(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 26 de mayo del 2016.)
Cuando llegué a
Chile, hace catorce meses, tenía entre ceja y ceja tres nombres indispensables:
Shogún, Yajaira y Congelador. Conseguir la mayor cantidad de material posible
relacionado era, ciertamente, uno de los objetivos de mi viaje. Verdad que
mucho de ello está disponible en Internet, pero yo siempre le doy preferencia
al formato físico por encima del MP3: no sólo debido al booklet y a la info
contenida allí, sino también por apoyar a los grupos latinoamericanos. El
Destino tuvo otro parecer: de Congelador, no encontré nunca nada. Y de Shogún,
apenas el doble que comenté en días ya idos, La Rata (2004).
El caso de Yajaira
es igual al de los anteriores, aunque las circunstancias fueron distintas. El
día anterior a mi regreso pude ganarme con el directo que celebraba sus 20 años
de existencia, en El Bar De René. Para la ocasión los triates dispusieron una
mesa donde podían adquirirse sus trabajos, amén de los de Hielo Negro, banda
hermana magallánica casi tan longeva como los propios Yajaira -faltó, sin
embargo, muestrear a los sorprendentes teloneros, Vago Sagrado. Para esas
fechas, no obstante, mucha de la bolsa de viaje ya había sido invertida; así
que sólo tuve opción a compra de un disco. Los albums de Yajaira los he
descargado poco a poco desde Internet, lo que me decidió por el disco
recopilatorio de rigor orquestado para abrillantar el aniversario: 20 Años (2016).
Hablar de esta
rodaja lumínica implica, por fuerza, referirse menos al menú seleccionado -al
que los fans siempre le encontrarán reparos- que a la trayectoria de Yajaira.
Una banda que nace a fines de 1995, de las cenizas de Jusolis, y que estuvo
integrada durante los primeros años por el baterista Sebastián Arce (Pánico),
el guitarrista Samuel Maquieira y el bajista/vocalista Miguel Montenegro a.k.a.
“Comegato” -cuya presencia incorpora al grupo a la saga de proyectos
descendientes en mayor o menor grado de los míticos Supersordo. Hoy, con el
reemplazo de Héctor Latapiat en bombo y baquetas desde fines del 2002, la terna
continúa su ya dilatada carrera tras el paréntesis de 4 años (acaecido entre el
2006 y el 2010).
Recibí más de una
lección aquella noche de sábado en Santiago. No sólo lo digo porque lo del
portaestandarte del stoner chileno fue apabullante: la feroz gravidez y áspera
iracundia de sus composiciones no devenían en canciones aburridas e inanes,
sino en mazazos de rock enloquecedoramente enérgico, producto de un elemento
catalizador decisivo -el punk. Lo digo también por la actitud respetuosa del
público chileno para con el prójimo. Ya me lo había advertido Claudia Trejos:
cuando le dije que quería meterme en medio de la concurrencia para entrarle al
slam o al pogo, me miró como si no supiera de qué le estaba hablando,
asegurándome que “la gente acá, en tocatas de este tipo, es tranquila”. “Ver
para creer”, dije yo. Y creí: apenas empuñó Yajaira los instrumentos, el
headbanging se hizo viral, pero cada asistente guardaba su distancia para no
incordiar al de al lado. Es más, en medio del público se distinguía nítidamente
un camino vacío que llevaba hasta el baño, en caso alguien necesitara usarlo.
Me quedé gratamente sorprendido por esta experiencia, pensando además cuánto de
este sentido común para con el otro nos falta en el Perú, donde todos se
apretujan contra todos quiéralo uno o no.
La sorpresa se
eclipsó con prontitud ante el airado mäelstrom casi feral de stoner doom que
bajó desde la palestra. Pese a los lustros recorridos, aún puede rastrearse en
los lives del trío ese feeling rocker
improvisacional al que apelaban en sus inicios, hoy convertido en una red de
conexiones telepáticas. Maridando metal, space rock, psicodelia sesentera,
punk; Yajaira desplegó sobre el respetable un repertorio en líneas generales
equivalente al prodigado en el 20 Años.
Las atmósferas lisérgicas y opresivas se sucedieron dinamizadas por ese género
cosecha 77 al que generaciones enteras le debemos todo, y la Realidad comenzó a
agrietarse...
Lamentablemente, no
pude quedarme hasta el final de la presentación. El sábado había sido agotador,
y Claudia ya estaba quemando petróleo para acompañarme a la distancia. No
correspondía sino regresar a la base de operaciones para reparar fuerzas -pues
el día siguiente, último de mi estadía en Chile, aún tenía que aprovecharse al
máximo. Con todo, haber estado en un concierto del terceto fue una vivencia sin
parangón. Qué Natas ni ocho cuartos, carajo: Yajaira le hace la cagada a todos
sus pares latinoamericanos. Un grupo chileno de talla mundial -y ya van...
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de enero del 2016.)
10/01/16. De esta
fecha, muchos de nosotros no nos olvidaremos por laaaaaaaaaaaargo tiempo. ¿Cómo
podría ser distinto? Te acuestas en un mundo con David Bowie y te levantas en
un mundo sin David Bowie. Ojo: no la babosa de Katy Perry, no el inútil sin
talento de Justin Bieber, no la cabeza hueca de Lady Gaga o el deleznable
pa-ra-pa-pa-pa del K-Pop... ¡¡¡David Bowie, huevón/huevona!!! ¡¡¡Uno de los más
grandes creadores artísticos que haya tenido alguna vez el pop!!!
A casi todos, la
noticia se le atragantó durante el desayuno de aquel lunes. Hacía unos días, el
Duque Blanco había celebrado 69 agostos, y aún no había transcurrido ni media
semana de que se lanzara Blackstar,
su último disco en vida. Si hasta parecía que se hallaba en forma, a pesar de
la edad -que ya dejaba ver su huella en el video del single homónimo: nunca
había visto a Bowie tan avejentado como en “Blackstar”. Los años pasarán, pero
la clase permanece, sin duda.
Encuentro válido
trazar ciertos paralelismos entre el binomio Bowie-Blackstar y el binomio Queen-Innuendo.
Ambos artistas, Freddie Mercury en el segundo caso, sabían que se estaban
muriendo. Ambos lograron editar los que a la postre serían sus últimos discos,
poco antes de partir hacia la Eternidad. Ambos lo pusieron todo en ese último
esfuerzo. TODO.
Bowie fue más allá,
sí, porque tuvo más tiempo que Freddie. Recuerdo, y aquí mis colegas de ese
entonces no me dejarán mentir, que en el año 2004 ya andábamos pensando en
dedicarle un número completo de Freak
Out! a Bowie. Merecimientos tenía de sobra. El año anterior había aparecido
el Reality, y todos nos moríamos por
escribirle un mega-dossier. El diagnóstico médico que lo hizo abandonar los
escenarios y la posibilidad de un nuevo disco vetó la excusa perfecta para que
tan ambicioso plan pudiera verificarse en la realidad. Pero Bowie no se retiró
nunca por completo. Verlo tocar “Wake Up” al lado de los cachorros de Arcade
Fire nos emocionó hasta las lágrimas: era como ver al Rey bajar del trono para
subirse a la tarima a tocar con la Nueva Sangre, a rockear como sanputa,
dándole de paso un par de bien merecidas cachetadas al Destino que se
empecinaba en jubilarlo. No puede decirse que Bowie no muriese en su ley: con
disco nuevo, apaciblemente, querido y reconocido por todos/as.
Sí, querido y
reconocido por todos/as. Al día siguiente de difundirse la noticia de su
deceso, fui testigo de algo increíble. En mi contexto Facebook, no hubo nadie,
absolutamente nadie que se quedara impasible ante la trágica noticia. Las
cuentas de viejas glorias ochenteras como Modern English, Pixies, Japan o The
Psychedelic Furs le dedicaron sentidos laudatorios; lo mismo que grupos y
artistas que fácilmente son su promoción -Peter Gabriel, Jimmy Page, Brian Eno,
King Crimson, Kraftwerk... CNN en inglés dio cuenta del lúgubre suceso como
primer titular de su edición matutina, haciéndose eco de la tristeza que
embargaba a gente de ética/estética tan dispar como Billy Idol y Rick Gervais.
Incluso desde el planeta electro llegaron emotivas muestras de afecto. Ya
mencioné a Kraftwerk: súmale a eso Goldie, Nine Inch Nails, Orbital, etc. Otra
vez, ¿cómo podría ser de otro modo? Bowie nos dejó para tomar su justo lugar en
el Panteón de la música rock. Un Héroe (sin comillas, esta vez).
La pena se ha agigantado
con el Tiempo. Hacía menos de un mes, se había ido Lemmy Kilmister, de
Motörhead. Ese 10/01/16, se fue David Bowie. El día menos pensado, se nos va
Iggy Pop (a quien al menos aquí ya tuvimos la suerte de ver en vivo) o Ralf
Hutter. Imposible no sentir que el mundo se despedaza. Sólo mocosos/as que han
crecido en la mierda, en la gusanera infecta que es hoy el pop mainstream,
podrían no sólo no sentir nada, sino suspirar por el día en que mueran todos
los -según ellos/as- “rockstars”. Pobres idiotas. No todos/as, pero sí la
inmensa mayoría. Marcelo crecerá en medio de la mierda, eso no puedo evitarlo.
Pero de mi cuenta corre que no se alimentará de ella.
Pasado año y medio,
todavía duele decirte adiós, querido Duque Blanco. Desde que tengo uso de
razón, te creíamos inmortal. Toca seguir despidiéndote, en medio de un llanto
imposible de aguantar. Nos queda el consuelo de tus decenas de discos, de tus
magníficas canciones, de tu exquisito arte imperecedero -que trasciende a otras
artes como el cine y la pintura cosecha Warhol. Fuiste fiel a ti mismo hasta el
final, un desafío a la altura del cual muchos no estaremos -pero nunca
perderemos la esperanza de estarlo. Adiós, querido David Bowie. Espero seguir
viéndote en mi subconsciente cantándome “John, I'm Only Danciiiiiiing.......”,
a mí, que siempre he tenido dos pies izquierdos para el bailongo.
:'(
Hákim de Merv
ADENDDA
Extraído del muro Facebook del escritor magallánico Jorge Baradit, publicado el
11/01/16:
“Camino a la pega
voy escuchando radio Cooperativa. A las 7:30 sólo dan noticias, pero de pronto
empieza a sonar ‘The Man Who Sold The World’ sin ninguna razón aparente. No
alcanzo a nada cuando escucho al periodista disparar ‘David Bowie ha muerto’.
Y no.
No poh.
Esas cosas no
pasan.
¿Estás seguro?
Estoy helado. Ese tipo de gente no muere. Él está ahí desde que tengo memoria disparando sus bombas; brillando o explotando, iluminando o cegando, defraudando y sorprendiendo, un sol que se consume para quemar, irradiar y carbonizarnos la sinapsis. Un sol negro, una estrella negra.
Bowie murió. No, no suena bien, ¿cambiémoslo? ¿hagamos como que no pasó? Porque es despertar y que la cordillera no esté ahí.
1985, escuchando
escondido de mis amigos punketas el Ziggy
Stardust. Viendo o creyendo haber visto en Midnight Special, con el
Pirincho Cárcamo, el video de Top Of The Pops cuando 'Starman' quiebra todo y
aterriza para siempre en el interior de nuestras cabezas.
Sorprendido,
siempre sorprendiendo, porque vivía más adelante. El payaso de cianuro, la bala
rosada, el isótopo de espejos haciendo estallar en la cara la idea más querida
del siglo XX: ‘el arte no es popular’, nadie puede equilibrar arte real y gusto
popular, pero ahí estaba, llevando trajes de diseñadores ingleses underground,
usando pasos de butoh y gritando 'Let’s Dance!!!' antes que caiga la bomba.
Porque, ¿quién calentó más la guerra fría con su horno nuclear que Robert Jones,
que se fue a Berlín a dispararle rayos a Honecker?
Cuenta que cuando
hizo un recital junto al Muro vivió una de las experiencias más emocionantes de
su vida. Termina la primera canción y la ovación no viene de los asistentes del
recital, sino de detrás del muro, de los miles de berlineses orientales que se
habían acercado para escucharlo a través del hormigón. We Can Be Heroes, Just For One Day.
Música, teatro,
artes visuales, poesía, danza, cine y quizá qué tantra y magia negra salió de
la boca y los ojos de Thin White Duke, Alladin Sane, Ziggy Stardust, Chameleon,
Blackstar y su puta elegancia hasta cuando se equivocaba, porque los genios
hasta cuando se equivocan están en lo correcto.
No me afecta la
muerte de los artistas, sobre todo si ya han sembrado y cosechado lo que
vinieron a hacer; pero no es el caso, tengo pena, tengo una puta pena que me da
pudor porque finalmente es alguien lejano, ¿no? Es alguien a quien nunca vi, ¿no?
Me siento como una puta calcetinera llorando a su ídolo pop de cartón, ¿o no? ¡¡¡Tengo
pena porque no lloramos a un viejito que le dio glorias a la música allá por
los 70s, sino a un monstruo que a los 69 años se la mandó a guardar a todos con
un discazo de la putamadre!!!
Blackstar, es la misa negra ocultista de un demonio
alienígena que abandona la Tierra. Hay que ver el clip de 'Lazarus', su último
single, para entender todo, la inhumanidad de Bowie que arma su propio epitafio
lleno de signos, símbolos y mecanismos para regresar a cada rato como un
mantra, un medium que armó el arco de su vida con una precisión de un misil sub-orbital:
evolucionó en el aire, brilló de otras maneras en el vuelo, aceleró a fondo en
la caída y estalló como una estrella negra en el momento preciso. Acto mágico.
Que rabia que no se
me venga a la mente una mejor palabra que 'genio'.
Tengo pena.
El 90 no tenía un
peso y lloré de impotencia afuera del Nacional. Ahora lloré, no sé por qué. Me
da pudor, pero lloré. Qué mierda, no pude aguantarme y lloré. Ángel negro de
mierda, mutante torcido, androide. Pulsar. Agujero negro en su ojo izquierdo.
Sacerdote de algo. Payaso de mierda.
The stars look very
different today…
Qué aburrido va a
ser el mundo sin Bowie, compañeros.
Qué mierda de día
este lunes 11 de enero de 2016, porque mañana será el primer día del universo
sin Ziggy brillando, waiting in the sky.
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de mayo del 2017.)
En ocasiones, mantener
el radar aceitado y funcionando diariamente al 1000% ha devenido en todo un
reto. Aún si revisas sin descanso tus notificaciones de Facebook y tomas nota
mental de aquello que más ha jalado tu atención, inevitablemente habrá cosas de
las que te olvides si no las subrayas/preservas como es debido.
En medio de las
decenas de avisos que chequeo a diario, no recuerdo hace cuánto tiempo me
llegaron nuevas de la banda Cola De Zorro. Entrar y descargar se ha convertido
en una mecánica que suple la necesidad de anotarlo todo en esos Post-It que hoy
ya nadie usa. Pero la fila para entrar a mis tímpanos es enorme, y sólo recién
hace un mes me senté no sólo a escuchar el disco recomendado (Khaikha), sino además a verificar
información y descargar alguna otra referencia discográfica del grupo. Así que,
hasta hace mes y medio, apenas tenía el vago recuerdo de que eran chilenos.
Cola De Zorro
pertenece a la escena de Gran Valparaíso, y es oriundo del mismísimo Valpo. Goza
ya, según su biografía, de cierta antigüedad (2005). Quizá por ello, su nombre
no figuró entre las recomendaciones que me hicieron a la hora de comprar discos,
cuando estuve por allá. Quizá fue también el hecho de que ya no hubiera
ediciones físicas en existencia, como ocurrió con otros grupos por los que
pregunté. El line up más estable remite al clásico esquema del “power trio”: Pablo
Rivera (batería), César Bernal (sintetizador y bajo) y Felipe Medina (sintetizador
y guitarra eléctrica). A los tres se les acredita en el uso de instrumentación
accesoria.
La terna ha debido
sortear convulsos avatares durante las primeras etapas de su historia, pues
demoró lo suyo en debutar. El primer paso, Can-Can
(2012), fue publicado nada menos que siete años después de su formación. Al
menos en Internet, no se dispone de registros anteriores a esa fecha. Entre
éste y el segundo paso, Khaikha
(2015), la banda despachó un EP -también bautizado como Can-Can- y un live grabado en el Bar Acopio (Quilpué, en Marga
Marga), directo que ya adelanta algunos temas del Khaikha. Tras éste, el grupo no ha mostrado mayor actividad.
Cola De Zorro posee
características muy peculiares. Instrumental al 100%, el aspecto formal de su
sonido prescinde de todo concepto unitario, de toda temática hilativa. El
maremágnum sonoro parece signado por el proceso mismo de creación -pura,
inmediata, intuitiva.
Otrosí, el
contenido de ese mismo sonido viene determinado desde el background de cada
músico. El flujo de influencias e ideas es bastante desorientador: el
fundamento en la música de CDZ se ubica más allá del free-folk, pero tratado
desde un enfoque indie que no le hace ascos a nada. Muchos pasajes de los
discos se abandonan a improvisaciones que, aludiendo al jazz, no llegan a
desembocar en ese mar. Tanto Can-Can
como Khaikha, obras estridentemente
opresivas, toleran los adjetivos de “volátil”, “parco”, “lánguido” y “elusivo”.
Si tuviera que elegir un solo calificativo para lo que hace el combo, escogería
el de “árido”, y con ello la etiqueta que más les acomodaría sería la del post
rock: a ello me inclinan sus sonoridades estilizadas, su incordiante oscuridad,
su vocación experimentación llena de incertidumbres -todo lo cual remite al
marbete que se sacó de la manga Simon Reynolds en los 90s para encajonar en el mismo
espacio a propuestas tan dispares como las de Disco Inferno y Labradford, de Moonshake
y Pram, de Earwig/Insides y Bark Psychosis.
Sí. Pero Cola De
Zorro, más que de la primera, se siente cerca de la segunda hornada post rock
(Godspeed You! Black Emperor, Stars Of The Lid, Pluramon, Yellow6, siguen
nombres). Dejo aquí como ejemplo el tema homónimo de su segundo disco. Desde el
BandCamp de los triates, te puedes bajar gratis toda su producción.
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de abril del 2015.)
Mientras caminaba
desde el Club Embassy (en Plaza San Martín) hasta el cruce de Uruguay y Alfonso
Ugarte, bajando las revoluciones con el frío aire de la madrugada limeña,
pensaba en lo complicado que sería escribir una reseña del concierto del
23/04/15. Y es que, a diferencia de TODOS los conciertos a los que había ido
hasta esa fecha, lo de esa noche fue más una fiesta privada. Para bien y para
mal. Para mal, porque fue el triste termómetro de nuestra realidad
rockera/electrónica/pop: somos pocos en un país con el gusto atrofiado por la desangelada papilla insípida que pregona la mass media como el supremo manjar
-Romeo Santos no se merecería ni medio pedo en la cara, si no fuera porque
tenemos los oídos llenos de caca-, pero ni siquiera esos pocos estuvimos
completos la noche de ayer. En Chile, seguramente habrá sido otra la historia.
¿Y para bien? Pues
porque la gente disfrutó enormemente de la velada sin estar apretujándonos unos
contra otros, respetando el espacio personal de quien está al costado. Desde el
live de Jaguares (abril del 2004), no veía algo semejante.
Como se esperaba,
arrancó la noche Neon Dominik. No hay mucho que comentar al respecto. Su
performance fue el fiel reflejo de lo realizado en el debut del año pasado, Lightness. Empezó bien y terminó mal:
tanto, que no supo cuándo cortarla -a punto se quedó de completar la hora sobre
el escenario, lo que es demasiado para un telonero. Para peor, hacia la mitad
de su set ND se convirtió en un calco de Underworld, de New Order, de cualquier
banda EBM centroeuropea promedio (¿sería por la proximidad del concierto de
Front242?). Para no abrumarme, opté por cabecear un rato, cómodamente sentado.
Mis oídos se dieron
cuenta del relevo sobre la tarima antes que mi conciencia. El cambio fue tan
evidente, que me desperecé por completo y corrí al borde del dance floor. En
efecto, ya estaban allí los !!! (Chk Chk Chk), el principal motivo por el que
nos congregamos cuando mucho 150 almas en ese local del Centro Histórico.
Ya se sabía que Nic
Offer suele brindar directos memorables. Sin embargo, una cosa es verle en
pantalla y otra muy distinta estar ahí. Ni bien comenzaron a sonar las notas de
“Get That Rhythm Right”, el frontman de !!! puso primera con el pie aplastando
el acelerador e ipso facto se le vaciaron los frenos: no paró hasta terminar el
set. Mejor aún, comprobamos que, en directo, Offer no es él ni ella -es un
ello, a veces masculino, a veces femenino. Durante muchos pasajes, Nic emuló
los pasos de Lady Miss Kier en el video de “Groove Is In The Heart” (el
veintiúnico hit de Dee-Lite). Tal cual queda escrito: Nic Offer es una fuerza
vital en calzoncillos que trasciende géneros.
Y mientras se
sucedían sin descanso “Slyd”, “All My Heroes Are Weirdos” (todo un himno,
ciertamente), “Except Death”, “One Girl/One Boy”, “Jamie, My Intentions Are
Bass”, “Me And Giuliani Down By The School Yard (A True Story)”, “Even When The
Water's Cold” y demás canciones del repertorio de los californianos; la onda
expansiva encontraba multitud de ecos en la pista de baile y aledaños. Incluso
entre los más reticentes... Lentamente la escarcha desapareció, y la savia
corrió como en años mozos, imposibilitada de sustraerse a lo que estaba
sucediendo delante de nuestras narices. Offer, contagiándose de la vitalidad de
un público por completo entregado, se bajó del escenario en más de una ocasión
para acompañar epilépticamente el baile tribal que !!! había conjurado.
Entonces, hasta los más reservados comenzamos a caer en un trance, aupados por
la guitarra de un espectacular Mario Andreoni.
Alguna vez alguien habló
del “hombre que escucha” y del “hombre que baila”. Incluso aquellos que tenemos
dos pies izquierdos por libre elección, y que sólo sabemos poguear, reconocemos
este conflicto interno -imposible acallar del todo lo que nos habla desde la
memoria genética de la Humanidad. Esa noche y al día siguiente, el “hombre que
baila” adelantó al “hombre que escucha” de un violento testarazo, y aunque no
logró hacerlo besar el piso, por un mágico momento equiparó su poder. Quizá no
sea del todo coincidencia que esta situación tuviera lugar en una etapa de mi
vida en la que he redescubierto cierta alegría y cierto goce puramente
corpóreos, sí, pero tan necesarios para equilibrar el espíritu, de continuo
entregado al placer intelectual.
Lo del 23/04/15 fue
más que una fiesta privada, más que una noche luminosa: fue una de esas
jornadas que a uno lo marcan de por vida en direcciones insospechadas (nada más
delectable que aquello que sobrepasa todas tus previsiones). Pero todo tiene su
final. Sobre las 2.30 de la madrugada, se acabó el show de !!! -sin haber
tocado “Heart Of Hearts” (...shit, scheisse, merde...)- y buena parte del
público abandonó el establecimiento. Lástima por Danny M, que fue de fondo,
aunque la noche ya había rebasado las más entusiastas expectativas. Piña por
quienes se lo perdieron.
Lo único
verdaderamente malo de la noche: en el Centro de Lima, 5 soles por una
Coca-Cola personal ni siquiera es un abuso. Es un robo descarado. La próxima
vez prefiero morirme de sed.
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de mayo del 2016.)
Tras haber visto
bien de cerca a la escena chilena, se me ocurre que acaso no estaba tan
equivocado al teorizar sobre factores constantes operando de forma similar en
todas las movidas sonoras independientes de la región, por encima de las
variables que signan a cada una. Los circuitos del underground mapocho gozan de
la misma vitalidad que atestiguamos aquí a nivel subcutáneo -pero, como pasa
también en nuestro caso, ese maëlstrom no es reflejado por la mass media.
De entre los amigos
y las amigas con quienes tuve oportunidad de conversar allá, no fueron pocas
las voces/veces que sindicaron a Fatiga De Material como la nueva promesa del
under sureño. El mismo día en que volví a Santiago desde Viña Del Mar, tuve
oportunidad de conocer al guitarrista de la banda, Bernardo Naranjo, quien
gentilmente me obsequió un ejemplar de su nueva producción. Unas cuantas horas
antes les había escuchado en vivo a través de YouTube, por recomendación de mi
querida amiga y anfitriona Rita Allard -quien fuera también la persona que nos
presentó a Bernardo y a mí-, y del camarada Raúl Cabrera Hidalgo. Pero el
homónimo esférico permaneció sellado hasta mi regreso a Lima (como sucedió con
todo lo que me traje desde esas lejanas latitudes).
Fatiga De Material
no es un grupo recientemente formado, pues se funda en el 2007, en Valparaíso.
No obstante, es en el 2013 que alcanza su actual y según parece definitiva
alineación: Naty Lane (bajo; école, la misma de Hammuravi, Adelaida, Platillo Volador -¡¡¡para la mano, mamacha!!! ¡¡¡maternidad responsable!!! XD-), Diego
Valderrama (batería), Nicolás Gajardo (segunda guitarra, toca también en
Platillo Volador) y Naranjo (primera guitarra y sintetizadores). El año 2009 marca
el inicio de la publicación de sus trabajos, la mayoría de ellos de corto
minutaje: de hecho, la única referencia en largo previa al nuevo disco es Se Vende (2012), en sociedad con el
cantautor Álvaro Peña Rojas (quien formase The 101'ers nada menos que con
San-Joe-Strummer-que-estás-en-los-cielos). Todos estos registros, incluido el
que motiva este sucinto comentario, se encuentran en BandCamp disponibles para
libre descarga.
Es medio complicado
ser taxonómico con Fatiga De Material, para más señas un ensamble 100%
instrumental. Las plumas especializadas en Internet les han descrito como post rock.
Algo de eso hay, pero creo que el post no llega a ser la estética de más peso
en el sonido de la banda. Tal vez sí por el lado de Rodan (matriz de June Of 44)
o de Bastro (matriz de Gastr Del Sol y de Tortoise), pero en todo caso más
apropiado sería definirles como “proto post rock”: el prefijo antes del prefijo
confiere un poco más de libertad a las composiciones, y entonces puedes
encontrar similitudes con el post hardcore de Modest Mouse -o, por citar un
nombre patrio, Plug Plug. Pero si bien este galimatías de tonalidades era más
patente al principio (verbigracia, su EP homónimo del 2009), el sonido de FDM en
el largo luce límpido, como orientándose hacia el indie vaporoso de The Sea And
Cake -o, por citar un par de nombres patrios, Tony Danza y Kinder (de su
reformulación del 2010 en adelante).
El grupo manejaba
ya la suficiente sapiencia intuitivo-instrumental como para imprimirle variedad
a los números de este FDM: indie como
El Otro Yo en “Intro”, neo post punk en las primeras notas de “Jamás”, brioso
pop 90s en “Funeral Party” (nada que ver con el clásico de The Cure, por
siaca), y prístina cadencia cuasi-baladesca en la extensa “Catalina”. Con todo,
resulta innegable cuáles son los matices elegidos asiduamente en la paleta
timbral de la banda -una ráfaga de música vivificante en el contexto de las
nuevas generaciones de avant pop chileno: Nubosidad Parcial, Mimo Violento,
Tripulante De Soma, La Oficina Del Sueño, siguen nombres... Congelador ya puede
respirar tranquilo: aquí están los jóvenes, carajo.
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de noviembre del 2014.)
CRÓNICA DE UN POBRE
GRANAÍNO -QUE DE GRANAÍNO NO TIENE NI MEDIO CROMOSOMA (SALVAJE)
Debo admitir, para
empezar, que al concierto ofrecido por Los Planetas el 13 de noviembre
del 2014 los fans fuimos con las expectativas bien altas. Expectativas
satisfechísimas, dicho sea de paso, al menos a nivel de la experiencia
personal; porque el sonido les jugó en contra a los capitaneados por J
Rodríguez durante varios pasajes de su primera vez con el público limeño. En
más de una ocasión, en efecto, no se le escuchaba la voz al buen J, y la
guitarra de Florent Muñoz también llegó a desaparecer un par de veces.
Culebrones técnicos
a un lado, lo de Los Planetas fue espectacular de principio a fin. Llegué
bordeando las 4.30 pm, y tuve la inmensa fortuna de que Jalo Nuñez Del Prado, organizador del
evento y viejo amigo; me permitiese pasar a escuchar la prueba de sonido de los
granadinos -segunda del día, según uno de los plomo
con quien conversé. Dicho sea de paso, antes de ingresar al local conversé con
algunos miembros de la banda, todos ellos muy asequibles. Cuadraron equipos en
aproximadamente cuarenta minutos, rematando con “Una Corona De Estrellas”. El
que más demoró en hacerlo fue J: la logística en este aspecto ya empezaba a dar
señales de alarma.
Recién a las 8 pm
comenzó a caer gente en grandes cantidad. Esta vez, menos mal, sí cogimos buen
lugar -en primera fila, rodeado de amigos tan devotos de Los Planetas como
truly yours: Marco y David Rivarola, Julio Marchena y su hermano Jorge, Diego Ballón y Marcelo
Villanueva, y Diego López.
Hicimos una buena previa con estos últimos, tanteando
las posibilidades de un set list que diera gusto a todos y comentando los
pormenores de mi acceso a la prueba de sonido. Justamente, Jalito me confiaba
dirigiéndonos al escenario que el baterista Erick Jiménez era un bravo, y yo le
decía que las semanas posteriores a la compra de la entrada al concierto había
estado re-escuchando los discos del grupo con más detenimiento: ahí me di
cuenta de que Erick era un animal a las baquetas, como se comprobaría con el
correr de las horas.
Fuera de las
deficiencias en los equipos, tuve dos cosas que reclamarle a la organización
del concierto: 1) No es que Eva Y John me parezca un grupo maleta, pero sí
inexperto, lo cual no tiene nada de malo, ya que se trata de una banda nueva.
Lo que me incordia es que hay bandas aquí que iban mucho más en la línea de Los
Planetas que pudieron ser seleccionadas para telonearles. Catervas y Kinder, caballero, lo
hubieran hecho mucho mejor. 2) Desde todo punto de vista, el concierto empezó
DEMASIADO tarde. Se había anunciado la tocada para el 13/11/14: pues bien, con
tantas dilaciones, los españoles subieron al escenario el 14/11/14, a las 00.30
am. Teniendo en cuenta que el día siguiente era laborable, se debió manejar
mejor este tema.
Los Planetas se
alinearon con el arranque soñado por muchos -me incluyo-: “Segundo Premio”
rompió fuego con un público enfervorizado pero no totalmente suelto. No aún. El
grupo sorprendió gratamente con “Rey Sombra”, “Toxicosmos” y “La Virgen De La
Soledad”, composiciones
que pensamos difícilmente iban a ser incluidas en el set list. Sin
embargo, el deshueve se produjo con “Corrientes Circulares En El Tiempo”:
entonces el público arrancó el pogo con la
intensidad que ameritaba la ocasión -y que alentaba Erick desde la batería. El
tío simplemente destrozó: nos hizo leña una y otra vez, sin piedad, a veces
incluso opacando al J y a Florent. Tres años después, sigo considerándolo el
mejor baterista que he visto en vivo in situ. El público respondió a esa entrega
con harto slam, mismo que ya no paró desde “Santos Que Yo Te Pinté” -en “Devuélveme
La Pasta”, comenzó a arreciar la lluvia de cerveza.
(Sintomáticamente,
después de que acabase “Corrientes...” me di la vuelta y me encontré con mi
amigo El Adversario, tan emocionado que hasta me abrazó efusivamente -algo bien
sui generis en él, jejejejeje.)
El primer encore,
tras “Pesadilla En El Parque De Atracciones”, fue devastador: “De Viaje”, “Un
Buen Día”, “David Y Claudia”, “Alegrías Del Incendio”... Si ya se me había
quebrado varias veces la voz hasta ese momento, con estas cuatro gemas las
estadísticas “quebradas” se dispararon hasta el cielo. El segundo y último
encore de la noche lo protagonizó “La Copa De Europa”. En el set list que
logramos ver, el concierto finalizaba con “Los Poetas”, aunque después del
soberbio trip de “La Copa...” ya no se le echó de menos.
Sí se echó de
menos, en cambio, a varios clásicos de la banda hispana: “Una Nueva Prensa Musical”,
“Plan De Fuga” (favorita mía), “La Guerra De Las Galaxias” (favorita de Diego
López), “Punk”, “Desaparecer”, “El Artista Madridista”, “Soy Un Pobre Granaíno”...
Como suele pasar, cuando las luces del tabladillo se apagaron definitivamente y
se abrieron las puertas de salida, el alargue estuvo lleno de comentarios e
intercambio de impresiones -todo largamente positivo. Memorable concierto de
Los Planetas. Sumamente intenso -a la distancia, recuerdo haber caído en un
trance con “Romance De Juan De Osuna”- y revitalizante. Velada magnífica en la
mejor compañía.
(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 3 de agosto del 2016.)
Habiendo (en
promedio) alcanzado ya las dos décadas de existencia, el post-rock parece vivir
una nueva primavera al menos entre los urbanitas de América Latina. Los
mexicanos A Shelter In The Desert han sido una gratísima revelación entre el 2015
y el 2016, lo mismo que los chilenos Fatiga De Material. Precisamente desde el
mismo país que el grupo de Valparaíso, el pasado 20 de agosto recibimos la
visita de los santiaguinos Nubosidad Parcial.
Primera salvedad:
NP no es 100% post-rock. Lo fue en un inicio, allá por el año 2012, cuando el
bajista Claudio Hirmas (encargado de la eléctrica en La Oficina Del Sueño) y el
guitarrista Luis Vergara fundaron la banda. El terceto original, que completaba
el baterista Santiago Córdova, graba al año siguiente Tomando Sol A Cuadritos, EP de dos temas cuyo título se hace eco de
la jerga carcelaria equivalente a “mirar el sol a través de las rejas”. Tanto “Plegaria
Para Un Diluvio” como “Ser De La Huella (Tranquilito)” son efectivamente de
ascendencia post. Matiz interesante revelado por el extended: mientras “Ser...”
tributa a la vertiente americana del ¿género?, y por ende su dinámica es
todavía cercana al formato rock; “Plegaria...” se adscribe al filón británico,
tiende a divagar un poco más, a sumergirse en el éter -aún cuando los
pedernales sólo producen chispazos en esta ocasión.
Inmediatamente
después de grabado el EP, ingresa al proyecto el tecladista Francisco Lillo
(Tripulante De Soma, La Oficina Del Sueño). Esta incorporación aportó su
granito de arena para que Nubosidad Parcial tomase cierta distancia del
catecismo post -con el fin de integrar a su output tintes de stoner rock,
indie, psicodelia y hasta jazz. En la medida en que se trata de tonalidades
afines al post (sobre todo al americano), queda claro que la decisión de este
cierto “viraje” ya había sido tomada previamente con conocimiento de causa.
Así se explica
mejor que Fractal (2015) sea un debut
en largo con tantas aristas, y que a pesar de ellas logre sonar compacto/uniforme.
El cuarteto luce muchísimo más suelto aquí que en el EP precedente, gracias al
buen tino de priorizar tanto la improvisación como el registro en una toma. El
post-rock funciona en esta nueva etapa de NP como amalgama entre las distintas
clases de texturas que la placa ofrece: jazz en “Quebrada”, fantasmal
pre-verbalismo en “Trascender”, stonura tanto en la larga suite de apertura de “Fractales”
como en el telón abajo de “Respiro”, psicodelia que coquetea con la atonalidad
en las dos partes de “Caleudoscopio”... Todo ello, reciclando estupendamente
algunos de los lugares comunes en la música rock -los consabidos solos de las
cuerdas, por ejemplo.
Nubosidad Parcial
se presentó aquí en el marco del Festival Deforma, promovido por la gente de
Anjo Music. A esa tocada le seguirían cuatro más, antes de concluir su gira por
nuestro país.
PD: Segunda
salvedad. Nicolás Bustamante ha convertido recientemente a NP en quinteto,
sumando al batallón una guitarra más (y, ocasionalmente, un sintetizador).
Tanto en Tomando Sol... como en Fractal, Bustamante cumplió el rol de
ingeniero de sonido. Con él se viene trabajando ya material para un nuevo larga
duración, parte del cual el grupo estrenó en directo durante la antedicha gira.