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jueves, 16 de febrero de 2023

Varsovia: Diseñar Y Destruir // Hunters Of The Alps: Today Mañana EP // Ayahuaira: Qarqaria // Gacelasheladas: Lo Difícil De No Pensar EP // Aloysius Acker: Last Seconds Of A Cloud // Domingo: Tarde Para Regresar EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 8 de febrero del 2023.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2022 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (III)

Que la crisis de forma y contenido que en nuestros países soporta el (caduco) modelo neoliberal, ha radicalizado las opiniones en torno suyo a favor y en contra, es una descripción que difícilmente puede ponerse en entredicho. Con mayor razón en el Perú, donde el encono ha crecido a pasos agigantados desde principios de la década pasada, permeando todos los aspectos de la vida cotidiana. Qué mejor prueba de ello que la largada en falso del álbum póstumo de Varsovia, a fines del ‘20.

En efecto, por esas fechas se hizo pública una versión de Diseñar Y Destruir que no contaba con el visto bueno de Fernando Pinzás y Dante Gonzáles, los dos tercios del grupo que mantenían poder de decisión en todo lo relacionado a éste. Había factores de carácter artístico que ya no avalaban, por supuesto, pero la razón de fondo se relacionaba al hecho de que las tomas entonces difundidas habían sido grabadas con el concurso de Carla Vallenas, segunda frontwoman de Varsovia y fuente constante de fricciones debido a irreconciliables posturas políticas. A Gonzáles y a Pinzás, que no son excluyentemente de izquierda, les molestaba sobremanera legar el testamento de la banda con las vocales de alguien abiertamente fachoderechista -que, verbigracia, se negaba a seguir cantando “Cardenal En El Infierno” en las tocadas.

Mediando el retorno de la gritante original Sheri Corleone (quien vivió una estadía en Países Bajos), casi dos años después de aparecida la versión apócrifa culmina Varsovia el “rework” de las canciones reunidas en DYD, escritas entre el ‘15 y el ‘17 -esto es, a renglón seguido del estreno Recursos Inhumanos (‘14). Ello ha comportado la resurrección temporal del trío para compromisos promocionales del disco, finalmente colgado en octubre del ‘22 en el BandCamp de Buh Records -que también se ha encargado de la edición vinílica. Descontando el affaire de la voz, las modificaciones practicadas son si bien pequeñas, importantes.

El track list esgrime ahora un orden muy distinto. Al opus, además, se le han adjudicado ornamentos de sesgo EBM, industrial y hasta proto-trance; lo que redunda en una galvanización más intensa, en una musculatura más recia, en un imaginario más oscuro. Considerando que lo de Varsovia fue siempre synth punk, estas adiciones nimban a Diseñar Y Destruir de una aureola de tirantez levemente angustiosa, catapultando su retórica a niveles hiperbólicos. Ni siquiera en “Obedecer Sin Cuestionar”, en “Diseñar Y Destruir” (guitarra de Óscar Reátegui, de Dios Hastío) o en “Hablemos Claramente” (que samplea un discurso de Juan Velasco Alvarado); donde el synth punk que guiñaba a Suicide en Recursos... luce más nítido, éste permanece inmaculado. La filiación electronic body music va en ascenso desde el minuto cero, con las violentas secuencias martilleantes de Gonzáles y los tumultuosos sintes incendiarios de Pinzás, terminando por llevar al terceto a las puertas mismas del género en la despedida con “Torres De Tensión” (que tiene idénticamente aristas a lo Ibiza). Impávidamente machacón y dantesco, el sonido industrial hinca el diente en la apocalíptica “Cuerpos Anestesiados”, en la sepulcral “Palabra Del Demonio”, en la densa y sórdida “Gallinazos”. Corleone ofrece una performance tortuosa, siniestra y enajenada en estas piezas, correspondiendo así al esfuerzo de sus cofrades.

Mención aparte merece “Entre Velas Encendidas”. Cierto, puede reseñarse influenciada por los primeros actos EBM. La lastimera/quejumbrosa entonación que Sheri reserva para sus líneas le ubican, empero, más próxima a una tentativa electro-dark -probablemente, lo más cerca que ha estado nunca Varsovia del dark-gothic.

Esta sordidez, esta opacidad, no son gratuitas. Cuando escudriñas sus letras y los tópicos que aborda, notas que Diseñar Y Destruir no sólo es el postrer suspiro de Varsovia. Es asimismo el exorcismo de toneladas de mala vibra sedimentadas en las generaciones a las que les tocó vivir, bien en cancha bien en tribuna, la década dura del terrorismo en el país -los 80s. Una década donde la nación fue constantemente disputada, y más a menudo desgajada, por las fuerzas armadas y las organizaciones subversivas; en el marco de la guerra interna de baja intensidad que (mal)acostumbró a la población civil -tanto urbana como rural- a habitar el submundo de apagones, atentados y crónica zozobra existencial. Ése que millennials y centennials ignoran con el mayor de los desparpajos. Lástima que sea éste el adiós definitivo para Varsovia. La suerte, sin embargo, ya estaba echada en el ’17, cuando la terna se disolvió de facto. Con Vallenas fuera de órbita, Dante y Fernando se dedicaron a sus respectivos proyectos de vida, sin perder la complicidad indispensable para por fin hacer realidad este acetato.

Un EP como el jugado por Hunters Of The Alps para saltar el año anterior a la arena de las escenas independientes de sabor patrio, es menos infrecuente de lo que pudiera pensarse. Más extrañas son las coyunturas que han rodeado a este ni-tan-nuevo alias y determinado el sino que ha discurrido en su ruteo.

El rostro tras HOTA es el de Mario Giancarlo Garibaldi, compatriota emigrado a Miami. He leído que el a.k.a. nace como tándem en el ‘12, acompañado por entonces Garibaldi del también peruano Jorge Velásquez. Se dice que la dupla tuvo cierto rodaje en tierras septentrionales, lo que se me hace difícil de creer, toda vez que el extended ha sido presentado con bombos y platillos como el debut absoluto del hoy unipersonal. La presentación en sociedad, pues, ha sido diferida durante dos lustros.

Today Mañana EP, deslicé al iniciar este comentario, es menos insular de lo que sus circunstancias podrían denotar. Su pathos es idéntico al del genial Parallel Time EP de Blind Dancers, por citar un caso siempre a la mano. Siendo el músico un migrante, es bastante predecible que su ópera prima rezume esa nostalgia propia de quien ha vivido largos años lejos de la querencia/del terruño que le vio nacer. Lo que no siempre sucede es que esa añorante tribulación sea versificada en viñetas de pop exquisito, elegante y dinámico.

De “Miedo” a “Moment For Forgiveness”, me muevo en senderos dominados por un pop nostálgico de estupenda manufactura. Esa morriña se revela utilizando varias caras. La de los medios tiempos como “Moment...” (que conecta con la esencia de Peter Green y sus Fleetwood Mac) o “Tormenta” (de imponentes cortinas de teclados), es una de ellas. Otra es la de melodías de una vitalidad a la usanza del pop que sobrevivió sin inclinarse hacia el rock alternativo/grunge ni hacia el shoegazing, hasta que al promediar los 90s Garbage le dio el tiro de gracia, como “Cul De Sac” (guiñazos a The Ocean Blue) o “Tatuada” (buen trabajo de secuencias). Y otra más podría ser esa mezcla de estilizada electro-bossa nova y lounge pop que Garibaldi se saca de la manga para apechugar la relectura de “Costumbres”, original de Juan Gabriel y popularizada tiempo ha por Rocío Dúrcal.

A pesar de la diversidad de semblantes acreditada por Hunters Of The Alps, nada en la puesta de corto tiene pierde. Esto se debe a que el gran elemento unificador del extended es el excelente color de voz de Mario -la manera en que las vocales logran adaptarse a cada track de Today Mañana EP me inspira la imagen de un PedroPiedra de raíces peruanas.

Al voltear la quincena de abril del ‘22, se dispuso online un nuevo esfuerzo discográfico de Ayahuaira, agrupación que practica un black metal de letras abrumadas de referencias a la cultura y mitología quechuas provenientes de Huancayo. Esta particularidad le imprime un fortísimo aire tribal al incontenible aluvión de graves imperceptibles y de eléctricas que se precipitan raudas hacia riffs iterativos y trémolos apuñalados de reverb y distorsión, así como al titánico dique de los consabidos blast beats a los que es tan afecto el subgénero de nórdica procedencia. En consonancia con éste, los integrantes del juninense comando metalero se esconden tras crípticos seudónimos: Ochoja (primera guitarra), Sajgra (voz), Chopjas Atipac (bajo) y Mapache (batería y segunda guitarra).

Qarqaria, no obstante, viene a ser el cuarto acápite en la carrera de una sociedad que se cristalizó en 1999. Dicha carrera empezó un año después con el demotape El Poder De La Divinidad, siguió en el ‘02 con la maqueta El Dominio De La Verdadera Fuerza Suprema, y esperó por Wanka Bélica hasta fines del ‘11. Se trata, en consecuencia, de un itinerario de prolongados silencios -que en 23 años de desplazamiento sólo ha conocido cuatro paraderos.

Como si la falta de periodicidad le pasase factura al cuarteto, la primera mitad de su nuevo larga duración está reservada para el respectivo “reacondicionamiento físico”. La breve intro acústica de ribetes folk de “Lucanamarca Masacre” se desvanece rápidamente ante la irrupción de la electricidad conducida vía una pesada guitarra que no llega a estar demasiado tupida. Los efectos tipo metralleta al anochecer del canal se hacen eco de la barbarie de los hechos ocurridos en la localidad ayacuchana del mismo nombre (abril del ‘83). Con “Guerrero De Barro”, el black metal pisa más firme, aunque todavía sin la contundencia exigida. La que sí adquiere mayor protagonismo es la voz de Sajgra -una voz que ha superado cientos de veces los límites de enrojecimiento y sangrado, que luce hoy raspante y chillona, de igual modo que apenas descifrable. En “Qanpeq Taki Onkoy”, los cuatro disminuyen un poco las revoluciones, mientras que en “Mensajero De La Muerte” la tropa alternativamente se emputa y se atempera, dosificando tempos y encajando cuñas.

A partir de “Aynis”, el combo wanka asume control completo de sus capacidades, a la par que incrementa las alusiones al imaginario quechua-pagano-diabólico en las líricas que dispara. No hay que olvidar la feroz militancia anticristiana del black metal, que subsecuentemente abunda en reivindicaciones paganas, cuando no satánicas. Los blast beats a velocidades lindantes con el hardcore son la norma, pero Ayahuaira gusta de contrastarles empleando nodos de inflexión para la indesmayable marcha, como sucede en “Ayachaquinan”. El cenit de Qarqaria llega con la canción homónima, dedicada a la maligna criatura mitológica que adorna la carátula del CD -y que no es otra que aquella conocida en el sur altoandino como jarjacha, el demonio del incesto.

Ayahuaira homenajea a uno de sus principales referentes folklóricos, Los Kjarkas, ensayando una metálica variante de “Vientos Del Sur”. Razonablemente respetuosa del original, la versión concluye la travesía propuesta en Qarqaria. Ojalá no tengamos que esperar una década o más para su sucesor. La edición física en compacto corre por cuenta de la independiente capitalina Austral Holocaust Productions.

Alejandro Sarmiento estudia composición musical en la PUCP. Estuvo antes en Marbette y actualmente integra Superyó, alineaciones ninguna de las cuales había escuchado hasta ahora ni tan siquiera de oídas. Tampoco el nom de guerre de Gacelasheladas -pero la aparición de su primer EP, Lo Difícil De No Pensar, le puso de todas maneras bajo el radar.

Como sucede en el caso de los Chinese Park, Gacelasheladas lleva algún tiempo grabando y subiendo a Internet algunas de sus composiciones. La primera de ellas se cuelga el 30/03/20, cuando la pandemia del COVID-19 ya estaba declarada, y se había decretado en el Perú la emergencia sanitaria (“Ay Sí, Ay Sí, Todo Me Pasa A Mí (Lo Fi Remaster)”). De los cuatro cortes adelantados, sólo vale la pena mencionar éste y “No Sé Nadar, Pienso Violeta”. Los restantes, publicados durante el ‘21, suponen coqueteos con el trap francamente inmamables. En todo caso, ninguno ha sido repescado en el esférico.

Lo Difícil De No Pensar EP, ergo, se compone de cuatro rounds no editados previamente. Cuatro pistas en las cuales Gacelasheladas retoma el camino de los dos primeros singles virtuales. Pop con mayúsculas, que rebota entre varias salientes y camaleónicamente adopta el aspecto de éstas. “Gripe”, para empezar, es una demostración de lúdico lo fi, hiriente y doloroso. El contraste con “Surfeando Sin Olas En Italia” o “Copo” es más que palpable, si bien ambos números han sido cortados según diferentes moldes: pese a su vitalidad, el primero no es demasiado colorido, sobre todo tras la metamorfosis hacia el college rock usamericano noventero (concretada antes del minuto y medio). El segundo, en cambio, es la balada de cierre; y por lejos el asalto más dilatado del plástico.

El indie pop de “Otoño, Amsterdam Está Sola + Boxtel”, en tanto, se esfuma conforme la canción se “aflamenca”; antes de transformarse en lo que podría describirse como bedroom pop aderezado por Fernando García Escaró (a) Garzo (Metamorphosis, Radiación Selenita, Plug-Plug). A pesar de las disparidades, el artefacto completo funciona como banda sonora para las clásicas fogatas de campamento a altas horas de la noche. Aceptable, y suficiente por ahora. Edita Anti Rudo Records.

Bien distintas unas de otras, de las tres facetas bajo las que José Rodríguez publica documentos sonoros, sin duda Aloysius Acker es la que más satisfacciones le ha reportado. Entre EPs, mini-LPs y placas de largo aliento; esta identidad suya lleva ya ocho títulos a cuestas, algunos más redondos que otros, algunos más conmovedores que otros. El último de éstos, un mini-álbum eyectado en primera instancia a través de SuperSpace Records, posee un nombre lo bastante hermoso como para inscribirle en la maravillosa tradición del primigenio post rock británico.

Algo de eso tiene, pero Last Seconds Of A Cloud no sólo se alimenta de este detritus. Desarrolla AA aquí prolongaciones hacia el bliss pop y, en menor medida, el shoegazing. El magma que de esa conjunción brota es procesado por el autor manejando copiosamente motivos lánguidos/laxos. De este modo, la impresión general es la de estar ante el registro más apacible editado a la fecha por la factoría Acker.

En los cuatro tracks de Last Seconds..., pues, se revuelven y maridan el baggy y su pariente/descendiente más cercano -el bliss. En “Moonlight Monologue” y en “The Sky Is Still Sleeping”, la natural aleación se transforma en inmaculado ambient etéreo de estructuras líquidas. En “A Bird Freezing To Death” y en “Last Seconds Of A Cloud”, se acrisola además la vertiente inglesa del post rock de los 90s -léase Insides, la evolución de Main posterior al Motion Pool (1994). Previsiblemente, estos dos últimos números son los que asimilan grabaciones de campo proporcionadas por Anamorph Experimental Music, artista vienesa que ya antes había colaborado con otro unipersonal perucho -el arequipeño La Vie.

Cualquiera de los temas recogidos en LSOAC atestigua la mirada serena, la actitud contemplativa, el impulso minimal que presidiese el espíritu del artista durante la creación y grabación de los mismos -que éstos formasen parte de un único volumen, como afirma Rodríguez en la sumilla de BandCamp, es meramente incidental. O tal vez mandato del Destino, en su infinita sabiduría.

Profundamente comprometida con el shoegazing y el post IDM, es desconcertante encontrar en la plantilla de una independiente identificada con las “vanguardias sónicas” a un proyecto como Domingo. José Miranda Espinoza es quien se parapeta tras ese nombre -que es también suyo-, y lo hace dando pie en bola a un extended de indie pop erigido con pocos recursos y mucha fibra emocional. Desconcertante, pero también emocionante, porque habla de una saludable ausencia de prejuicios en quienes dirigen la escudería -y quizá augure una apertura de Chip Musik hacia este rango de sonidos.

Miranda Espinoza es una persona ya algo mayor, que compone desde el ‘92 y ambienta desde el ‘01. Esto último está en directa relación con su perfil laboral: “comunicador audiovisual, diseñador sonoro y acústico de profesión”, reza la escueta biografía de su cuenta SoundCloud. Es también padre de dos hijas, que participan respectivamente en voz (Loreto) y viola (Danitza) en algunas canciones del extended de estreno, y a quienes éste va dedicado. Una sola mirada a la portada basta para darse cuenta del denominador común afectivo que enmarca estas cinco composiciones. “Vuelve A Ser Lunes”, “Después De Que Alguien Ya Cruzó”, “One More Time”, “Con Globos De Color” y la pieza epónima: cinco lienzos de líricas reflexivas y melancólicas, como espejos donde auscultar y sobre todo desterrar desengaños, sobrecogimientos, íntimas cobardías. Un puñado de cantatas que ha necesitado siete años para cobrar definitiva forma, entre Valpo y Lima.

A través de algunas de sus variantes, el indie rock que restalló en los 90s y llegó indemne a principios de los 00s es el factor sónico constante en Tarde Para Regresar EP. Hay algo de lo fi elemental (“One More Time”), algo del Pavement más huevero y naif (“Tarde Para Regresar”), algo del pop agridulce de los escoceses Camera Obscura (“Vuelve A Ser Lunes”), e incluso declaraciones de amor a la superlativa tradición indie surgida en España durante la última década del siglo XX (“Con Globos De Color”).

Sólo por un momento, esa atmósfera relajada y slacker cede ante la irrupción de una tonalidad divergente. Ya el scratch con que empieza y termina “Después De Que Alguien Ya Cruzó” indica un retroceso mayor, hacia esos 80s en que The Cure abandonó el dark y finiquitó su traspaso al pop dulce de The Head On The Door. “Después De Que Alguien...”, de hecho, se parece ligeramente a “The Exploding Boy”, enérgico B-side de la época THOTD -para ello complotan el acabado rústico del track y su uso extensivo de una drum machine.

Se nota que la producción del EP ha sido cuidadosa y esmerada, detalle que no entra en conflicto por fuerza con el aire desprolijo del registro. Al contrario, lo sostiene y reafirma. Así es la música de Domingo, que ha anunciado su primer álbum e incluso ha lanzado ya single de adelanto (“Ha Salido El Sol”).

Hákim de Merv

miércoles, 8 de junio de 2022

The Body Of Horror - Music Inspired By The Cinema Of David Cronenberg // The Great Old Ones: Yog-Sothoth

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de junio del 2022.)

Pese a que durante los 00s las visiones que impelían su poiesis se revistieron de parafernalia que le movió hacia niveles alegóricos antes impensables, hasta Cosmopolis (2012) podía afirmarse que la obra de David Cronenberg seguía en constante evolución. Largometrajes como A Dangerous Method (2011), A History Of Violence (2005) o Eastern Promises (2007) lo mostraban en plena forma -tomándose su tiempo, eso sí, para concretar cada nueva película; a diferencia de los asombrosos promedios editoriales que acreditase en los 80s y en los 90s. Entonces se estrenó Maps To The Stars (2014), drama que apelaba a la sátira sin alcanzar el aprobado que se tenía por inherente al apellido de semejante director. El canadiense debe haber sentido la pegada: de ahí que ocho calendarios medien entre Maps... y su regreso al ecran retomando un viejo proyecto ya tratado en 1970 -Crimes Of The Future anuncia, además, el retorno de Cronenberg en modo Profeta de la Nueva Carne.

De todas formas, el veterano realizador cuenta con una extensa producción que ha sido motivo de diversidad de análisis y acercamientos, así como centro de profunda devoción irradiada más allá del público cinéfilo y/o meramente aficionado -no por las puras, Cronenberg es cuestión aparte en el estudio del séptimo arte. Para más inri, el 4 de marzo Eighth Tower Records lanzó un álbum que guiña precisamente a las superlativas cotas de mutaciones pesadillescas, furiosas crisis existenciales y realidades identitarias relativizadas que hemos enfrentado en Videodrome (1983), eXistenZ (1999), The Brood (1979), Scanners (1981), Naked Lunch (1991) o The Dead Zone (1983). A tal fin, la subsidiaria de la plataforma napolitana Unexplained Sounds hace comparecer en The Body Of Horror - Music Inspired By The Cinema Of David Cronenberg a algunos de los músicos que integran su amplio catálogo -italianos cinco de ellos, mientras que los otros cinco proceden de Estados Unidos (Schloss Tegal), Irán (Dodenskald), España (Kloob) y Suecia (Desiderii Marginis y Jarl).

Contrariamente a lo acaecido con The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy (‘21), los aprensivos climas de discordante ominosidad post industrial conjurados por sus participantes dan lugar en The Body Of Horror... a un dark ambient acerado y filoso, que congenia tonificado con la palpitante épica visceral de los films dirigidos por el Barón de la Sangre. Las siniestras atmósferas preñadas de overtones dronizados adquieren una sustancia que se percibe más como horrenda que como terrorífica, cooptando así la esencia del discurso audiovisual del autor. La tríada compuesta por “Morphogenetical Grafts” (Dodenskald), “ConSec” (UNCODIFIED) y “Metaflesh” (Schloss Tegal) es reveladora a este respecto, con esa pulsante y estruendosa desolación que de vez en cuando (r)estalla gracias a nocivas frecuencias disruptoras. Un par de peldaños más abajo se ubican el asistólico latido de “Dr. Benway’s Narcotics Operation” (Sonologyst), el muestreo que de Naked Lunch hace “The Interzone” (Desiderii Marginis), la apertura “A Cognitive Island Of Fake Tumor Implants” (Sigillum S) y la semi-industriosa “House Of Skin” (Mario Lino Stancati).

Los puntos más altos en una jornada de oleadas de ruido esculpido que se comporta como rarefacto: la excelente “Dead Zone Visions” de Jarl y sobre todo la genialidad cronenbergiana de “Cortical Systematics”, responsabilidad del trío binacional Mortar Devotions. Conformado por el dúo itálico Nona Et Decima y por el finés Aleksei Tsernjavski, este trinomio firma una secuenciada pieza horror synth de desapacible compulsión kinésica. Como si el propio filmmaker norteamericano la hubiese pensado y ejecutado -una delicia.

Afirmaba el recientemente fallecido Rafael Llopis, el más importante glosador del que la hiperbólicamente aterradora cosmogonía de Cthulhu ha gozado en lengua castellana, que todo mito atraviesa cinco etapas antes de su ineluctable deceso: horror numinoso, leyenda folklórica, arte fantástico o terrorífico, humorismo y bufonada. Lo que no previó el célebre estudioso español al acuñar esa aseveración fue que el panteón entrevisto en sueños por H.P. Lovecraft -esta “...religión sabida falsa desde un principio...”- iba a regresar de la muerte con vigores renovados y completamente regenerado. Lo corroboran multitud de manifestaciones artísticas en todo el mundo: sonoras, cinematográficas, literarias, plásticas.

A la par del nuevo material concebido como Sonologyst, Raffaele Pezzella -el capo de Unexplained Sounds y Eighth Tower- se saca de la manga este nuevo alias que inequívocamente responde a una inflamada pasión por el venerable visionario usamericano. The Great Old Ones es, en efecto, un tributo declarado a la creación central de Lovecraft: los Grandes Antiguos, ¿dioses infernales?/¿demonios protectores? que fungen de principales animadores en su mitología. El debut ya marca una pauta fundamental concerniente al devenir del acto -cada nuevo trabajo llevará el nombre de uno de los monstruos lovecraftianos, por lo que no sorprenderá escuchar más adelante placas bautizadas con apelativos como Ithaqua, Ubbo-Sathla, Hastur, Azathoth, Cthugga, Ghatanothoa o Shub-Niggurath.

Yog-Sothoth decanta, depura, reconcentra los hallazgos más significativos de los que se han provisto ambas escuderías en el curso de años. Sorteando la tentación de apelar al audioextremismo, The Great Old Ones hace honor a su denominación con doseles acortinados de zumbidos cuyas incesantes ondulaciones se modulan a base de crescendos truncos y súbitos diminuendos. Las ambientaciones que repujan “The Lurker At The Threshold” (colaboración póstuma entre H.P. y August Derleth, el sanpablo de los mitos de Cthulhu), “Your Servants Call Upon You” o “Born From The Nameless Mist” (Magnum Innominandum del cual nace la mayoría de entidades cósmicas lovecraftianas) son estructuradas por precipitaciones de texturas sónicas absortas en una malignidad epatante. Dark ambient minimalista, que prefiere envolverte antes que pecharte, a medio camino entre la composición contemporánea y una drone music de tóxico ritualismo reptante.

Podría ponderar los atonales retazos ¿vocales? de “The Lurker...” (muy pocas veces un título de estos sellos ofrece la posibilidad de identificar la voz humana, la norma no escrita es que se prescinda de ella), los theremines de serie B acuciados por el tenebrismo expansivo de “Your Servants...”, el ruido vaporizado y re-condensado en titilantes estalagmitas cristalinas de “Born From...”. Al filo de la hora, me decido por ungir el mórbidamente subsónico “Beyond Mortal Comprehension” -veinte minutazos en perfecta sintonía con ese horror cósmico, pero sobre todo ciego y sordo, que nos produce todavía aquello que se halla más allá de la comprensión humana, tantas veces aludido/insinuado por el atormentado escritor de Providence. Que Nyarlatothep lo guarde siempre en su ectoplasma.

Hákim de Merv

jueves, 2 de julio de 2020

Nax: Congelado // Das Leiden: Wounds // Sexores: Salamanca

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de junio del 2020.)

Tras algunos meses arropados por consecutivos singles de adelanto, en marzo recibe luz verde lo nuevo de Nax, banda con sede bonaerense en un inicio acto unipersonal de Nicolás Castello. Por la trinchera gaucha han desfilado muchos músicos, lo que dificulta tener clara la alineación de estos días: Gabriel Hernández, Juan Marcos Hernández (desconozco si existe parentesco), Pablo Bugueiro Bertier, Jonathan Sansone, Nicolás Garimano, Christian Bocon... Si debo hacerle caso a la info consignada en BandCamp, los tres últimos y Castello son quienes actualmente dan forman al line up.

El hoy cuarteto siempre se ha tomado su tiempo para publicar. Parece que Nax cobra vida antes del 2009, siendo 2013 el año en que se da a conocer con Amalgama EP. A partir de allí se suceden espaciadamente lanzamientos cortos, 45s la mayoría de ellos, hasta arribar a Congelado. Debe considerarse a este título su puesta de largo oleada y sacramentada, pues Lunas Azules (2016) es en la práctica un extended que apenas rebasa la barrera de los 16 minutos.

Congelado, además, rescata surcos que llegan a fecharse tres años atrás -lo cual le ayuda a dar pie en bola. “Celebrar Aniversarios” y “Noche” rompen fuegos en accesible y correlona clave shoegazing, empapada de cierta retórica indie (“Ya No Andas En Patineta/Y No Querés Salir A Visitar A Tus Amigos/Ya No Festejas Tus Cumpleaños/Sólo Querés Quedarte Componiendo Tus Canciones”). La mezcla de estudio premia a las quebradizas guitarras, cuyos arpegios combustionan encerrados en un iglú. Mas fuera de su vitalidad, y del hecho de adscribir al romanticismo melódico en forma y contenido, no queda mucho por decir.

El verdadero inicio de Congelado es “Haceme Olvidar”, número más reflexivo y agridulce que sube los rangos noisicos y trastoca en sofocante la indómita caricia del vendaval. Es éste, de otro lado, el punto de apoyo sobre el que Nax se aviene a crecer. Verbigracia “Hechos De Agua”, que retoma la fórmula inicial, sólo que volcándola de lleno hacia la senescente murria de los días otoñales. Algo similar ocurre con la sucinta “Luna”, mientras que “Ángeles De Hielo” opta por tempos más serenos.

En el último segmento del disco, Castello y compañía equilibran todas las variables, desplegándolas en su justa posición. La sección rítmica por fin emerge a la superficie, imprimiendo convincente su huella en la psique del/de la escucha. Los giros melancólicos de las vocales pasan de modo greca a modo viñeta, tal cual lo consiguiesen en “Hechos De Agua”. Las eléctricas resplandecen en ejecuciones que recuerdan a The Stargazer Lilies o Dream Suicides. Así, el rush que arranca con la preciosa “Girasoles” y termina con el canal homónimo de esta entrega alcanza su culmen en “Kria”, toma corregida y aumentada del lado B que acompañase la primera versión single de “Celebrar Aniversarios” (2017).

Por su caleidoscópico talante, los arreglos ambientales remiten veladamente a gente como Glaare (darkgaze), Nicholas Nicholas (indie) o Catch The Breeze (postpunkgaze). Lustre para un plástico al que, es justo explicitarlo, debes darle un par de oportunidades. Por ahora, Nax consigue aprobar con una jornada ácida... amarga... triste...


Acicateado tal vez por el redescubrimiento y nuevo boom del minimal synth, el pop underground empieza a rastrear con desesperación entre subgéneros aparecidos tras la erupción punk, esperando encontrar vetas que insuflar de nueva vida; con el consiguiente aumento estadísticamente improbable de aquello que en paleontología se denomina “lazarus taxon” -en cristiano, especies (estilos) que se desvanecen durante x intervalos geológicos (eras mediáticas), y bruscamente reaparecen después.

No es curioso que la del gothic en su cepa noventas sea de las primeras reanimaciones tentadas. Después de todo, existe un túnel de comunicación entre el territorio synth y el primigenio dark (matriz de la que surgió el rock gótico): la coldwave. Sí es curioso, en cambio, que el resucitado haya obtenido gran acogida en aquestos rumbos del orbe; sobre todo en Colombia (Ferdinand Cärclash, Antiflvx, Cimientos Fecundos) y en México (Stockhaussen, E N T R E M E N T I R A S, Macedonia, El Ojo Y La Navaja...), como atestigua la nómina de InfraVox Records (Perú). Del país de las enchiladas es también Das Leiden, individual de Daniel Rossier que debutase en marzo del 2019 con el sencillo “Suffering”.

Wounds (marzo del año en curso) se balancea entre el EP y el mini-álbum. Dada la naturaleza esencialmente sintética de la artillería que desdobla el músico, el registro desprende desde su efímera apertura “Purcell” un sabor similar al del electrodark de The Shroud o The Electric Hellfire Club. Similar, no idéntico: conforme se suceden composiciones como “Blood”, “Absinthe Drunk” o “Once Again I Sacrifice”; Das Leiden incorpora la herencia de ese gothic cosecha 90s que, teniendo como principal referente a The Sisters Of Mercy, se dejaba seducir por el metal y el industrial.

No obstante, es recién con “Fühlen (Sentir)” y el single ya publicado -rebautizado “The Suffering (Das Leiden)”- que se consolida el proceso de desafectación que Rossier pusiese sobre el tapete tras los primeros acordes. El azteca desmonta el modelo noventero extirpándole esa ampulosidad que terminó devorándolo, desechando la recargada aparatosidad que lucía, simplificando y dinamizando su sonido. Para cuando el láser recorre “The Suffering...” y “Fühlen...”, de la teatralidad inherente al género no quedan ni las virutas.

Estimo que Wounds debe ser de las primeras placas minimal goth que nos reservan los calendarios venideros. Pese a las incógnitas penumbras que rasgan las gélidas coreografías maquinales propuestas por Das Leiden, el camino todavía es largo, de cualquier modo -aún le falta evitar resbalones como “In The Distance”, cliché a más no poder.


Sólo ha transcurrido un bienio y Sexores vuelve con nuevo episodio discográfico, quinto de su caminar si se contabilizan los mini-LPs Amok & Burnout (2011) y Red Rooms (2016). Todavía resuena en estos tímpanos East / West (2018), díptico en formato vinilo que explorase respectivamente las facetas experimental y pop de la querida agrupación ecuatoriana afincada en México. Este contraste de perspectivas no desaparece en Salamanca, pero sí es sublimado debido a varios factores. El más evidente de éstos es su extensión, pues la nueva criatura no es doble.

El más trascendental, inequívocamente, es el bifronte concepto que el dúo ha asumido a consciencia y trabajado durante muchos meses. En efecto, Emilia Bahamonde (a) 2046 y David Yépez (a) 606 realizan una meticulosa investigación sonora acerca de macabras mitologías paganas, tanto tradicionales -entiéndase folklóricas- como pop -entiéndase las provistas por el cine-. Y lo hacen centrándose en el protagonismo que, en torno a estas historias, recae sobre las brujas.

Otro factor determinante ha sido el de la tecnología. Sabido es que la dupla siempre se ha apoyado en ella. En Salamanca, la aborda empleando software libre, lo que imprime en el largo una técnica más cerca del ingenio y la creatividad que de la disponibilidad tecnológica de avanzada. Más punk -una arista que suma al momento de encarar el contenido polisémico de Salamanca, esférico que también acusa trazas de bipolar.

Sí, porque la disparidad de temas se sucede sin tregua, pese a estar el viaje dominado por innegables matices oscuros. La faceta experimental del binomio se materializa desde el fugaz intro de “Aqueronte” (el más conocido de los ríos que atraviesan el inframundo helénico), y se robustece en piezas como la pesadillesca “Death By Burning” (calando la turba que ocasionaba cualquier ajusticiamiento medieval), “Posism + Tiraclaurism” (retorcida programación sintética que inserta a modo de coda un fragmento de “El Beso Que Te Di”, del dueto uruguayo Los Olimareños), la densa “Crapaud” (oscura y monocorde, agregaría) o la canción titular (un genuino aquelarre babélico).

La faceta digamos pop -léase la más accesible- de Salamanca no llega a ser ni tan cacofónica ni tan lúgubre como su contraparte experimental, si bien sus logros no son menores. La maravillosa “Volantia” avisa que el dream pop/shoegazing y la electrónica preservan su lugar central en la dialéctica del tándem. En adelante, éstos y otros códigos serán moldeados por el timing percusivo: así lo corroboran el medio tiempo de “Hannya” (participa nuestra compatriota Noelia Cabrera, de Kusama, Blue Velvet e Isolation Project; guiño de carambola a Onibaba), el dream pop vigorizado de la veloz “The Depressing Sounds Of The Witch”, la estupenda semi-balada “Mistress Of The Marble Hill”, el electrogaze de “Nos Lo Dijo La Serpiente” o la sofisticada “Madre” (delicada melodía al piano con la distorsión racionada).

La travesía ofrece dos ocasiones en que ambas facetas se cruzan, produciendo ambientes de tensión épica. Tanto en “Decretism” como en “Lámpades” (consagrada a las deidades que acompañaban el séquito de la triforme Hécate), el shoegazing, el dark, la electrónica y la atonalidad chocan frontalmente. La colisión provoca prodigios: la luz, lo experimental, el pop, la lobreguez; conviven e interactúan por escasos minutos. Poesía enajenante ahogada en saudade, que sólo en uno y otro caso resiste ser filtrada y refractada.

Espero que Salamanca traiga a Sexores otra vez por estas tierras, y nos permita disfrutar de su consabida presentación en directo, cuando todo este chongo pandémico sea un mal recuerdo. Siempre es un placer verles.


Hákim de Merv

jueves, 18 de junio de 2020

Liquidarlo Celuloide: Anamnesis

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de mayo del 2020.)

Que son días poco favorables para la Creación Heroica, es una afirmación que va convirtiéndose en axioma con cada nuevo almanaque desde el cenit de los 00s. Igualmente vero es que estas fechas se prestan más para deconstruir/revolver/desafiar las etiquetas que el pop contemporáneo forjase en periodos más felices de su generoso devenir. En lo que no hay acuerdo ni concierto es en si esa competencia para disolverlas y jugar con ellas tiene mérito intrínseco o no. Naturalmente, estoy convencido de que sí -o hace rato habría colgado la pluma. Encuentro esperanzador que a la taxonomía sonora le cueste horrores acuñar los sintagmas lingüísticos necesarios para describir aquellas inopinadas aleaciones hoy abundantes en las escenas independientes, y recurra a la yuxtaposición/mutilación de preexistentes categorías para salvar la situación.

Buena parte de los diecisiete, acaso dieciocho calendarios que lleva recorridos, Liquidarlo Celuloide los ha dedicado a refinar una zumbante sonoridad que cabe aquilatar vagamente como noise rock frankensteiniano. Ambient degradado, no wave, ruido blanco patas arriba, automatismos surrealistas varios, insania pig fuck, non-sense experimental, feedback atonal... Éstas y otras etiquetas pariguales han sido depositadas incontables veces en crisoles embadurnados de petróleo crudo, dando lugar a un output bramante que recuperase terreno gracias a Superfricción, rodaja del 2017. Ahora que los capitalinos se hallan próximos a las dos décadas de existencia, optan por estrenar su decimoprimera referencia en largo con nada menos que Jaz Coleman en las perillas.

La presencia del frontman de Killing Joke en labores de producción no es a priori influencial. Para Superfricción, LC mostró por primera vez elementos que lo conectaban directamente con el post punk original, matriz de géneros en que se forjase la Broma Asesina. Sin embargo, los créditos que le arroga Anamnesis (2020) al británico sí son indiciarios. Habiendo decidido la banda reorientar el maelström de disonante entropía espiral y pantanosas frecuencias arácnidas que galopa de continuo, hacia esas comarcas de convulsa/oscura angularidad eléctrico-epiléptica surgidas tras el estallido punk de 1977, quiso el Destino que el concierto de KJ en Lima (2018) lo abriesen los dirigidos por Juan Diego Capurro. “El flechazo fue instantáneo”, como dice una canción de Mecano -acaso porque, de la impresionante galería de Héroes que ofrendó el post punk a la mitología pop/rock, Coleman es el que mejor descifra el apocalíptico descerraje voltaico de los limeños.

Son apenas seis temas. No se necesitan más. La agrupación, mismo line up del capítulo previo -Giancarlo Rebagliatti (bajo), Capurro (voz y teclados), Efrén Castillo (guitarra), Alfonso Vargas (batería)-, a la que siempre me resistí a tildar de “psicodélica”; incorpora finalmente ADN lisérgico en modo “psych”. En efecto, el avatar celuloide que abraza y se funde con el post punk ha sido abducido por esa perturbadora demencia furibunda que arropó al grupo desde las fechas en que era el proyecto solista de Capurro, y que en Superfricción amenazaba con reconquistar lo que al principio fue suyo. Esa desequilibrante chifladura que gusta de sodomizar cualquier embrión de pensamiento lógico, que es más agresión que vuelazo, le salta a la carótida al viejo Coleman -y éste le recibe con los brazos abiertos, sabiendo lo que va a provocar ese encontrón.

El resultado es estremecedor. A los aceitados engranajes de Liquidarlo Celuloide les aditan ampollas concentradas de violencia neurótica, les disparan numerosas salvas de esquirlas de un industrial más mecánico que metálico, les invaden microorganismos fungiformes de torva densidad fangosa. Aquello que se levanta de esa fosa de tormento y agobio infinitos es una entidad emponzoñada, venenosa. El cuarteto es ahora una cofradía de cenobitas prófugos del Hades, devota del Lado Oscuro. Una célula subversiva de mantras infernales (debe ser el primer disco de la saga en que todas las pistas encajan voz), capaz de hacerse delgada como papel para atravesar defensas y bruscamente adquirir atroz consistencia/volumen (“Saliva”).


En Anamnesis -término que alude al estado mental susceptible de recuperar recuerdos inconscientes-, el combo puede soliviantar ominosas borrascas en torno a un riff GIGANTESCO que asume el rol de nota pedal (“Asfixia”). Puede epatar bilis y vileza en proporciones exactas (el single de adelanto “Lluvia Negra”). Puede arrastrar al productor a una colaboración estelar (“Perversión”, con vocales y sintetizadores de Coleman), por en medio de una trocha infestada de fétido/félido limo verde. Aquí se impone remarcar la laboriosa jornada acometida por el baterista. Mazazo tras mazazo, Alfonso Vargas gana todos los rounds de esta disputa. El punche con que va al choque y su precisión, digna de un pulsar, dan contigo invariablemente en el suelo y sangrando -incluso en “Bajo El Río De Neón”, track insuflado de dub, amansado por el expansivo groove que impone Vargas desde las baquetas. Los diez minutazos de “Bajo El Río...” dan reposo y sosiego al/a la escucha luego de haber sido vejado/a casi media hora, y cumplen además con el canon que observa buena parte de la tropa post punk clásica -el viaje de John Lydon a Jamaica no sólo fue determinante para Public Image Ltd.

La prueba palmaria de lo propicia que ha sido para Liquidarlo Celuloide la posición de las estrellas en Anamnesis es la brutal “Erupción”. La milimétrica interacción entre guitarra, bajo y batería, aupados sus ejecutantes a un frenético ritmo de hambrienta malignidad, de enajenante protervia; alcanza ese paroxismo pánico que estigmatiza el espíritu con arañazos de claustrofobia -algo así como el acojonante miedo ciego que te nubla cuando ves The Blair Witch Project (1999). Una alusión/ilusión inducida por la espantosa melopea “Alguien Dijo Que Ese Niño Nunca Estuvo Entre Los Cinco/Luego De Ellos Fueron Otros Los Que Desaparecieron”. Me he provocado una frikeada brava escuchando una y otra vez “Erupción” en plena madrugada, y me la seguiré procurando una temporada más, pues uso exponerme a aquello que me espeluzna hasta que ya no lo haga. Lo más cercano a un ave satani pop que se haya hecho aquí.


Hákim de Merv

jueves, 19 de julio de 2018

In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute To H.P. Lovecraft

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de julio del 2018.)

Cumpliéndose en este 2018 nada menos que 128 calendarios de su natalicio, y hallándonos ya en camino de conmemorar el centenario de su partida -restan diecinueve almanaques y contando-, aún la Humanidad vive fascinada con las cosmogonías de delirio que escribió/¿transcribió? Howard Phillips Lovecraft, el padre del cuento materialista del terror. Detalle no menor: sin importar cuánto han avanzado desde su desaparición las artes plásticas, la técnica narrativa literaria o “el versátil celuloide” (Jorge Luis Borges dixit); el horror transgaláctico del que se hiciese eco el genio de Providence, aquello que las palabras (de su tiempo) se resistían a/no podían describir, sigue eludiendo cualquier representación cabal, y alimentando de paso el atávico miedo que yace en el subconsciente de la especie.

La Música, el arte que elegí honrar todos los días de mi vida, no ha sido en absoluto ajena a esa fascinación; si bien podría decirse que ha corrido con similar suerte que el resto de las manifestaciones que han intentado digamos “corporizar” el ciego terror preternatural del onirófago autor usamericano. Casi en todos los rincones del mundo civilizado, el maestro siempre ha tenido devotos entre los músicos pop: desde los inclasificables alemanes Necronomicon y su magistral Tips Zum Selbstmord (1972, existe otra banda germana con el mismo nombre, avocada al thrash) hasta los en-su-tiempo desconocidos norteamericanos H.P. Lovecraft (sendos proto-psicodélicos volúmenes homónimos en 1967 y 1968), desde los franceses Shub-Niggurath y su avant prog rock hasta el virginiano proyecto unipersonal Out Of Orion, desde las compilaciones underground ibéricas Necronomicon (1984-1987) hasta los ucranianos Yog Sothoth, pasando por guiños admirativos menos notorios pero igual de relevantes -“The Call Of Ktulu” de Metallica, “Lovecraft In Brooklyn” de The Mountain Goats.

Previsiblemente, también Latinoamérica se ha rendido al hechizo lovecraftiano. Desde el hermano país de Chile, tenemos noticias de tributos tales como “Hypnos” y “Marginalia” de Lluvia Ácida (temas incluidos en el debut Simulación, 1996), el doble EP Erich Zann (2003) de Fiat600, el grupo Lovecraft de Concepción (el indie chileno en los 90s era la raja), el proyecto experimental santiaguino Ihä... Con alias casi idéntico a este último, el año pasado la banda argentina de stoner y psicodelia IAH debutó auspiciosamente, y no olvidemos a sus brasileños colegas de pelotón Necronomicon. Asimismo, no son pocos los músicos peruanos influenciados por H.P.: Insumisión, Fractal, Dios Hastío, La Ira De Dios, Maximum Terrorem...

Hace mes y medio, apareció en la Red In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute To H.P. Lovecraft. No es el primer disco colectivo que homenajea a quien tal vez sea el literato misántropo más famoso de la Historia, ya que está el antecedente del latinoamericano El Ceremonial (2016), pero a la fecha sí es el más logrado. Curado por Raffaele Pezzella, único miembro de Sonologyst y responsable de la plataforma Unexplained Sounds, In Tenebris Scriptus... viene respaldado por la reputación que se han construido tanto la escudería como su sello subsidiario Eighth Tower Records. A saber: un cuidadoso catálogo de grupos, artistas y elefantiásicas recopilaciones temáticas signadas por un dark ambient experimental y rigurosamente ritualista, por una impredecible drone music subterránea y profundamente deudora del post industrial cercano a la experimentación sónica noventera, por una voracidad insaciable para mapear corrientes telúricas similares de todas las latitudes posibles. Como muestra, cuatro títulos: Visions Of Darkness In Iranian Contemporary Composition (2017), The Cave Of Metaphysical Darkness & Lights (2018) de Moloch Conspiracy,  New Modernism (2018), y Ancient Death Cults And Beliefs (2015) de Sonologyst.

Un factor que parece siempre ser tomado muy en cuenta por la label italiana, para todos los lanzamientos que nutren su nómina, es la potencia del volumen. La mayoría se inclinaría por afirmar que ésta casi no existe, porque siendo la música el 100% de las veces la encarnación de tenebrosas visiones pesadillescas, es regla que el volumen no adquiera demasiado protagonismo principal. Las reglas, sin embargo, se hacen justamente para romperse: a mi parecer, existe una modulación del volumen, y ello se hace evidente en los momentos en que la música alcanza picos de monstruosa distorsión de la realidad sonora -ahí reparas en que el volumen no sube, sino que se engrosa, se robustece, envolviéndote en una experiencia que puede llegar a ser aterradora.

En este aspecto, In Tenebris Scriptus... no es la excepción: cavernoso drone maximalista, pánico ante cualquier atisbo de rítmica o de percusión, rechazo implícito a la menor concesión melódica -no te dejes engatusar por la apertura “Dwelling In Mayhem”, de Monocube, que incluye una guitarra acústica ensayando arabescos varios. En cierto modo, el del disco es un aliento que califica como “ruido”, no en la dirección patentada por las vanguardias digitales de hace dos décadas, sino más a lo masas cataclísmicas de sonidos monocordes que reptan deformes indefinidamente.

Se hace menester subrayar que, en este tributo, el dark ambient/drone marca de la casa es lo suficientemente dúctil para soportar tratamientos industriales, efectos subacuáticos (“The Haunter Of The Dark” de Noctilucant, “Corona Nyarlathotepis” de The Serpent) e incluso cierta salvaje complejidad en medio del caos (nuclear) de abigarradas suites binarias (“Cryptic Realms” de Sonologyst, “The Shadow Over Innsmouth” de Moloch Conspiracy). Esto le confiere a In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute To H.P. Lovecraft un aura de escalofriante majestuosidad. Muy probablemente, la música que mejor interpreta todo lo que Lovecraft dijo con palabras: es, por decir lo menos, inquietante los muchos tonos de negro que el tímpano puede identificar aquí y en todas las publicaciones de la disquera.

Laudos para los participantes y sobre todo para Unexplained Sounds, que se la jugó arriesgando harto y ganó en buena ley.


Hákim de Merv