(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de marzo del 2022.)
En rigor, no sé en qué momento da inicio a este proyecto Otayza, 50% del recordado dúo El Paso, uno de los nombres que aparece a prima facie en los anales del ambient pop peruano. Sí tengo claro, por otro lado, que su referencia fundacional aparece en el ’09: fue ésta el single virtual “Telepathy”, que además del tema titular contenía un remix de “Sleepers”, composición de Ghosts And Strings a.k.a. Los Veneremos -olvidada alineación de indie enteogénico que mereció mayores suerte y repercusión que las cosechadas (∅) por su unigénito Como El Agua Que Desaparece De Mis Manos EP (2008). Tanto el 7’’ como el extended aludidos se editaron a través del BandCamp de Dorog Records, propiedad de Giancarlo Samamé, el otro fifty de El Paso. Desgraciadamente, ni uno ni otro se encuentran ya disponibles para su deguste online.
En la dirección adjudicada a Dorog en Internet Archive, en cambio, todavía puede escucharse/descargarse el opus mencionado en el primer párrafo. Aunque Otayza le considera EP, lo único que le relaciona a ese formato es la inclusión de “Telepathy” en diversas mezclas (4). Con el añadido del remix de “Sleepers” y de una reconstrucción de “Llévame” de El Paso, los más de dos tercios de hora de Telepathy se hallan lejos de adaptarse a la duración promedio de un extended. Tras de sí, el silencio rodeó esta faceta del músico. Verdad que siguió creando y tocando, primero como parte de los neopsicodélicos Transparente y después facturando electrónica mestiza bajo las enseñas de Sonidos Profundos De La Cumbia -reducido posteriormente a Sonidos Profundos. Pero de Tech Vibes, no se volvió a saber nada. El último 18 de enero, Chip Musik colgó para libre descarga el debut en largo oficial del alias, clausurando así una espera de doce calendarios que no sabía era tal -ya que, en mi opinión, TV era otro acto de tantos que han pululado efímeramente en la escena independiente perucha. Celebro haberme equivocado.
Es arriesgado afirmar que ha habido una metamorfosis completa entre el individualista cuyo sonido quedase asentado antes en “Telepathy” y demás, y el que ahora detona beats a discreción en Escape. Auscultados ambos de cerca, el mapeo genético arroja el mismo resultado: un ejecutor de tech house lo bastante curtido como para saber/intuir cuándo y -sobre todo- cuánto tirar de las riendas/expandirse cual gigante roja rodeada de audiogalaxias. No obstante, sí puede asegurarse que se ha producido una transformación significativa en el perfil con que actualmente se identifica dicho ejecutor. La vibra del primer Tech Vibes conectaba espontáneamente con artífices de ese dance rock forjado en la resaca posterior a los días de gloria de Madchester: en su interior, palpitó alguna vez el big beat de Underworld, Propellerheads, The Crystal Method y Leftfield.
En una esquina distinta, el groove del segundo Tech Vibes opta por apertrecharse de una robusta stonura dub. El terso grosor con que el wobble bass hila dédalos de ingrávidas texturas tridimensionales alrededor de “Revelation” o de “The Light” ejemplifica con fecundas dosis de reverb la arista acaso más evidente del credo que hoy abraza la técnica del músico limeño -sobrios contrapuntos de esos números vendrían a ser las melodías gemelas “Skull And Bones” y “Unknown Love”. Por contraste, en tracks como “Stay” o “Ghost Love”, y en menor medida “Vibración Solar” (remezcla del corte de Transparente que figura en su esférico del ’09, Nova); las programaciones abandonan la acompasada voluptuosidad de sus pares en favor de una impetuosa y enérgica cinemática espacial que acerca al solista a la línea de geométrico intelligent techno líquido en torno a la que rota el grueso del catálogo Chip Musik.
La mayoría de estos rasgos -dub, sabrosas secuencias de étnica mimesis, velocidad IDM, ragga estilizado, médula tech house- converge en el remate de Escape. Distinguido con el sampleo de una femenina voz de prosapia soul, “Lately” es el sueño húmedo que auguraba el cruce ni-tan-imposible entre un trío de tribal techno como los británicos Bandulu y un iluminado esteta de la Ciudad Motor como el afroamericano Carl Craig (cf. “Better Nation” del estreno de los ingleses, Guidance). En el caso de Tech Vibes, la manera más apropiada de cerrar un disco con que volver al ruedo, de encarar esa afrocentrista utopía futurista que tantas veces prometieron los 90s -y que jamás llegó.
Hákim de Merv
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