(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de noviembre de 2024.)
El extended tiene sus ratos de cal y sus otros de arena. El sonido del tándem se debate entre el indie noventero de octanaje light y el pop desprovisto de cualquier aspereza y/o rugosidad. Sólo al inicio y al final, Dionírico exhibe una muy tenue influencia del pop practicado en los 80s, y es justamente esa variable la que arroja sombras sobre la tesis del estilo unitario en su caso. Esos cortes son, respectivamente, “Sincrodestino” y “Zonírica”. Sintomático que ambos sean además instrumentales.
Y es que el rubro de la voz necesita mejorar muchísimo, si el asunto va a seguir como en Sincrodestino EP. En muchos pasajes de éste, las vocales se perciben demasiado graves, cuando deberían ser de un tono más claro (“El Dragón Onírico”). Dicha coloración no ayuda si se trata de atenuar resultados bastante discretos en la letra (“La Danza Rasa”), o de sobrellevar amagos de ¿spoken word? allí donde menos espacio para maniobrar encuentran éstos (el pop punchero de “Eurídice En Los Tiempos Modernos”).
En cuanto a “Don Nadie”, acabaría siendo interesante la sacada de cuadro si se consideran las coordenadas estilísticas habituales de Dionírico. Lástima que tanto letra como voz me recuerden mucho a “No Voy A Trabajar”, de los mexicanos Bermudas. Claro, lo que dispensaba a estos últimos es que lo hacían en plan de joda. Para la próxima habrá que esmerarse no sólo en la ejecución, que en eso logran modestos pulgares arriba.
La versión “pirata” de la cinta, en cambio, se compone de ocho canales. La tirada de esta versión consta sólo de siete ejemplares, que han acompañado la venta de otros tantos polos por parte de José María Málaga, con lo que se hace más adecuado hablar de “autopirateo”. Ante la imposibilidad de saber qué versión maneja la persona que lee esta reseña, opto por comentar las dos en una sola -o mejor, una después de otra.
Hace ya tiempo que La Terminal ha dejado de ser un grupo, pasando a ser otra de las identidades utilizadas por José María. Bajo su mano, se editaron un par de singles y una pequeña colección de demos, todo esto previo a la aparición del presente EP. Con éste, el mistiano reconfirma esa permisividad que se evidenciaba ya en el largo de estreno (‘17), misma que permitía hablar simultáneamente de no wave, noise, post grunge, punk e incluso dream pop. La Terminal EP no sólo refrenda la asimilación de esos géneros, sino que agudiza la inclusión hibridándoles. La constante omnipresente sigue siendo, por supuesto, el Ruido.
Las pistas añadidas corresponden al single “Todo Lo Que Se Pudre Forma Una Familia”/“Irijua” (’21), así como a maquetas no publicadas anteriormente. En conjunto, la versión “pirata” le saca lustre a los muchos títulos que adornan a LT. Los ecos oscuros de “Todo Lo Que Se Pudre...” o “Hacia El Vacío” conviven según qué surcos con el feedback en modo huayco o con modosidades acústicas, sin problemas. Málaga puede decidir echar a correr (“Irijua”, muy distinta de la versión ‘24) o tenderse lúgubre a esperar la muerte (“Chocolates & Antibióticos”). O, en última instancia, hacer estallar la atmósfera misma sobresaturando la distorsión a gran escala (“Pude Ver El Fin”). No es la de un bulldozer la mejor imagen para describir a este acto, aunque acaso sí la consabida variante peruana armada exclusivamente de materiales reciclados.
Hákim de Merv
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