(Publicado originalmente el 31/12/09 en El Hexágono Carmesí. Una actualización del texto se colgó por primera vez en mi cuenta Facebook el 23 de marzo del 2022.)
Aunque ninguno de los protagonistas parece haber guardado memoria de la fecha exacta, por estos días han de cumplirse -si es que no se han cumplido ya- 25 años desde que diose a conocer el célebre demo Compilación I de Crisálida Sónica. Era mayo de 1997 y a través de las páginas de la legendaria revista Caleta (decimoquinta edición), el crítico Guido Peláez daba cuenta no sólo de la performance en directo de este frente de bandas cuyo denominador común era una partisana vocación experimental; sino también del lanzamiento dos meses antes de la maqueta en cuestión. Treinta días después (junio), aparecía publicado en las mismas páginas el primer comentario extenso de un registro que desde entonces permanece como la partida de nacimiento del pop peruano de vanguardia.
Se dice rápido un cuarto de siglo, y no lo es. En retrospectiva, sin embargo, da la impresión de haber transcurrido siglos antes de que acaeciera ese memorable hiato. Antecedentes y precursores/as, cuyas curiosidad e inquietud les empujaron a trajinar órbitas divergentes a las del mainstream, no han faltado en el background de la música pop perucha. Eran, con todo, esfuerzos tan espontáneos como esporádicos y aislados -visiones sonoras que encendían una chispa tras otra, sin que bastase para incendiar la pradera. T De Cobre, Distorsión Desequilibrada o Ácidos Acme en los primeros 90s. Paisaje Electrónico, Yndeseables o el continuum Salón Dadá/Col Corazón en los 80s. La disgregada generación de compositores electroacústicos en los 60s y 70s (que tan pop tampoco era, pero que participaba del mismo ímpetu avant garde que izaron sus pares allende el mundo “académico”). Más atrás, quién sabe -lo mismo que cuántos proyectos afines a los enumerados y por enumerar habrán germinado y desaparecido sin legar producción artística alguna.
De ahí la significativa trascendencia de la que se revisten tanto la -corta- existencia de Crisálida Sónica como el manifiesto que plasmó, bien en el cassette, bien en las tocadas en que se prodigó conjuntamente y/o sin aglutinar. Puede discutirse si el colectivo consiguió articular una escena en torno suyo, si fue lo bastante estable como para adjudicarle categoría de movimiento, o si de veras fue el primer grito de renovación sonora al interior de una movida cuyas narices no iban más allá del gothic o del hardcore ad portas del siglo XXI. Lo que no puede ponerse en tela de juicio es su condición de catalizador de ese impulso trasgresor que latía en quienes a la postre serían sus descendientes y le reivindicarían. Aún cuando convengamos en que existían precedentes o coetáneos, CS fue el primer llamado a la insurgencia en levantar el estandarte músico-experimental y en ser reconocido por ello.
I
Como muchas de sus equivalentes latinoamericanas, hasta promediar la última década de la pasada centuria la escena independiente nacional siempre había visto mucho hacia afuera y poco hacia dentro, cosa que en principio no asoma (tan) criticable. Increíblemente, dicha escena mostró muy pocas veces reflejos de lince para el respectivo update/calco, teniendo casi siempre la celeridad de una tortuga centenaria, lo que tampoco es a priori (tan) causa de vilipendio. Esto se hizo más notorio cuando se trató de decodificar la gigantesca supernova de las vanguardias que implosionó en los 90s. Nuestros créditos nativos tardaron eras geológicas en desviar su mirada hacia el shoegazing, el post rock, el trip hop, el slowcore, el IDM, el drum’n’bass, el noise digital... Lo prueba el hecho de que, recién a partir del año jubilar, estas expresiones underground se hicieron más habituales.
Otro medio para predicar el novísimo evangelio, no improbable debido a que este colectivo tenía madera para ello, era recrearlo con las propias manos. Pero esto no se posibilita sólo con reunirse -acaso- unas tres o cuatro horas a la semana. Aparte de la crucial centrífuga que fueron los gustos en común, resulta sorprendente que la génesis de Crisálida Sónica contara con el plus de individuos que también compartían (mal que bien) un mismo espacio “físico”. Hace un rato mencionaba a Ácidos Acme. Idos los días de esa experiencia punk-noise y su veintiúnico demo Estados De Ánimo (1993), Miguel Ángel “Chino” Burga conoce a Wilder Gonzales Agreda en la sala de Internet de la Universidad De Lima. En esas épocas, la Red era una veleidad tecnológica, y quiso la suerte que Burga -a la sazón estudiante de ingeniería- estuviera buscando sites de The Jesus And Mary Chain mientras Wilder se encontraba cerca de allí. No es que la agrupación de los hermanos Reid fuera precisamente una caletura por esas fechas, pero sí un símbolo (o mejor, un santo y seña). Un breve cortocircuito de opiniones y los nuevos amigos pasaron a hablar de My Bloody Valentine, Flying Saucer Attack, Füxa, Seefeel y un dilatado etcétera. ¿El año? 1994, como ya se dijo.
Wilder había estado participando de un proyecto repartido entre los distritos de Independencia y Comas, con tintes neopsicodélicos y apego por la saga post-Spacemen 3: Hipnoascención. Con el tiempo, Gonzales Agreda deja a los hipnos para alumbrar al lado de Fernando Ponce Avalonia -que editó póstumamente un epónimo EP en estudio y el en vivo Frutas Del País De Las Manzanas-, antes de crear Fractal junto al tecladista Wilmer Ruiz (también estudiante este último, como Wilder, de comunicaciones en la De Lima). Entonces radicado en Monterrico, Wilmer era vecino tanto de Burga como de los hermanos Reyes, pero éstos no se conocían con aquél. Es después de las presentaciones de rigor que Pedro, Raúl y Javier -quienes cocinaban la idea de un combo (Ente) desde principios de los 90s (hoy ya se puede audicionar online un tape del ’91 con tomas primigenias de “Raros Presentimientos”, “A Caminar” y “Piedra Dormida”)- comienzan a manyarse con Burga. Con las relaciones amicales e “ideológicas” afianzadas, se pasa de las palabras a los hechos en 1996. Pese a traerse a Catervas entre manos, no son los Reyes quienes dan el play de honor, sino el “Chino”. Tras descartar el seudónimo de Azul En Silencio en favor del de Claroscuro, el ex Ácidos Acme cede un tema a Bichos Raros, compilación con que Caleta celebra su primer aniversario. Noise rock y etéreo en tajadas proporcionales, “Bajo Tus Sueños” concita cierto interés entre los que llegaron a escuchar la cinta, mutando rápidamente Claroscuro en Espira.
II
Luego de un concierto de presentación en enero del ‘97, último que dio Wilder como Avalonia, el colectivo, bautizado para entonces como Crisálida Sónica; prende la antorcha con el cassette Compilación I. Harto generoso en ramificaciones sonoro-artísticas, el registro fue más bien parco en mostrar nuevas caras debido a la insuficiencia de alineaciones estables: cuando empieza a distribuirse el demo, a CS ya se habían acercado Antonio Zelada (como grupo, Resplandor estaba en estado embrionario), Carlos Mariño (en proceso de consolidar Girálea) y Christian Galarreta (grabando solo bajo el edificante chaplín de DiosMeHaViolado); pero ninguno de ellos tenía todavía tropa enlistada. Desde el vamos, Compilación I tiene todas las trazas de una declaración de principios que convulsiona por igual mar y tierra. En sus sesenta minutos, violenta el aire con resonancias vanguardistas, desafiando (casi) cualquier predicción de parte del oyente -todo un uneasy listening trip. Para obtener un sacudón de tales magnitudes, es indispensable el continuo ensayo, el ajuste preciso, el entendimiento intuitivo, sacar todo el partido posible a los equipos y efectos de que se dispone; pero también saber captar/aprovechar lo que el Azar ofrece a cada instante, perennizándolo en el proceso de grabación. Un axioma metodológico que esbozase por primera Jimi Hendrix, y que ha sido aprehendido por gente tan dispar y genial como Miles Davis y Brian Eno.
La anglófila consonancia shoegazing de Catervas y Espira induce a un estado de tranquilidad en la primera parte de cada lado. Si bien “A Caminar” ha sido catalogada alguna vez como el “She’s Lost Control” de Catervas, la pieza no deja de nutrirse de cierta espacialidad atmosférica. Ídem con “Espiral Mi Alma” de Espira, que está más cerca de su ágil etapa como Claroscuro. De cualquier modo, sonando angélicos (“b-2ble-p”) o melancólicos (“Cielo De Azul Ensueño”), ambos lados/grupos sorprenden al escucha por sus planteamientos heterodoxos, experimentando con el sonido, envolviéndolo en diáfanas sedas de ruido etéreo.
Fractal, autodefinido en esos años como “la dinámica del caos”, marca el punto de inflexión -por contraste, es una experiencia de visos pesadillescos. Moviéndose entre la psicodelia marca Silver Apples/Red Krayola, el proto-industrial más denso, la música abstracta/concreta, todo presurizado bajo enfoque aleatorio; Wilder y Wilmer -ayudados por Hugo Medina, de Hipnoascención- entregan “Oh, Dios!” y los 11 minutos de “Etersónico” colgándose de las teorías minimalistas/maximalistas de Sonic Boom (ícono indiscutido de WGA). Rebasada esa cúspide/sima, Hipnoascención no puede apreciarse sino anecdóticamente. Más tirado para el lado “melódico” de Spacemen 3 (léase Jason Pierce), lo suyo (“Alma De Neón”, “Mística Creación”) revitaliza al oyente tras el fierrazo que implica cada lado, sin llegar mucho más allá. A pesar de mis objeciones personales para con estos “primerizos” Hipnoascención, he de admitir que los cuatro destacamentos de Compilación I saltaron a la palestra varios cuerpos por delante de lo que entonces se hacía aquí -con excepciones como las de El Aire o Insumisión, aunque ése ya es otro rollo.
(Porque, si bien es más estéticamente interesante, Crisálida Sónica no fue el único manchón que se aproximó entonces al Ruido. Hubo otro igualmente importante, aupado por Leonardo Bacteria y los músicos electrónicos abroquelados en derredor de otra interesante cinta de escaso tiraje, Estudios Embriológicos De Deformaciones: Compilación Ambient/Industrial/Noise Peruano. Para su justa reivindicación, se deberá esperar a que el título aludido esté cuando menos disponible en formato digital.)
Contrario a lo que pudiera suponerse, aún hoy la estela de Crisálida Sónica no es mesurable en términos mediáticos, ya que su propuesta misma dificultaba un acercamiento más -digamos- mayoritario. El guapeo de su cachetadón debe medirse según las rutas que abrió y que, eventualmente, atravesaron muchos de sus hijos -directos o indirectos, legítimos o bastardos. Ambos componentes de su legado -caminos y proles- están indisolublemente ligados a la movida independiente peruana, que siempre ha tenido cerrado el acceso a los medios masivos de comunicación.
Compilación I levantó una oleada independiente de grupos/proyectos que tuvieron mucha actividad en vivo, algunas veces compartiendo tabladillo con la mancha crisálida, pero poco legado en estudio. Acabado el sueño de Espira, Raúl Ochoa fundó M.A.R.U.J.A. al lado de Manuel Rodríguez (homónimo del infame cura lavacocos que aspavientaba a fines de los 90s por el canal del Estado). Derruida la utopía de Avalonia, Fernando Ponce se enfrasca en el unipersonal Labioxina, que alcanzó a colar “Are You Foam?” en el recomendable recopilatorio Solutions & Remedies (1998, orquestado en el exterior por la discográfica Claire Records). Ponce confirma la grabación de un extended play del que ni siquiera él guarda copia ni archivos, y que actualmente se considera perdido. De esa época también datan Bosques De Dios, Gélida (formación más a lo Main, de la que emergería Transparente), Girálea, Raúl P.R.I.V.A.T., Laiqa, X-Dios-0 (pronúnciese “pordiosero”), DiosMeHaViolado (que derivase en Evamuss), Lunik y Polaroyd. Otros actos destacables son Ionaxs, Triplex-B-Magnafusa (cuyo nombre César Alcázar reduciría a Magnafusa) y los estupendos Jardín del período ’99-’03. De todos ellos, sólo la mitad entró al estudio a grabar más de un par de canciones.
III
Hacia el 2009 empezó a difundirse en la blogósfera Bajo Tus Sueños EP, debut de Espira que circuló entre los allegados a Burga un año antes de Compilación I. Los primeros pasos que pueden considerarse “oficiales” de Espira, empero, los dio el demo Electr-Om (inicios de 1998), en una onda dramáticamente distinta a lo antes expuesto. Kraut, post rock y hasta coqueteos con el prog; envasados al vacío y a temperatura cero, en una hora que entierra el ensoñador feedback de las jornadas en el capullo metamórfico (que sí documenta el EP). En años sucesivos, la cosa se pondría más radical con La Ira De Dios, entente de psicodelia dura que, de tan agresiva, suena a ratos a Motörhead; amén de declaraciones estigmatizando la flama shoegazing de Espira como “mariconada jodida” (sic). Miguel Ángel se ha mantenido activo desde entonces con infinidad de proyectos: La Garúa, 3AM, Necromongo, Ande...
Fractal unió fuerzas con Evamuss para el split Alustru(Bla)³ (1998), inquietante coctel de aridez y de punzante dub. A poco de finalizar el año, Fractal se estrena con un demo epónimo que se cuenta entre lo mejorcito que jamás se haya hecho en estos lares. Desafortunadamente, fuera de “Mis Lágrimas En Tu Rostro”, que ya venía anticipada en Compilación I y que aparece completa en el compilado Las Estrellas Están Tan Lejos (SuperSpace Records, 2004), contados son los testimonios que dejó Wilder enfundándose esa piel. La vida después de Fractal trajo a El Conejo De Gaia (3 producciones, de las que prescribimos Esperando Que La Luz Retorne, 2003), cuchumil proyectos/registros (Ultravelvet, Cono Norte 3, Martelenor, La Confitería Es La Mejor De Las Religiones) y a Wilder recuperando su nombre civil.
Catervas abandonó el rígido encorsetamiento avant garde para tentar un cómputo más cercano al rock independiente. La jugada, precedida de un tape epónimo cuyo primer lado no ignoraba los 80s, le dio copiosos frutos en una puesta de largo “oficial” asimismo epónima. Sin duda, Catervas seguirá siendo para mis adentros la mejor placa peruana del ejercicio 2001. Después del baldazo de agua helada de Semáforos (2004), los mandos volvieron a responder con Hoy Más Que Ayer (2008). Tras Aquella Luz Que Encendimos: 1990-2009, compendio de rarezas, inéditos y “digitalizaciones” que festejaba sus dos decenios de existencia -y cuyo mayor atractivo es el de repescar varios temas del demo del ’98-; y el cumplidor Lo Que Brilla En Tu Paisaje (2014), la aventura de los hermanos Reyes completó del todo la metamorfosis con un apoteósico Los Cielos Vuelan Otra Vez (2018).
Últimos en acribillar el sueño comunal, los díscolos Hipnoascención dieron un primer paso que alargaba lo practicado en el compilatorio del ‘97. A ese epónimo debut (1999), le sucedió una maqueta de space rock que, sin llegar a logro concluyente, los mostraba depurando la tutela de Jason Pierce: Mixtura (2000). La conversión a códigos neopsicodélicos de marca Manchester se produjo -ya bajo formato CD- en UI-SEC/ÚltimaSecuencia (2005), y quedó refrendada con un nuevo epónimo (2008) que a día de hoy sigue siendo su canto de cisne.
Como puede deducirse, Hipnoascención y Catervas son los dos únicos grupos de Crisálida Sónica que aún respiran. Mas, a diferencia de Catervas, que ha hecho meritoria carrera en los terrenos del indie rock lejos de las coordenadas visitadas por Electro-Z, Abrelatas o Kinder; el andar taciturno de los longevos Hipnoascención tiene un valor agregado del que la banda de los Reyes carece: su persistencia los convirtió en el avatar del psychedelic space rock patrio, inspirando a varios grupos -Leche Plus, Pastizal, Transparente, Sounds Of Salomón Jedidías & Space Rock, lo mejor de Les Replicants. Además, en sus filas batalló Danny Caballero, que luego insuflase Audiogalaxia y Paruro, nombres básicos del ruidismo digital lorcho más inclemente.
IV
El nuevo milenio ha resarcido la herencia de Crisálida Sónica, proveyendo combos que apuestan por la más férrea heterodoxia. De las cenizas de Girálea, Espira y H.A.L., Aldo Castillejos y Carlos Mariño cuajaron primero Qondor y luego la excitante aventura ácida de Serpentina Satélite. Qondor, es más, ha conocido una vigorosa segunda vida reconvenido como Culto Al Qondor (con Miguel Ángel Burga y José Antonio Flores). César Alcázar guardó en un cajón el marbete de Magnafusa y se reinventó como Las Vacas De Wisconsin en comandita con el ex Espira Renzo Lari, maravilloso ensamble que nunca pudo concretar rodaja propia (“la banda que nunca fue”, todavía la llaman algunos/as). Influenciados por la etapa post-Crisálida Sónica de Espira, Carlos Torres y Ronald Sánchez propulsaron como Altiplano un excelente La Corte Cósmica (2005). A la par de Altiplano, Sánchez ha desarrollado una notable carrera como compositor de música para instalaciones/exposiciones temporales y permanentes de índole cultural. Y Elegante e Ida abrazaron de lleno los feudos IDM. Eso, para no explayarme con la camada electrónica de La Oroya (Huancayo), hijos confesos de los pioneros sónicos: Xtredan, Colores En Espiral, Alcaloidë, Corazones En El Espacio, Invisible Ambiente... -algunos de estos sucesores se trasladaron a Lima y fundaron Chip Musik Records, principal proveedor de electrónica post rave para el circuito independiente peruano. O con unidades como The Shego, Pez Plátano, Quilluya, Piloto Copiloto, La Vie, The Electric Butterflies (primera referencia perucha nada menos que en la impecable revista británica The Wire), Fiorella16, Nahunoise, El Divino Juego Del Caos, Registros Akásicos (Castillejos), NRA Ruido, The Peruvian Red Rockets, Metástasis, Sajjra (Galarreta), Kusama, Parahelio...
En el ocaso de los 00s, alguien habló de la necesidad de una Crisálida Sónica 2.0. La idea no era descabellada, pero tampoco instancia imprescindible. Las circunstancias han cambiado: ahora Internet facilita un efecto viral a escala planetaria, público no falta, cualquiera puede apertrecharse de equipos como Dios manda... Y si uno/a echa dos o tres vistas al patio, siempre encontrará, en más de un lugar, a gente en constante nado contra la corriente. Más que todas las anteriores, quizá sea ésa la mayor consecuencia que provocó con su verbo y sus actos una estirpe de solitarios hace 25 años. Razón de sobra por la que siempre hemos de estarles agradecidos/as quienes consideramos a la Música realidad primera y última de nuestras vidas.
Hákim de Merv
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