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jueves, 15 de septiembre de 2022

Síntomas De Techno: Ondas Electrónicas Subterráneas Desde Perú (1985​-​1991)

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de septiembre del 2022.)

(Creo recordar que esto ya lo relaté en un texto previo -pero, como no estoy 100% seguro, lo vuelvo a hacer aquí. De cualquier modo, siempre es bueno tener muy presente lo dura, penosa y larga que fue esa conquista...)

Recién tras promediar los 00s, la música electrónica elaborada en predios peruanos comenzó a ser vista/escuchada/apreciada con ojos/oídos/mentes libres del prejuicio rockista para el cual las máximas ‘androginias’ soportables eran el “Mofo” de U2 o el Depeche Mode de Songs Of Faith And Devotion. Pergeñar música total o parcialmente sustentada en el empleo de teclados, sintetizadores y “gadgets” similares; te hacía merecedor/a en los 80s y 90s a una recatafila de insultos y vilipendios que cuestionaban tus dotes artísticas, cuando no las ninguneaban. Si a ello le sumas la precariedad que hacía estragos entre bandas y solistas de la escena subterránea/independiente al momento de plasmar, grabar y trasladar al directo sus delirios sonoros; las posibilidades de reivindicar antecesores y precursores de la movida electro local realizando una minuciosa exhumación se reducen a un dígito.

(Para que te hagas una idea, pongo el ejemplo de dos proyectos ochenteros de los que se tienen noticias por testimonios de quienes les vieron en esas ya lejanas épocas, y de los cuales no han sobrevivido sino los nombres: Ordalías -de cuya existencia da fe el fotógrafo Alfredo Vanini- y Urbanoide -unipersonal de El Agustino del que supe por un zutano que alguna vez fue mi amigo, y que hoy no llega ni a mal recuerdo-.)

Pintado así el panorama, era difícil que una rehabilitación como la que plantea Síntomas De Techno: Ondas Electrónicas Subterráneas Desde Perú (1985-1991) se arrogase puntuación perfecta. Sea radial o de vanguardia, la música pop contemporánea hecha bajo estos cielos no dispone hasta ahora de un archivo de acceso público o privado que acoja el legado de las generaciones pasadas adscritas al movimiento contracultural nacional (revistas, fanzines, manifiestos, libros, discos, maquetas, videos, etc). Mucho menos, la herencia de un género que estuvo mal visto hasta bien entrada la primera década del siglo XXI. De ahí que Buh Records haya echado mano de lo poco que a la fecha se ha restaurado y/o digitalizado.

Las escuelas electrónicas ilustradas por la compilación van del synth pop al industrial -e incluso al post industrial como lo entendían hace ocho lustros unos airados Einstürzende Neubauten. No es, con todo, un tour completo; ya que los del techno y del EBM son los otros dos únicos estilos representados, aunque ello se ve supeditado tanto a la carencia de cultores de otras tendencias como -de haber éstos existido- a la ausencia de documentación a la que acudir. Por el lado más hardcore de Síntomas De Techno..., a tema por cabeza, además de Ensamble y Círculo Interior están Disidentes y T De Cobre. En cuanto al primero, nace como cuarteto en 1989 y ha tenido diversidad de alineaciones, manteniéndose el vocalista Jorge González siempre al frente. Único de los actos aquí antologados en seguir con vida, “Industria De Odio” recupera los días en que Ensamble esgrimía un EBM brioso, antes de entregarse en cuerpo y alma a la dialéctica synth.

En cuanto a Disidentes, combo de Martín Ponce y Juver Reyes a.k.a. Hoover (Eutanasia, la saga Salón Dadá/Col Corazón), éste observaba un método de trabajo semejante al de los liderados por Blixa Bargeld: placas metálicas, fierros, cilindros, un megáfono... “Martillo” atestigua esa apocalíptica aura post industrial de entropía y ersatz que escupía furiosa la banda. Desintegrada ésta, Ponce volvió a las andadas con T De Cobre, line up donde había bastante más espacio para drum machines, casiotones y sintetizadores. “No, Nunca” es techno industrial de fines de los 80s, el update necesario respecto de Disidentes. Esta nueva incursión de Ponce sirvió de acicate para la formación de Círculo Interior, experiencia que operaba en coordenadas similares. Entonces nada hacía prever que los mismos que firmasen una composición como “Primera Secuencia” se convertirían, ya bajo el alias de Unidad Central, en los adalides del trance y la rave culture aquí.

Por el lado más asequible del muestrario, también a surco por testa, se encuentran Reacción (“Y De Aquí No Me Voy”) y Cuerpos Del Deseo (“En La Tiniebla”), firmantes de un synth pop elemental/bastante pedestre/de poco calado una vez aquilatada su valía arqueológica. Más recomendables son los números de unipersonales/agrupaciones que desdibujan los cotos estilísticos, como Meine Katze Und Ich (“La Gran Masa”), Paisaje Electrónico (“X2) y El Sueño De Alí (“A Dónde”). Era esta última una curiosa terna que mixturaba synth y new wave, con varias ideas puestas a prueba en su unigénita maqueta En El Valle Del Placer (1991), semilla de la que potencialmente pudieron emerger decenas de entidades de disímil perfil -por desgracia, lo único que brotó fue un conjunto de pop trucho como La Liga Del Sueño. De otro lado, Paisaje Electrónico fue una identidad paralela de Fernando “Cachorro” Vial (Feudales, Espirales, Pompeya), orientada al minimal synth a despecho de la prodigalidad con que su soporte rítmico estaba seteado. Y MKUI es un insospechado híbrido de electro-dark y no wave de muchos vasos comunicantes con esas canciones de Narcosis en las que el legendario trío iba más allá del catecismo punk (cf. “Asfixia”, “Destino”, “Slacks Asesina” o “La Danza De Los Cristales”). Sintomáticamente, estas tres identidades fueron impelidas por ex integrantes de Narcosis: “Cachorro” en Paisaje Electrónico, Jorge Madueño En El Sueño De Alí, Wicho García en Meine Katze Und Ich.

Aún considerando todos los escollos que ha debido salvar, pudo Síntomas De Techno... haber obtenido un score más alto del que finalmente recibe. En primer lugar, nada costaba abrir un poco más el arco de tiempo precisado en el título, para así posibilitar el rescate de otros seudónimos: Sombras Del Teatro, Arián 1, Casus Belli, Pozí... En segundo lugar, se hubiera así ofrecido un repertorio asaz suculento, en vez de los menos de 40 minutos que el esférico encaja. Si la idea no es atosigar, tampoco debe serlo dejar con ganas de más.

Y en tercer lugar, no es éste un artefacto que acredite mucho esfuerzo detrás, más allá de las liner notes y la masterización. Entiendo la dificultad, por no decir imposibilidad, de conseguir registros de época, pero ya estaban disponibles a través de otros títulos las seis primeras pistas del vinilo -dos tercios del álbum. Disidentes tiene dos trabajos editados con las grabaciones que pudieron salvarse del Olvido (Ensayos Y Concierto 1988 del ”sello” La Venganza De Los Nerds, 1987-1988 de Discos Invisibles). Los demos de Cuerpos Del Deseo (Por Una Razón, 1991) y de El Sueño De Alí están colgados en YouTube. “X2” de Paisaje Electrónico y “No, Nunca” de T De Cobre fueron repescados en La Historia Del Rock Subterráneo 1985-1992 (11y6 Discos, 2010), compilación curada por Leonardo Bacteria. Y “La Gran Masa” de Meine Katze Und Ich aparecía en la segunda rodaja de Caleta Finale (2002), díptico con que la inolvidable revista Caleta se despidió de sus lectores. Verdad que con una versión ligeramente distinta, pero no es ése el punto. Si SDT... está funcionando de maravillas en el exterior, no ocurre lo mismo de puertas adentro, sobre todo entre quienes llevamos ya mucho tiempo en cancha y conocemos los intrilingüis y vericuetos del devenir de la música pop perucha.

Hákim de Merv

jueves, 15 de marzo de 2018

Gozne

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de marzo del 2018.)

Si antes abarcar las obras completas de músicos hiperprolíficos como Fabio, Madelman o Carl Craig era una empresa difícilmente exitosa; hoy que sus vástagos son legión es, en la práctica, imposible. Algo equivalente ocurre con el chileno Eduardo Yáñez, quien en predios de la escena sureña ajena al mainstream dista barbaridades de ser un principiante. No podría asegurar que 1984 es el punto de partida de su trayectoria como músico, pero sí que ése es el año en que aparece el primer registro suyo del que se tienen noticias confirmadas (aunque otras fuentes apuntan a 1983). Más de tres décadas, pues, han pasado desde la aparición de la que de todas maneras debe colarse entre las referencias fundacionales para la música electrónica independiente mapocha: Radio EP.

Conforme a lo estipulado, entonces, no será ésta una revisión exhaustiva sobre el recorrido de Yáñez bajo su nom de guerre más célebre -Gozne. No terminaría nunca, y me interesa más su producción reciente, en que el camarada Eduardo da visos de haber accedido al zen que lo venía eludiendo tiempo atrás. Dejaré, por ende, que a esta crónica incompleta la guíe mi descubrimiento personal -ofreciendo, cómo no, algunas señas cronológicas para contextualizarla. Y dice así...

Lanzado como cassette, Radio EP compendia cuatro temas recorridos por un sonido industrial que ya no iza el estandarte dantesco de fines de los 70s, sino insignias mucho más caseras -el signo de los tiempos, que le dicen: recordemos que fue durante los 80s que la electrónica encontró calurosa acogida en el público masivo, donde reclutaría a quienes con el Tiempo se convirtieran en sus nuevos subversivos. El extended refleja el espíritu inquieto de quien saca la mayor ventaja posible de los aparatos con que cuenta, en una suerte de catarsis creativa y lúdica. No faltará quien afirme que, a diferencia de sus pares del Primer Mundo (O.M.D., The Future/The Human League, Ultravox, Pete Shelley), en Radio EP Yáñez no alcanza el balance entre experimentación y pop, entre maquinismo y calidez. Escuchados algunos de sus ejercicios posteriores, sospecho que nunca fue ésa la intención del autor.

A propósito, el EP ha sido colgado en junio del 2017 en el BandCamp de Heavenly Music para su descarga gratuita.


En este punto de mi relato, las sombras rodean el recuento que vengo haciendo. Metafóricamente hablando, claro: se trata de casi dos décadas en las que el músico prosiguió editando trabajos que no he podido escuchar todavía (Komunikatzion, Algún Lugar En El Tiempo, Vértigo, EPs y remixes varios). La excepción es la de sus días en Alvania, trío EBM/cyberpunk/techno industrial del que ya hablé anteriormente. En la sumilla que le dedica, la prestigiosa netlabel chilena Pueblo Nuevo indica que Gozne extendió la estela de Radio EP a lo largo de los 80s con “muchos discos experimentales” (Matine 15:30, por ejemplo), y que más adelante se reorientó hacia la E(lectronic)B(ody)M(usic); lo que coincide con el rastro dejado por Alvania.

Recién en el 2007, la info que puede consultarse en Internet me vuelve a proporcionar pistas del villalemanino. En ese año, Yáñez publica primero un EP (Vivisección) y un mini-álbum (Nomenklatura), y luego un disco largo (Mate). Del extended del ’84 queda la experimentación lúdica, y de la fugaz aventura de Alvania, la dureza del techno. Glitch, house, IDM, ambient, etc... La impresión parcializada es la de un update dramático, diríase hasta violento -y por eso es importante subrayar las evidentes lagunas de las que este texto adolece. 2008 es un calendario apenas menos ajetreado, con el artefacto de remixes La Botica (tema extraído del Nomenklatura) y el Colliguay EP.

2011 marca la salida de un nuevo larga duración, Paisajes Cotidianos, a partir del cual se sucede una seguidilla de discos con los que el porteño no sólo ha ganado vigencia en el plano internacional, sino también continuidad. Más importante aún, Gozne finalmente llega a un corpus homogéneo en su mezcolanza de sonoridades, con que podrá dar forma y color a jornadas incluso conceptuales si ése es su deseo: Paisajes Cotidianos, Transmition Machine (2013), Non Human (2014) y Fin Del Tiempo (2017) -los tres últimos editados bajo la égida de Pueblo Nuevo.

Estos cuatro títulos tienen en común la misma posología, a saber, generar abundante ornamentación sonoro-timbral. La esencia de esta metodología de creación es analógica, aunque Yáñez jamás haya renunciado a incorporar la nueva tecnología disponible y las ilimitadas posibilidades de nuevos ruidos concordantes/discordantes que ella promete. Si antes fueron los secuenciadores, las pedaleras y las drum machines; hoy son el iElectribe, el GZN Micromodular System y el Crumar DS-2 los encargados de esculpir armazones minimalistas lo suficientemente versátiles como para acoger florecientes percusiones electrónicas, palimpsestos digitales de sonidos traslúcidos y a la vez estridentes, inflexiones en caída libre de sintetizadores virtuales.


Exceptuando a Fin Del Tiempo, estos discos lucen como el resultado de una expedición triunfal de exploración a través de la intuitio mentis. En ese sentido, recuerdan mucho a Kraftwerk: la energía que convierte melodías circulares en fisiológicamente hipnóticas, las ambientaciones maquinales, las resonancias que tan pronto empujan al escucha hacia una realidad alternativa más densa como se tornan incorpóreas, la “obcecación” por la simbiosis entre lo natural y lo artificial/el carbono y el silicio/lo orgánico y lo inorgánico... Circunstancias/obsesiones todas que presiden el mágico legado de los Robots de Düsseldorf y, por extensión, los albores de la edad pop de la música electrónica.

Pero, obvio, ésta no es la música de Kraftwerk; sino la de Gozne, que se halla lejos de ser llanamente derivativa.


Fin Del Tiempo es la obra conceptual digresora en el camino de Yáñez, o al menos en los tramos que he podido oír. Desde el arte de portada y contraportada -si las ilustraciones no son de Doré, el estilo le debe mucho al del genio francés-, la idea subyacente va de especular sobre el ocaso y el destino final de la especie humana. El fin del mundo y del Tiempo, para efectos de lo que nos interesa como seres vivos dotados de conciencia. En virtud de ello, Gozne se ha inspirado en determinados versículos de la Biblia. Salvo por este concepto de fondo, que añade oscuridad ante la posibilidad de ser testigos de nuestra propia hecatombe, FDT transita el mismo sendero que sus predecesores. Lo que no hace sino corroborar la proteicidad del sonido al que Gozne arribó tras 27 años en la ruta, y que ha puesto en uso intensivo a partir de entonces.

Sea desde la síntesis de modulación de frecuencias, sea desde la manipulación de plug-ins, sea desde procesos computacionales; Yáñez se las ha ingeniado para mantener al día su característico sonido analógico. Nada mal para un músico con 34 años de periplo, que además es artista audiovisual, y encima es capaz de hacer más música con otro alias: Zacarías Malden. Pero ello ya es parte de otra historia, una que tal vez no quede igual de inconclusa que ésta.


Hákim de Merv

miércoles, 7 de junio de 2017

Synthétique: A French Synthwave Compilation 1982​-​2016

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 22 de febrero del 2017.)

Ay, esa extraña sensación de que, desde los 80s; existe un affaire entre el público peruano consumidor de música pop y los estetas de la tierra de Gilles Deleuze. Fue entonces, justamente, cuando llegó Indochine a presentarse en Perusalem -en sus días de esplendor, tocando cuatro veces en el Amauta, con llenos de bandera para todas las fechas. A raíz de ello, se estableció una relación entrecortada, languidecente, difusa, con los músicos galos -relación que siempre ha estado allí. No olvidemos que, tras el maremagnum de Indochine, también vino Cyclope y -ya hacia el final de esa década- Mano Negra.


Así como fui demasiado joven para ir a ver a Indochine en vivo, fui aún más joven para agarrar la época de la Super FM (1981-1983), emisora que literalmente se zurró en los rankings que venían armados del exterior -y propaló canciones no radiales, versiones 12”, lados B y demás exquisiteces de las músicas pop que imperaban en esos felices días. Sí agarré, en cambio, la edad dorada de Panamericana Radio; cuando sus recuentos anuales se convertían en verdaderos acontecimientos para la capital, antes de que la señal cambiara por completo de rubro en los 90s y se transformase en otra radio pacharaquienta más (puajjjj).


No guardo recuerdo alguno de que Panamericana emitiese “Voyage Voyage”, de la cantante Claudie Fritsch-Mentrop (a) Desireless, como lo aseguraron sus disc jockeys cuando reventó los rankings latinoamericanos la esperpéntica versión en castellano de los cuates pachecones de Magneto. Después de todo, la composición aparece en el álbum debut de Desireless en 1989, pero ya había sido lanzada como single en 1986. Lo que sí recuerdo, en todo caso, es que la emisora trató de capitalizar el boom de Indochine colando en su programación habitual uno que otro tema de bandas galas. Cyclope fue una de ellas. Otra fue el dúo Elli Et Jacno, del que Panamericana propagó cinco o seis veces “Les Tarots” -que nuestros cinéfilos conocen bien por aparecer en Les Nuits De La Pleine Lune (1984), de George Rohmer. Corre el rumor de que el recordado pub Tarot le debe su nombre a este track (rumor sin confirmar, por supuesto).


Cuando adulto, llegaría la oportunidad de escuchar a DJ Cam, Air, Daft Punk, Dimitri From Paris, Metal Urbain, los mencionados Elli Et Jacno, Mathematiques Modernes, Dominique A; recopilaciones como So Young But So Cold: Undeground French Music 1977-1983 (2004), Pop Romantique: French Pop Classics (1999, piezas del repertorio de la chanson française interpretadas por Luna, Lloyd Cole, The Apples In Stereo y otros)... A fin de cuentas, pues sí: Francia es, para los peruanos consumidores de pop, al menos un poquito más que De Gaulle, Zidane, Serge Gainsbourg y Descartes.

Cierto día, debe haber sido el primero de enero o por ahí, llegó hasta mis notificaciones en Facebook un hallazgo del amigo Gil Crego Angel Jose. El link iba hacia una recopilación que todavía no se estrenaba, salvo por “La Machine À Rêver” (de X-Ray Pop). El disco era Synthétique: A French Synthwave Compilation 1982​-​2016 (2017), y se anunciaba su estreno para la quincena de enero. Hube de esperar con mucha paciencia para que la recopilación estuviera disponible, cuando menos para su escucha, lo que sucedió recién el 16 de aquel mes.

Como su nombre lo indica, Synthétique... repesca canciones e instrumentales que abarcan 34 años. El hándicap es que lo hace un poco a salto de mata. Los 80s están bien documentados, lo mismo que la presente década, pero ello no ocurre con los 90s (que apenas acredita “Bubbles Of Memories”, de ADN Ckrystall). Mucho menos con los 00s.

Sin olvidar las lagunas ya acotadas, se puede decir que la esencia del disco es el synth pop franchute y sus posteriores evoluciones. Los cortes más antiguos son efectivamente synth pop, pero desde 1984 el código comienza a ramificarse. Atom Crystal, End Of Data y X-Ray Pop ya suenan a synthwave, a pesar de ser coetáneos de No Unauthorized o Art & Technique. Por contraste, actos como Love In A Cage, Mad Masks, Déficit Budgétaire o Guerre Froide; que surgen del 2011 en adelante, son inequívocamente coldwave.

Es de veras lamentable que este esfuerzo sólo sea la fotografía parcial de un género específico cultivado allende los Pirineos, cuando pudo haberse erigido en una panorámica completa de los esfuerzos de los pioneros del electropop galo. Queda, sin embargo, el consuelo de poder acceder a material difícilmente disponible más allá de las fronteras del país en cuestión. Y claro, la posibilidad de comenzarse a informar sobre cada proyecto antologado en Synthétique...

Debería seleccionar a Philippe Laurent, cuyos temas abren y cierran una placa ordenada cronológicamente -lo que ilustra su condición de veterano en actividad y figura representativa de la escena electrónica francesa. Prefiero decidirme, como siempre, por el tema que mejor me cayó. Encontrarás un link para descargar gratuitamente la recopilación si haces click aquí. Puedes hacerlo desde el BandCamp, claro, portándote con 11 libras británicas o más.

;)




Hákim de Merv