(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de abril del 2023.)
¿Por qué escribir sobre Congreso, entonces? Se pueden alegar algunas razones. Una de ellas es que la banda nunca se ha resignado a preparar álbums en piloto automático, pese a no disponer ya de la tonicidad ni de la reciedumbre de sus jornadas más inspiradas. Otra, derivada de la anterior, es que su habilidad para reinventarse tiene pan por rebanar; como lo demuestran La Canción Que Te Debía (‘17) y el reciente Luz De Flash (‘22). Una tercera, también inferida, es que al septeto le queda todavía una gran pelea por dar; como sucede con los viejos guerreros (incluso si están retirados).
Luz De Flash ha visto gestarse su repertorio a renglón seguido de los aciagos días de la emergencia sanitaria que produjo la pandemia. La semilla, como siempre desde que se quedó sólo al frente del barco en el año 2000, la ha sembrado el baterista y único miembro fundador que permanece hasta ahora en Congreso -Sergio “Tilo” González. Gracias a las nuevas plataformas online, el resto de la alineación -Francisco Sazo (voz, percusión, vientos), Jaime Atenas (saxos tenor, soprano), Sebastián Almarza (piano, teclados, voz), Hugo Pirovich (flautas, percusión), Raúl Aliaga (percusión) y Federico Faure (bajo eléctrico, contrabajo)- se sumó paulatinamente, colaborando para hacer que germinase y se robustezca el nuevo track list. Éste llega al estudio de grabación con las tomas casi armadas en su totalidad, sin previo ensayo.
Las letras tienen pinta de haber nacido de simples observaciones, de anotaciones tomadas de situaciones diarias inherentes a la actividad humana, sean éstas llevadas a cabo con normalidad o en periodos de crisis. Felicidad, añoranza, oscuridad, incertidumbre, tristeza, serenidad... Sensaciones que se dispersan y agigantan de la mano de la marinera, de la cueca, de la habanera, del bolero, de la canción latinoamericana. Obra de excelente musculatura, que hubiera quedado más redonda sin el innecesario cover de “Murió La Flor” -relectura a la baja de Los Ángeles Negros, sin mayores cambios y por ende sin practicar la consabida vuelta de tuerca al original. El “casi” de líneas arriba no era, pues, gratuito.
Como escribí una vez a propósito del pop chileno contemporáneo del lustro ‘96-‘00, El Ojo De Apolo es un colectivo de músicos estrechamente relacionado a lo que hacia fines de los 90s -época en la que se funda- se definió como “vanguardia sonora”. Post rock, ambient electrónico, ruidismo digital; son algunas de las etiquetas que los proyectos de la nómina EODA fatigaron no sólo durante su primera etapa, sino también desde la refundación de ésta, en ‘06.
En diciembre último, Burotto publica Vórtice vía el BandCamp de EMA. No se establece un marco de tiempo dentro del que se han armado los cortes que vertebran el disco, aunque el sureño menciona los hitos del estallido social chileno y la pandemia, así como el subsecuente confinamiento -lo cual hace pensar en números más o menos recientes respecto de sus “apolíneos” días. En cualquier caso, asoman las mismas claves de género que antaño presidiesen el sino de Bios_.
Si Vórtice es una honesta declaración de principios, lo primero que hay que decir es que el nervio de Bios_ reside en la concentración casi absorta en el Sonido, a través de texturas dilatadas concebidas gracias a una enredadera de herramientas digitales. Una artillería que ocasionalmente crece alrededor de la guitarra (“AG4JZ”).
Son más representativos, ergo, canales como “Declive”, el ya citado “AG4JZ” (ambos incorporan con generosidad sonidos acuosos) o el postrer “Intro” -una suite eónica de más de un cuarto de hora que rememora, como también lo hace “Declive”, ese post rock elusivo e infinito de leve saturación de mediados de los 90s que tampoco se hacía dramas si tenía que asimilar la electrónica. La del primer The Orb o del simpar Oval, en el caso de Bios_: “Racconto”, “Lapso”, “Estación”...
Hákim de Merv
No hay comentarios.:
Publicar un comentario