Cumpliéndose en
este 2018 nada menos que 128 calendarios de su natalicio, y hallándonos ya en
camino de conmemorar el centenario de su partida -restan diecinueve almanaques
y contando-, aún la Humanidad vive fascinada con las cosmogonías de delirio que
escribió/¿transcribió? Howard Phillips Lovecraft, el padre del cuento
materialista del terror. Detalle no menor: sin importar cuánto han avanzado desde
su desaparición las artes plásticas, la técnica narrativa literaria o “el
versátil celuloide” (Jorge Luis Borges dixit); el horror transgaláctico del que
se hiciese eco el genio de Providence, aquello que las palabras (de su tiempo) se
resistían a/no podían describir, sigue eludiendo cualquier representación
cabal, y alimentando de paso el atávico miedo que yace en el subconsciente de
la especie.
La Música, el arte
que elegí honrar todos los días de mi vida, no ha sido en absoluto ajena a esa
fascinación; si bien podría decirse que ha corrido con similar suerte que el
resto de las manifestaciones que han intentado digamos “corporizar” el ciego
terror preternatural del onirófago autor usamericano. Casi en todos los
rincones del mundo civilizado, el maestro siempre ha tenido devotos entre los
músicos pop: desde los inclasificables alemanes Necronomicon y su magistral Tips Zum Selbstmord (1972, existe otra banda germana con el mismo nombre, avocada al thrash) hasta los en-su-tiempo
desconocidos norteamericanos H.P. Lovecraft (sendos proto-psicodélicos volúmenes homónimos en 1967 y 1968), desde los franceses Shub-Niggurath y su
avant prog rock hasta el virginiano proyecto unipersonal Out Of Orion, desde
las compilaciones underground ibéricas Necronomicon
(1984-1987) hasta los ucranianos Yog Sothoth, pasando por guiños admirativos
menos notorios pero igual de relevantes -“The Call Of Ktulu” de Metallica,
“Lovecraft In Brooklyn” de The Mountain Goats.
Previsiblemente, también
Latinoamérica se ha rendido al hechizo lovecraftiano. Desde el hermano país de
Chile, tenemos noticias de tributos tales como “Hypnos” y “Marginalia” de
Lluvia Ácida (temas incluidos en el debut Simulación,
1996), el doble EP Erich Zann (2003)
de Fiat600, el grupo Lovecraft de Concepción (el indie chileno en los 90s era
la raja), el proyecto experimental santiaguino Ihä... Con alias casi idéntico a
este último, el año pasado la banda argentina de stoner y psicodelia IAH debutó auspiciosamente, y no olvidemos a sus brasileños colegas de pelotón Necronomicon.
Asimismo, no son pocos los músicos peruanos influenciados por H.P.: Insumisión,
Fractal, Dios Hastío, La Ira De Dios, Maximum Terrorem...
Hace mes y medio, apareció
en la Red In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute To H.P. Lovecraft. No es el primer disco colectivo que
homenajea a quien tal vez sea el literato misántropo más famoso de la Historia,
ya que está el antecedente del latinoamericano El Ceremonial (2016), pero a la fecha sí es el más logrado. Curado
por Raffaele Pezzella, único miembro de Sonologyst y responsable de la plataforma
Unexplained Sounds, In Tenebris Scriptus...
viene respaldado por la reputación que se han construido tanto la escudería
como su sello subsidiario Eighth Tower Records. A saber: un cuidadoso catálogo
de grupos, artistas y elefantiásicas recopilaciones temáticas signadas por un
dark ambient experimental y rigurosamente ritualista, por una impredecible
drone music subterránea y profundamente deudora del post industrial cercano a
la experimentación sónica noventera, por una voracidad insaciable para mapear
corrientes telúricas similares de todas las latitudes posibles. Como muestra, cuatro
títulos: Visions Of Darkness In Iranian Contemporary Composition (2017), The Cave Of Metaphysical Darkness & Lights (2018) de Moloch
Conspiracy, New Modernism (2018), y Ancient Death Cults And Beliefs (2015) de Sonologyst.
Un factor que
parece siempre ser tomado muy en cuenta por la label italiana, para todos los
lanzamientos que nutren su nómina, es la potencia del volumen. La mayoría se
inclinaría por afirmar que ésta casi no existe, porque siendo la música el 100%
de las veces la encarnación de tenebrosas visiones pesadillescas, es regla que el
volumen no adquiera demasiado protagonismo principal. Las reglas, sin embargo,
se hacen justamente para romperse: a mi parecer, existe una modulación del
volumen, y ello se hace evidente en los momentos en que la música alcanza picos
de monstruosa distorsión de la realidad sonora -ahí reparas en que el volumen
no sube, sino que se engrosa, se robustece, envolviéndote en una experiencia
que puede llegar a ser aterradora.
En este aspecto, In Tenebris Scriptus... no es la
excepción: cavernoso drone maximalista, pánico ante cualquier atisbo de rítmica
o de percusión, rechazo implícito a la menor concesión melódica -no te dejes
engatusar por la apertura “Dwelling In Mayhem”, de Monocube, que incluye una
guitarra acústica ensayando arabescos varios. En cierto modo, el del disco es
un aliento que califica como “ruido”, no en la dirección patentada por las
vanguardias digitales de hace dos décadas, sino más a lo masas cataclísmicas de
sonidos monocordes que reptan deformes indefinidamente.
Se hace menester
subrayar que, en este tributo, el dark ambient/drone marca de la casa es lo
suficientemente dúctil para soportar tratamientos industriales, efectos
subacuáticos (“The Haunter Of The Dark” de Noctilucant, “Corona Nyarlathotepis”
de The Serpent) e incluso cierta salvaje complejidad en medio del caos
(nuclear) de abigarradas suites binarias (“Cryptic Realms” de Sonologyst, “The
Shadow Over Innsmouth” de Moloch Conspiracy). Esto le confiere a In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute
To H.P. Lovecraft un aura de escalofriante majestuosidad. Muy
probablemente, la música que mejor interpreta todo lo que Lovecraft dijo con
palabras: es, por decir lo menos, inquietante los muchos tonos de negro que el
tímpano puede identificar aquí y en todas las publicaciones de la disquera.
Laudos para los
participantes y sobre todo para Unexplained Sounds, que se la jugó arriesgando
harto y ganó en buena ley.
Hákim de Merv
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