(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 26 de julio del 2023.)
Indicando de antemano una mirada furtiva antes que un cierto repaso a la obra del proyecto, tres son los remixes de Gala EP. De esa terna de relecturas, dos proceden de originales de Ikigai (生きがい) (‘22), en tanto la tercera extrae su materia prima de Okuraseru (‘17); rodaja con que MP acentuó la diversificación sonora que ya había empezado Nymph EP (también ‘17). Los tracks del ‘22 han sido remezclados por Siam Liam: “Gala (ねこ)” e “Ikigai (生きがい)”. En ambos casos, el tratamiento es bastante similar: acaso “Ikigai...” no disponga de la opacidad nublada/sobresaturada que da la bienvenida al escucha en “Gala...” y que luego declina, pero sí comparte el trastoque de cadencias basado en una selección de loopeados muestreos de su modelo matriz (como también le sucede a “Gala...”).
Resulta interesante repasar varias veces la dupla de cortes nuevos que incluye Gala EP. Ambos parecen comportar un retorno a los días en que Miyagi Pitcher blasonaba de una pureza vaporwave, que encandilaba ante la casi nula presencia de otros compañeros de trinchera sobre suelo patrio. Y digo “parecen” porque no es la primera vez que me queda la sensación de que el individualista oroíno tienta volver por sus primigenios fueros. Como tantos otros en el pasado, en este caso lo logra, pero vaya uno/a a saber si será ésa la nueva dirección del siguiente capítulo. Por el momento, basta para ilusionarse: mientras el mallsoft de “Wabi-Sabi” nos regresa a las épocas de Blonde y de Honey (’16), con la calidez pastel y el glo-fi de sus teclados, el muzakcore de “Komorebi” subraya jornadas más recientes del unipersonal en que se ha buscado restituir al vaporwave al lugar preponderante que ostentaba en la retórica Pitcher -ambient pop afín a la glosolalia y a la psicodelia, preñado de alusiones directas al específico pasado ochentero en que se recrea el también llamado VHS pop.
Lo nuevo de su cosecha, Desastres Naturales Para Niños es el mejor álbum de Kinder a la fecha. Y no precisamente porque se haya implementado otro golpe de timón en la travesía. El sonido es, en esencia, el mismo validado por el precedente Migraciones -uno que jamás se priva del groove hegemónico en los jammings, que pese a ello mantiene control íntegro de cada uno de sus aspectos, que a través de ese delicado balance no sólo se ensambla y cohesiona de maravillas, sino que además ejerce el ilusionismo de la unicidad estilística realizando malabares con los códigos abrazados durante por lo menos trece años.
¿No hay novedades, entonces? Sí, y éstas son cruciales. La más sutil es la asimilación inteligente y consecuente ósmosis de formas depuradas tanto del indie rock como del post rock del nuevo milenio y del math rock. Aunque la velocidad del math, que ya poco o nada se sincroniza con la del drum’n’bass, sea la que dictamine el brioso paso durante casi todo el esférico; ésta no opaca la filia indie marca 90s que domina muchas de las atmósferas elaboradas por guitarras y teclados en Kinder. Es, de hecho, esta conjunción la que permite el símil con el post rock que traspuso el Año del Jubileo: además de acreditar unos envidiables acierto y timing instrumentales, el indie matematizado de “Las Colinas”, el paisajismo metamórfico de “Porque Eso Es Lo Que Somos”, la poliédrica “Tomorrow I’ll Radiate” (acompañándose de La Cueva Del Oso) o la apagada pesadumbre de “Incendios” (el ancla del plástico) son indubitables lecciones del quinteto a este respecto.
Dejándose de prejuicios fofos y de ansiedades momentáneas, me pregunto qué pensarían al audicionar este opus quienes fueron a la hasta-ahora-única presentación de The Cure en Lima y se desvivieron tratando de apurar a los Kinder para que terminasen su set. Si tuviesen dos dedos de frente, se les debería caer la cara de vergüenza. Notorio candidato a disco del ejercicio ‘23, el que han alumbrado Nicolas Gjivanovic, Esteban Rodríguez, Mariano La Torre, Luis Alonso Altamirano y Francisco Borges -los dos últimos, batería y bajo respectivamente, nuevos integrantes de la familia. Ello explica por qué la sección rítmica del alias asoma rejuvenecida y decisiva en este extraordinario esfuerzo.
Hákim de Merv
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