(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de septiembre del 2021.)
Atascada la música pop contemporánea en un limbo desde hace ya sus cuantos calendarios, hambrienta de las vueltas de tuerca que antaño menudeaban y le aupaban a avanzar, hoy no resulta extraño que los nuevos grupos y solistas desvíen la mirada hacia el pasado -bien deseosos de revigorizar géneros/estilos tenidos por inertes (con la secreta esperanza de hacerles renacer), bien por simple y llana retromanía.
Pocas han sido las nuevas sangres que han apostado a la resurrección -nunca mejor empleado el término- del vetusto dark-gothic rock (que no es lo mismo que el aún más añoso post punk, valga la aclaración). Durante mucho tiempo adheridas al discurso oscurón de los 80s aurorales, las escenas peruanas dejaron atrás esos recovecos lastimeros al promediar la primera década del nuevo siglo. Afortunadamente, porque ya desesperaban un poco las desmesuradas proliferación y consecuente reiteración tanto de bandas de cariz ‘siniestro’ como de aquellas hardcore punk.
En nuestros días, empero, ya no incomoda que este sonido regrese del frío. Diría que es incluso saludable que lo haga, al plantear otra alternativa más de variedad en el panorama del pop independiente nacional (e internacional). Si es de la mano de combos nuevos, tanto mejor: hace dos años, Distorsiones Óseas (Buh Records) de Specto Caligo puso en agenda la cuestión. Prontamente lo hará en físico el dúo Putzy, con Curses. Es éste un debut que ha recorrido caminos bastante azarosos tras su primera aparición, bajo las enseñas de la label californiana Blossöm Records (2019). Año y medio después, la peruana InClub Records volvió a lanzarlo de manera virtual. Ahora se anuncia su pronta salida a la venta en formato físico a través de Blossöm (vinilo, CD, cassette) y de Creaciones Infernales (cassette, sello de Óscar Reátegui).
Harto es el punche que han puesto en Curses César Benavides y Rafael Velarde. Las influencias debemos achacarlas a los sospechosos comunes. Por el lado de los clásicos: los primeros Wolfgang Press, In Camera, Cindytalk, The Danse Society... Por el de los góticos y noventeros: The Wake (US), los Nosferatu, The Mission (UK), algo de Lacrimosa... En conclusión, dark-gothic rock con alto grado de lozanía. A pesar de las varias escuchas que dediqué a Curses, he encontrado poco o nada de otros géneros que el binomio declara como referentes (indie, shoegazing, post rock... ¡gabber!... ¡¡¡kraut rock!!!).
En ese espacio delimitado, pues, Putzy se despacha a sus anchas. Siempre instrumental, el tándem puede sonar denso (“Fash”), sepulcral (las solemnes líneas de teclado en el colofón “Outro”) o hasta metálico (“The Gathering”). Puede, asimismo, soltar amarras y lucir ágil (“Dance, Animal!”), decidido (“Hallways”) e incluso pop (“A Better Place”, flirteo shoegazing que no me convence). Y también puede tentar ese punto medio esquivo en que lo teatral y lo elegíaco sacan lo mejor del dark-gothic: “Ads!” (sus acordes iniciales evocan a “Bela Lugosi’s Dead”, clasicazo de Bauhaus), la desoladora “Kun” (de And Also The Trees no baja) y la magnífica “∇” son excelentes ejemplos de lo que una bien entendida retromanía es capaz de inspirar.
Putzy levanta la misma égida que gente como The Agnes Circle, Sextile o Antiguo Régimen. Si su intención es revivir un sonido al que creíamos muerto y enterrado hace lustros, y si éste resucita a una segunda vida o si lo hace zombificado, es algo que sólo se verá con el Tiempo.
Asimismo, la nueva entrega lleva un ¿subtítulo?/¿nombre? adicional, aparte de la denominación genérica que identifica a estas compilaciones de “rarezas”. Pero la diferencia más relevante estriba en el proyecto en sí. Para la primera ocasión (2017), Puna declaraba ser una banda de formación abierta. Lo sigue siendo, aunque también es verdad que el grupo lleva ya buen rato con miembros estables -Jorge Rivas (Ionaxs), Alexander Fabián (Siam Liam, Ozono, Miyagi Pitcher, Alcaloidë...), Alfonso Noriega (El Otro Infinito, Prados Perfectos) y Leko López (Cabezas Descalzas, Prados Perfectos, Eutanasia).
Las composiciones recogidas en Rare Tracks II: Oikeiosis no sólo anteceden al segundo álbum de Puna, sino que son igualmente contemporáneas a éste y le suceden, toda vez que pertenecen al periodo 2017-2021. Descontando a los sediciosos ya mencionados, en la concepción y grabación de estas tomas se acredita al experimentado Rolando Apolo -músico de la casa, en la práctica. Hablar de “tomas”, se hace imperioso acotarlo, no ha sido gratuito. Para algunos, este Rare Tracks II... acaso podría no ser considerado más que una colección de bocetos, de apenas esbozos, de ideas a medio terminar; si se le juzga bajo criterios técnicos. Yo prefiero enfocarme en la rodaja como el corpus crudo que testimonia el pasado y el presente del cuarteto -y que en cierto modo augura su futuro, salvo por los accidentes de ruta de los que nadie está libre.
En ese sentido, no existe en Rare Tracks II: Oikeiosis número que sea versión -alterna o de cualquier otro tipo- de un tema que haya sido previamente publicado. El mayor porcentaje del track list encaja estilísticamente con la etapa que viene atravesando Puna desde su golazo del 2019. El contraste que proporcionan “Atardecer”, “Utopía Del Ser Imaginario” y en menor medida “Humus”, más próximos al bliss pop de combustión desbocada que inflamaba el estreno Au Dial (2014); sólo reafirma la opinión ya vertida en la oración anterior. Los siete cortes restantes del CD no le huyen al éter, sino que lo dosifican, equilibrándole con programaciones y/o secuencias que funcionan como la contraparte artificialmente replicada del ejemplar bateo que López despliega en Sukha. Más de una vez las explosiones noise in crescendo de ...Oikeiosis (“Eiel”), sus vocales difuminadas (“Nucleus Accumbens Septi”), sus primorosos bajorrelieves digitales (“Oikeiosis”, “El Deleite De Xakt”, el estupendo “Sierra Industrial”); evocan esa vena electrónica que Puna supo cincelar en ese segundo largo con que tocó el cielo.
Un guiño a ese futuro adelantado por Rare Tracks II... Eso es Ecos Fuera Del Camino, el EP que Puna editase hace pocos días, y que atestigua la marcha a toda máquina del buque insignia de Chip Musik, que mantiene las anclas levadas desde hace semanas. Incluso ya está confirmada para septiembre la primera recopilación del conjunto y un nuevo EP para noviembre, y se rumorea la salida de una sustanciosa recopilación de lujo con todos los discos conceptuales de la agrupación a la manera de un box set -remasterizados por lo menos sus dos primeros extended-.
“Bruma”, breve ejercicio de ese bliss pop de gravedad cero que tan natural le sale al colectivo, es tanto un recordatorio de la bellísima pureza textural que éste alcanza al abrazar dicho sonido como de la etapa que parece cerrarse para la banda -espero de verdad que nunca ese cierre sea definitivo.
A 90 grados de distancia con respecto a “Bruma”, el output mutante mitad ambient mitad post rock presente en “Aprendiendo A Morir” y en “Ecos Fuera Del Camino” se erige sobre cimbreantes secuenciaciones entre trip hop e IDM. Huelga decir que ni uno ni otro surco renuncia a las recias capas de disonancia que Puna imbricase durante sus épocas de abundancia shoegazing. Sin embargo, mientras “Aprendiendo...” no las contiene (o no puede), el canal epónimo les aplica un tratamiento funcional al andamiaje rítmico. En ambos, por último, se cuela una guitarra ¿acústica?/¿electroacústica?, cuya delicada performance no se ve empañada por la sobrecarga decibélica en uno y otro caso.
Precisión necesaria, las atronadoras cascadas de ensoñador ambient/post rock que moldean a Ecos Fuera Del Camino EP han sido concebidas y registradas a cuatro manos entre Alexander Fabián y Jorge Rivas.
Hákim de Merv
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