más que eso: habida cuenta del cuarto de siglo que lleva
Wilder en carrera, el surco en cuestión suena ya genérico.
Crédito intacto.
De Los Olivos a
Pueblo Libre, un viaje puede llegar a sobrepasar la hora de duración. Décadas
atrás era igual, porque forzosamente debías tomar dos e incluso tres conexiones
antes de arribar al distrito colindante con Magdalena y Jesús María. Hoy, la inversión
de tiempo es equivalente “gracias” a la excesiva oferta de transporte y el
subsecuente tráfico endemoniado que copa calles y avenidas principales de la
capital.
Aunque el debut de
Los Niños Vudú, Pueblo Libre EP (2017),
pertenezca al pasado y no al presente; mencionarle viene a propósito no sólo de
dedicatorias dirigidas a espacios limenses con semejanzas y diferencias consonantes,
que convergen en este texto. Vale, asimismo, para contrastar el nuevo trabajo
de los “pueblerinos”.
Pueblo Libre EP dejaba clarísima desde el vamos la
filiación bedroom del quinteto que, cursando
el último grado de secundaria, formasen Andoni Granda (guitarra), Inti Arteaga
(voz, guitarra), Adrián Muñoz (bajo), César Horruitiner (batería) y Rodrigo
Urbiola (voz, teclados). Rasgo curioso, ya que la banda toma su alias del
icónico “Voodoo Child” de Jimi Hendrix, y el Señor Guitarra es lo menos bedroom
que se me puede ocurrir mientras tipeo estas palabras.
Muchas veces, la
estética bedroom tiene de casual como de voluntaria. Es la alternativa a seguir
cuando el bolsillo no puede costear un estudio profesional de grabación, y
también la elección más empática con el indie. En el caso de LNV, cuya producción
entera ha sido grabada en la habitación de Granda, confluyen ambas coyunturas.
Ultravioleta EP (2019) apenas se distingue de Pueblo Libre EP en lenguaje y matices.
Ambos respiran las mismas variables, ambos revisan los mismos cajones. Sea indie
pop (“La Apuesta”, “Multicolor”) o su par rock (“Índigos”, “Por Las Azoteas”),
el grupo ensalza a toda hora la sencillez de la cotidianeidad y de la cercanía.
Yo La Tengo es un nombre que me viene a los labios al escucharles, más por
forma de encarar el proceso compositivo que por indicios reales de influencia
en el sonido.
Las principales
diferencias radican en piezas como “Infrarrojo”, “Ultravioleta” o “Índigos”; en
las que brota una tesitura synth digital. También en los espíritus que han iluminado
sendos alumbramientos. Si en el debut primó el color, el candor, el entusiasmo
de quienes sabiendo que no inventan la Coca Cola pisan la arena sin mirar
atrás; este segundo paso ha sido copado por la ironía indulgente y la nostalgia,
nacidas cuando un amor llega a su fin. Si en la jornada previa esos estados de
ánimo sólo habían aparecido en “Por Las Azoteas”, aquí hacen presa de casi
todas las canciones con una destreza para el gancho melódico de sorprendente y
agradable madurez.
Pulcro acabado
instrumental de un esfuerzo que promete de cara al futuro, y les posiciona al
lado de poppers de dormitorio como Gente Cangrejo, Somontano y Peatón. El EP
sirve además para el estreno de Colores Perfectos, su propio sello
discográfico.
Hákim de Merv
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