miércoles, 21 de agosto de 2024

Alcalá Norte: Alcalá Norte

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de agosto de 2024.)

Magníficas nuevas desde España. Al notable Plenilune de Rafael Sáez se suman el homónimo estreno de los valencianos Gazella, Santa Trinidad de Siloé (aunque lo de estos vallisoletanos empezó el ‘16), y la grandiosa puesta de largo de los madrileños Alcalá Norte. De momento en expectante espera el resto, paso revista ahora al debut de los capitalinos, que ha devenido viral en la península tras algunos meses de fervorosa rotación.

Nucleado en el ‘19 a instancias del cantante Álvaro Rivas, el batería Jaime Barbosa y el guitarra Juan Pablo Juliá, Alcalá Norte declina el alias inicial de Ciudad Lineal debido a que ya existía una agrupación catalana bautizada así. En octubre del año siguiente se publica el EP Demos, ninguna de cuyas canciones ha sido repescada en el disco del ‘24 pero que ya anuncia el vivo fuego oscuro al que la banda consagra su actividad. Casi un lustro después, covers de The Cure o Alaska Y Dinarama y algunos singles lanzados de por medio, el sexteto que completan Laura De Diego (teclados), Carlos Elías (guitarra) y Pablo Prieto (bajo) firma con la escudería vasca Balaunka.

Alcalá Norte se inscribe en la tradición necropop que inaugurasen los excelentes Antiguo Régimen y que más adelante exhibieran con orgullo gentes como Santa Companha o Mausoleo. Es decir, un revival del viejo dark rock de los 80s, sólo que ahora desprovisto de casi cualquier mácula de teatralidad. Es decir, una resurrección del género que no sólo descree del canon instaurado en los 90s, sino que también lo contradice apelando a la austeridad y a la sencillez. Sin grandilocuencias, sin pretensiones impresionistas, sin folklore ultraterreno -o, al menos, sin mucho de esto último.

Al resonar nomás las primeras notas de “La Sangre Del Pobre”, sientes la entusiasta vitalidad de un combo que rara vez quita el pedal del acelerador, la desbordante reconvención minimal a cuyo amparo éste sortea los clichés, la inteligencia puesta en juego -¿emocional? ¿existencial? ¿colaborativa?- para que la flama que escupe a mil la música no opaque su lobreguez (y viceversa). En composiciones como “Los Chavales”, “La Calle Elfo” o “La Vida Cañón”, se hace palpable además un tremebundo esfuerzo de producción, pensada ésta para sacarle el máximo partido posible a unos teclados de por sí inspiradísimos.

Darkwave, o si lo prefieres dark pop, que petardea expectativas propias y ajenas. Lleno de fogonazos con que sobrepujar la marcha imparable de un soporte rítmico en anfetas (“420N”, “Supermán”), con que abrillantar más de una lírica militantemente anti-derechista (“La Sangre Del Rico Es Pus/La Vena Del Pobre Derrama Dinero/La Sangre Del Hijo De Dios/Carga Que Carga Borrego”), con que salirse incluso del propio molde (“Langemarck”, sus minutos más punk). Aún permitiéndose aminorar en algo la velocidad y condescender con ciertos tópicos del gothic, como en “El Guerrero Marroquí - Bakala Norte Mix”, en “El Rey De Los Judíos (Un Cosquilleo)” o en “Westminster”; Alcalá Norte permanece fiel a la visión que propone desde el principio.

Intensas armonizaciones pulsantes, atmósferas sucediéndose sin pausa, vocales que no tienen pelos en la lengua a la hora de retratar con crudeza sus cuantas verdades de a kilo. Dependiendo de la opinión que a cada quien merezca “No Llores, Dr. G”, 9/10 o puntaje perfecto. Me avengo más a lo primero.

Hákim de Merv

jueves, 15 de agosto de 2024

Zorstka: El Arte De La Nigromancia // La Vie Synthétique: Wrong Market EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de agosto de 2024.)

¿Has notado que, de un tiempo a esta parte, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- han devenido erróneamente en sinónimos? Antes se decía de Siouxsie Sioux, verbigracia, que era la “reina del dark-gothic”. Ahora, cada vez que se le menciona por alguna razón, se la adorna con el título de “reina del post punk”. ¿Ignorancia? ¿Tarupidez? ¿Un poco de aquí y de allá? Pese a algunos momentos históricos en que ambas tipologías se tocan, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- ni siquiera llegan a ser sinónimos relativos. “Post punk” alude al período ‘77-‘84, cuando aparecieron alienaciones cuyo único factor común era una desbordante creatividad para inventar nuevos mundos tras el holocausto punk -género ni siquiera tomado como avatar a superar. “Dark” y similares, por el contrario, comparten una fascinación por atmósferas que sólo toleran los apagados fulgores de unas eléctricas fantasmales/de unos teclados glaciales -y el resto, teñido de impertérrito negro.

Pasa algo extraño con El Arte De La Nigromancia (InClub Records), estreno del acto huancaíno Zorstka, que toma su nombre de la epónima canción de los bielorrusos Nürnberg. A lo largo de este mini-álbum, no son contados los pasajes en que los juninenses explicitan su devoción hacia el dark-gothic, en surcos de ligero o pesado tonelaje. “Sovetskiy Lyubov” y “Bailes Muertos” prueban respectivamente esa afirmación: en clave pop, el primero explora la agilidad trepidante de unos Skeletal Family, mientras que las teclas del segundo se tornan algo más densas a fin de coquetear con la maliciosa crudeza de Southern Death Cult; fugaz protagonista de la primera asonada darkie en el Reino Unido al que se recuerda únicamente por habérsele desgajado The Cult -y que se puede conocer in extenso gracias a la reedición digital cosecha ‘98 que se hizo de la compilación homónima de 1983.

Sin embargo, tan evidente como la veta dark-gothic de Zorstka, que en “Nigromancia” roza la caricaturización (iba a decir que la canción suena a unos The Shroud de segunda, pero los The Shroud mismos son de quinta); es la casi ominosa influencia que sobre el bajo sintético y programaciones del binomio ejercen Stephen Morris y Peter Hook. Y no creo gratuito señalar a estos dos integrantes de los míticos Joy Division, porque fue justamente la banda de Manchester uno de esos pocos episodios -acaso el más brillante, dejando atrás a gigantes como The Cure y los propios Siouxsie And The Banshees- en que confluyeron tanto el dark como el post punk. Temas como “Viaje A Las Estrellas”, “Disco” o “El Último De Los Románticos” acaban favorecidos por la confluencia de gruesos/nerviosos/indesmayables graves y de cortantes/secos golpeteos percusivos que hiciera de los mancunianos uno de los grupos más personales en la historia de la música pop.

No deja de sonar rara la mixtura que (¿cuán intencionalmente?) se ensaya en El Arte De La Nigromancia. De todas formas es claro que requiere de un fogueo bastante más intenso, de una práctica mucho más recurrente, para que bajo ambas instancias comience el dúo a esbozar un estilo lo suficientemente identificable como propio. No es ese camino aún por transitar lo que le resta puntos al mini-LP. Lo que se los quita es un número como “El Retorno”, de prosa tan atrozmente elemental, que me hizo preguntarme si no se la habrían encargado a limitados al mango como Páez, Calamaro o Sabina. Eso, y la voz. A diferencia de lo que sucede en el apartado instrumental, el vocalista y guitarrista de Zorstka demuestra excesivo apego por Nosferatu, Rosetta Stone, The Wake (US), Love Like Blood y similares. Más firmeza y menos impostación, que las voces indiscutidas del dark-gothic se concentraban en ser teatrales antes que teatreras.

A pesar de señas e indicaciones que le sindican como extranjero, hace menos de dos meses apareció un extended play acreditado a cierto unipersonal que es peruano por sus cuatro costados. Verdad que el nombre del proyecto, La Vie Synthétique, apunta a una ascendencia francesa. Los orígenes, empero, son inequívocamente locales. Ídem con la denominación “indie” -más genérica hoy en día, imposible-, que en BandCamp figura junto a su ciudad de “residencia” (París).

Bueno, LVS es el alias individual creado por Alonso Almenara para dar curso a una nueva faceta que inaugurar en su experiencia vital -la de músico. O, en este caso, no-músico. Tarea nada sencilla, máxime si antes se ha estado mucho tiempo en las graderías de la crítica y ahora se salta a la arena -en cierto modo, la pesadilla de todo crítico. No parece ser así para el limeño, que con absoluto desparpajo refiere fecha de concepción y desarrollo concernientes a los canales adosados a Wrong Market EP: una escasa semana.

Quienes le conocemos apenas, podemos especular con que Almenara no busca enfrentarse al pop. Por desgracia, a ello le constriñen las coartadas estilísticas sonoras por él escogidas. En el extended se plasman fugaces paisajes cercanos por igual al happening y al post rock, al ambient y al free jazz, perforados por voces filtradas/tratadas y por fragmentos muestreados como a la vieja usanza del cut and paste. El resultado es asaz hosco para quien no ha paladeado antes esos acibarados sabores. Para quien sí, Wrong Market EP con las justas alcanza a dejar algo de miel en los labios -7 surcos en menos de trece minutos.

La asincopada desconexión del post americano (“Threads”), el despedazado(r) hibridismo del sound art (las dos partes de “Sound Waves”), el abrupto automatismo del free y del non-sense (“Drink Coffee, Dream Faster”, “Alien Procession”), el aislacionismo inherente al ambient de los 90s en adelante (“Dyson Sphere”)... Todo ello encuentra cabida en un minúsculo repertorio, que sólo en “Fishes” cede a la tentación del formato canción -único sístole del breviario en que La Vie Synthétique acaricia el pop como casi sin quererlo.

Habrá quienes califiquen a Wrong Market EP de sobrio debut. Lo es, dada su cortedad. El efecto colateral radica en que esa escueta suficiencia también le provee de un aura artificiosa. Faltó por ahí impulsar mayor evolución en los tracks, fomentar su crecimiento... Tener más paciencia, en resumen. Tal cual se ha editado, el extended tiene pinta de jugada calculadamente adscrita a sonidos blindados por aquello que aún sobrevive tras el rótulo de “crítica especializada”. No estoy asegurando que sea así, sino que lo parece -y mi percepción puede errar, naturalmente. Sea o no el caso, difícilmente podrá Alonso volver a dejarla picando en su siguiente movimiento.

Hákim de Merv

jueves, 8 de agosto de 2024

Polvos Azules: Lisergias // Eviterna: Love Is Dead

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de julio de 2024.)

Giancarlo Samamé ha resuelto no sólo blindar el status con que coronase a su unipersonal Polvos Azules La Máquina Astral (‘23), sino además renovarle modernizándolo con una apertura a patrones tímbricos hasta ahora inéditos en lo que a éste se refiere. No recuerdo un plástico suyo que tocase aún de manera leve aristas como la del trip hop, la del drum’n’bass o la del shoegazing. De esta aserción, nótese, no se deriva que el proyecto haya renunciado a las claves dictaminadas por su ADN; sino que busca afianzar su desarrollo intentando asimilar herramientas de harto distintas procedencias.

Segunda colaboración al hilo con su ¿ex partner? en Gelatina Magma, Ángela Ruesta, en modo alguno puede abordarse Lisergias como otra cosa que no sea un disco de Polvos Azules. Incluso en las pistas en que la presencia de Ruesta juega papel importante -cuatro de diez-, queda claro que la batuta en composición sonora se halla en manos de Samamé. El ambient pop de atmósferas relajantes y melodiosas se encuentra a la base del CD, pese a que éstas logren permearse del breakbeat nervioso del jungle (“En La Colmena”), de las texturas resonantes del shoegazing (“Corazones De Papel”), de la electrónica anterior a Kraftwerk (despliegue vocálico aparte, “Cariño Malo” saca chapa de vigoroso update de lo que hiciese Jarre hijo casi medio siglo atrás).

Sigue jugándosela Giancarlo por registros de minutaje moderado, por tracks de extensión recortada. Esa apuesta siempre le ha reportado buenos dividendos al individualista, trátese de sus mejores jornadas o de las más discretas. El plus adicional en Lisergias está determinado por lo bien que se lleva dicho manejo criterioso del tempo con la sofisticación dub del sonido Bristol. Que éste abunda en la placa, dosificado antes que hegemónico, lo confirman “Marañón”, “In The Mouth Of Madness” (¿algo que ver con el homónimo film lovecraftiano de John Carpenter?) y en menor medida la modernosa afroperuanidad de “A Puerta Cerrada”. Sintomáticamente, en los dos últimos asaltos tiene el cajón peruano participación estelar.

Es en la sección epilogal de Lisergias donde más pueden apreciarse las intenciones decorativas del pop que fabrica Polvos Azules. Sin ignorar sus correspondientes matices, “Olas De Tedio”, “Corazones De Papel” o “Recuerdos” son sumergidos en una electrónica indefinida, incorpórea, fantasmal. Es como si de las marañas más tupidas, este segmento fluyera hacia cálidas riberas de impactante minimalismo, y luego hiciese exactamente lo contrario en notorio movimiento pendular. Agrade o no, esa capacidad de metamorfosis es encomiable -de paso, revela un modus operandi desconcertante que mañana podría convertirse en norma. Más allá de preferir el neto acabado pop del resto del programa, aquí se exponen con más desparpajo los recursos con que cuenta el proyecto en esta etapa de su existencia.

Hermana casi gemela de InfraVox Records, InClub Records está por publicar en formato físico Love Is Dead de Eviterna. Es éste un line up fundado en 1989, según la info proporcionada por el propio grupo, pero del que honestamente nunca he escuchado antes ni siquiera el nombre. En todo caso, el título colgado online durante el presente año parece fungir como debut absoluto -diferido en el Tiempo nada menos que 35 almanaques. Posibilidades de que esto ocurra, las hay: Cashiari ya lleva tiempo tocando en diversos eventos, y hasta ahora no ha grabado sino cortes sueltos, incluidos en diversas compilaciones. Otros paradigmas, si bien del pasado: Azules Moros, Perú No Existe...

Lo de Eviterna se alza desde las cavernosidades de ese dark-gothic nacional que viene resucitando sin mucho aspaviento hace su buen número de meses. Como sus pares de latitudes similares, solía éste participar del reciclaje que de actos como Bauhaus o The Sisters Of Mercy hacían presa sus correspondientes epígonos noventeros -considérese, antes que nada, la nómina de la usamericana Cleopatra Records. Por desgracia, esa reutilización pasó prontísimamente del reaprovechamiento al abuso, convirtiendo nombres como los mencionados en clichés insufribles -cuando, en sus días, habían sido todo lo contrario.

Afortunadamente, el dark-gothic que ahora se engendra ha dejado en el camino muchos de los defectos que lastraban estas toscas (re)concepciones. En lo concerniente a Eviterna, el quinteto prefiere elaborar un sonido nacido de la confluencia del synth más oscuro y del dark-gothic clásico del lustro ‘85-‘89. No faltará quien diga, tras escuchar Love Is Dead, que esto no es otra cosa que un recalentado de ese “electro-gothic” que los tributos darkies de los 90s popularizasen tanto -combos que sólo existían para versionear, sin vida propia. Pienso distinto. Aún cuando es evidente que LID no está inventando la pólvora, no es menos cierto que su intención está lejos de querer caricaturizar grupos como los antes señalados.

Existe un molde, sin embargo, y proviene de Países Bajos. Canciones lúgubres como “Melancholy” o “My Death” traen a la memoria al (Clan Of) Xymox de Twist Of Shadows. Divergente de la poesía etéreo-lóbrega de Medusa (‘87) y del epónimo estreno (‘85), cuando todavía militaba en sus filas el crucial Pieter Nooten, pero igualmente estupendo. Esa impronta no es constante, ya que detecto otros tonos de gris -como Décima Víctima en “Perdido” o The Cure en “Funeral”, lo que ayuda a quebrar la uniformidad de estilo que comportan los cincuenta y tantos minutos del esférico.

Éste, no obstante su homogeneidad, no es parejo. En temas como “Midnight” y “Espergesia”, Eviterna incurre en los fementidos clichés góticos. En otros, como “Aislamiento” y “A Prayer For Me”, cotiza a la baja sin siquiera tropezar con la misma piedra. Ello se debe a que su estilo tiende a sobrecargarse y a exagerar justamente por no saber la banda cuándo detenerse. Love Is Dead luciría más si prescindiera de esos capítulos, lo que de paso ayudaría a mitigar la extensión y elevar perceptiblemente sus réditos. Menos mal que de esa sensación, sobre todo palpable durante la segunda mitad de la placa, se libran grupo y obra con un estoque sólido y bien ensamblado como “Tormento”. Recomendable que, en lo sucesivo, cuenten con un productor artístico que sepa orientarles, porque potencial no falta.

Hákim de Merv

jueves, 1 de agosto de 2024

Simón Campusano: Sobre Habitar La Depresión Intermedia EP // Arboretum: Plan Obsesivo

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de julio de 2016.)

Niños Del Cerro pertenece a esas nuevas sangres del pop chileno que comenzaran a circular durante la segunda mitad de la década pasada. De ahí en más, su ascendiente se ha agigantado, convirtiéndose en una de las asociaciones que con mayor propiedad representan el estado actual de las escenas ajenas al mainstream allende Tacna. Cuatro capítulos remarcables entre el ‘16 y el ‘22, dos de ellos lanzados por el prestigioso sello QuemaSuCabeza, dan cuenta de tal condición.

Precisamente tras el primero para la aludida escudería, Lance (‘18), su vocalista Simón Campusano se animó a probar suerte mientras compartía rodaja con Diego Lorenzini de VariosArtistas (Serotonina, también ‘18). El resultado, Brillo (QuemaSuCabeza, ‘19), en cierto modo complementa el psicodélico dream pop de su banda madre con pedestre simplicidad e impresionismo cristalino. Cuatro años después, en septiembre último y ya en la pujante discográfica Fisura (lo mismo que NDC), Campusano edita Sobre Habitar La Depresión Intermedia; EP que refuerza la idea de ese pop adlátere a la cotidianeidad y a la sencillez, moldeado según las lecciones que el indie de entresiglo impartiera desde órbitas hispanohablantes.

Da de lleno el extended en el blanco. Con menos de veinte minutos, multiplica su efecto como lo hiciese el encantador post pop de fines de los 90s, aupándose durante la acometida al hyperpop de nuestros días. Ello, pese a que Campusano prioriza a la guitarra de palo o en todo caso a la electroacústica en sus aventuras solistas. Así empieza “Polvo”, subrayando el carácter artesanal e independiente del pop que cultiva el cantante de Niños Del Cerro -su coloración plácidamente cansina acaso refulgiría si no fuera porque la voz de Simón queda en debe tratándose de registros más “rudimentarios”. De todas formas, la sazón slacker de sus vocales suma tanto aquí como en “Nunca Estuvo En Ti El Litoral”.

“Compañía” nace burilada por reminiscentes reverberaciones idílicas. Su grato/cálido acusticismo acaba transfigurándose, sin embargo, debido a aquellos recursos pletóricos de electricidad de los que se vertebra el hyperpop. Son éstos los que sirven de puente hacia “Esta Profunda Pena Me Va A Dar De Comer”. Prontamente la pieza retorna a coordenadas acústicas, pero la voz, que ha cantado dos estrofas en su habitual rango; se engrosa/agrava calzando ahora sí perfecto con el cariz “deprimente intermedio” de track y versos como “Te Amo En Mono Y En Stereo” y “Tengo Que Cantar Para Comer/Y No Quiero”.

Campusano le baja el telón a Sobre Habitar... EP de la mano de “Viento Del Litoral”. De manufactura irresistiblemente doméstica, “Viento...” rubrica la proximidad con que la música del autor suele enamorar a quien le preste oídos sin expectativas fundadas en preconceptos. Basta una sensibilidad altamente introspectiva, honesta, transparente, cómplice, sencilla -las mejores cualidades que el indie pop hecho “a mano” tiene para chuntarla cuando menos te lo esperas. Llevo ya alrededor de diez vueltas y contando.

Como acontecía con el ariqueño Víctor Jeremías (a) ҚALA§A§AỴΛ, que estableció al inicio de su andadura interesantes paralelismos con la génesis de la movida experimental perucha, el santiaguino Arboretum tiende valiosos vasos comunicantes hacia los músicos experimentales nacionales de tercera y cuarta generación gracias al que debe ser sin duda su debut. En efecto, parapetado tras la label Medio Oriente, el individualista extiende atractiva carta de presentación con Plan Obsesivo.

A modo de síntesis lineal, el plástico despliega su repertorio de forma que propone una suerte de viaje iniciático, al tiempo que historia en contados episodios y minutos el devenir del ambient cuando éste se adentró sin regreso en el camino de las vanguardias. Al menos yo no encuentro gratuito que los primeros canales, “Colosales Reflejos De Fuego Y Luz Abrirán Tu Camino” y “Una Vida Solo Y Otra Acompañado”, discurran por derroteros en que la melodía y una cierta cadencia brotan sin esfuerzo -esto, pese a los no pocos escollos que en la ornamentación suponen principios geométricos extractados del IDM circa el Autechre más pulento.

Esa tersura en la música de Arboretum vuelve a aflorar más adelante, sólo que mixturada con otras esencias -porque, como se ha dicho muchas veces a lo largo de la historia de la Humanidad, lo único inmutable es el Cambio. De ello da cuenta “Si Te Ordeno Ser Bueno, ¿Sabrás Qué Hacer?”, breve interludio de frecuencias semi-nocivas completamente distinto de los anteriores, consecuencia de una atomización/erosión del intelligent techno en clave hipnótico noise. Ídem “Siento Cómo El Mal Se Imbuye En El Mundo” y “Yo Seré Un Pez, Tú Serás Dios”: el primero se mueve sobre telones de fondo imbricados por sonidos graves y regordetes más que insinuados, a la vez que su superficie padece un moderado cuadro de autechritis. El segundo, en tanto, postula un ambient noise cuidadosamente fracturado y reconfigurado; que pace sobre aleatorias crepitaciones digitales.

Igualmente reconfigurado, aunque en otro sentido, es el ambient vanguardista de “Tres Golpes En La Puerta De Mi Corazón (Aunque La Puerta Trasera Siempre Está Abierta​)” y “He Visto El Centro Del Mundo Y En Él No Hay Nada. La Luz Que Asoma Por Los Ventanales Es La Misma Que Produce La Sombra De Los Abismos”. Laxo y algo uniforme, “He Visto...” recuerda los pasajes más despojados/depurados de Naves Sin Puertos (‘98) de Silvania. Acaso el número clave de Plan Obsesivo, “Tres Golpes...” es el surco de más larga duración del debut: un muestreado speech antilaborista converge sobre la tranquilidad casi shoegazing de los primeros momentos, para luego sucumbir a mesmerizantes secuencias de bliss out gigadecibélicas. De in crescendo oscilante, el final del corte es rematado por el mismo elemento que orla sus primeras notas -el agua.

Glitch, drone, ambient, noise binario... Un disco que ilustra las armas más evidentes de lo que desde hace un tiempo ya largo se tilda/autopercibe de/como vanguardia, a la par que resalta sus principales hándicaps -la estética del collage/bricolage electrónico no va a durar indefinidamente. Cuántas batallas más le quedan, eso se verá en trabajos como éste. O siguientes.

Hákim de Merv