(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de marzo de 2025.)
¿Cuánto ha avanzado Desawe, entonces, entre el demo y Grindattack EP? Aunque ha habido algunos cambios, yo dudaría en tipificarles como avances antes que como retrocesos -y eso no sería necesariamente un jalón de orejas. Porque el chiste del grindcore es el del bajo malsanamente retorcido, el de la(s) guitarra(s) intencionalmente desafinada(s) varios tonos cuesta abajo, el del doble pedal tejiendo velocidades demoníacamente sobrehumanas. Y obvio, el de voces guturales cuando no agudas -en el combo parece haber dos, una que gruñe y otra que grazna.
Mugre opacidad, uniforme continuidad, ininteligibilidad, fugaz concisión. Algunos seguidores de la banda se han quejado de lo poco o nada que se puede entender de sus letras, cuando en el grind y afines la ira es el mensaje a transmitir/recabar. Esto se evidencia al escuchar “Pueblo Elegido”, “Motor De Sangre” o “Caca Blanda” -las dos últimas en una clave hardcore más reconocible-, siempre en la línea grind/crust/fast de la que hay antecedentes por montones en estas comarcas. Vale el esfuerzo, si es que estás habituado/a a este tipo de vejámenes sónicos. Si no, como dijese François Quesnay tres siglos atrás, “dejar hacer, dejar pasar”.
Según el músico, la génesis de Tecnología En La Religión Futura comienza un año atrás, cuando se propuso distenderse ejercitando su talento con programaciones y sampleos que guardaba en la PC o en la laptop. En cuanto a los sampleos, éstos habían sido creados a partir de voces cantando o rezando plegarias, con lo que su cualidad litúrgica queda fuera de discusión. Miguel Ángel no especifica si las piezas estuvieron perfilándose conforme trascurrían los meses o si se retomaron hace poco para pulirles y finalmente empacarles tras un mismo rótulo. Sea una cosa o la otra, el resultado suscita la sensación de estar audicionando expresiones sonoras de un credo teñido de orientalismo, en tiempos aún por venir.
Las programaciones recicladas postulan beats corpulentos de tempo rebajado -son todo lo iterativas que cabe esperar de composiciones pensadas para solemnes ceremonias en torno a un altar o tótem, sin mutar en/acometer empellones. Las atmósferas están llenas de ruidosa estética drone, pero su enérgica ominosidad no desciende hasta transfigurarse en lóbrega. Y las voces que percibimos como tales se asemejan mucho a las de aquellos/as hijos/as de los desiertos medio-orientales que llamaban/llaman a la oración, cualesquiera sea o haya sido su religión abrahámica de procedencia: almuecines, anacoretas, patriarcas. De ahí el aroma vagamente oriental y la invocación subconsciente a esa extraña fascinación por los mares de arena.
Es una opinión subjetiva, por supuesto. Pistas como “Noth”, “iisaM”, “Shinto” o “Das” a mí se me hacen idóneas para vivir junto a los fremen, cabalgar los gigantescos Shai-Hulud, meditar las palabras de las Bene Gesserit. Números manantes de reverberaciones ritualistas con que suspirar por el advenimiento del Kwisatz Haderach -que no llegaremos a ver.
Hákim de Merv
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