LOS DISCOS PERUANOS
DEL 2019 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (II)
(Tanda dedicada a Chip
Musik Records.)
Toda la paciencia
del mundo se tomó Afrosky MF para recién animarse a debutar el año pasado. Y,
como si quisiera recuperar el tiempo perdido en decidirse, lo ha hecho por
partida múltiple. En efecto, los cuatro largos colgados en Spotify -que no uso-
consignan al 2019 como fecha de aparición. De todos ellos -X1x, If You Want, Second Hand 420 y 13-, sólo el último ha sido además publicado a través de Chip Musik,
lo que no me deja de causar extrañeza. El dúo, amén de aportaciones para
escuderías aliadas como Dorog Records -Panoramas: Una Visión A Los Horizontes De La Nueva Música Limeña, revisado hace siete
días-, ha colaborado asiduamente en las compilaciones de la serie Lego. Llegó a editar, para más inri, el
7’’ virtual UVE (2018) bajo el código
de catálogo ChMR-Single-010.
(La única certeza
en torno a 13 es que el propio
binomio formado por Elihu Orrego -sintetizadores, bajo- y Marcelo Fernández -sintetizadores,
guitarra- le considera el álbum debut, tal como afirmó su página Facebook
cuando anunció la salida vía Chip.)
Se hace un tanto
difícil localizar coordenadas fijas para el opus de un proyecto ciertamente
electrónico cuya naturaleza no excluye las cuerdas ni un alto porcentaje de
organicidad funk/jazz/rock. El swing asociado a las músicas de raíces negras
que acabo de listar queda trasplantado a comarcas binarias ni bien suena
“Jaxx”, ruidosa apertura preñada de dub. Con el derrotero predeterminado, las
eléctricas matizan la electrónica en diversas proporciones: pueden hacerlo
hasta lograr mostrarle indefinida (“Relax”), o enfocarse en el groove
atravesando tupidos filtros de rascuacha fidelidad electro (“Afrokaoss”). Algo
similar ocurre con el free-noise-jazz-out
de la levantisca “NoiseFun”, con las dos versiones de “AcidLatino” (¿o debería
decir “AcidLatino” y su ulterior reprise?) donde los beats se revuelven
intentando emular primitivas zarabandas, y con “Águila Destroy” -su tempo
dislocado alude a ese “arnés lunático” del que se jactaba en los 90s el rey de
la melodía cubista, Mike Paradinas (a) μ-ziq.
Sólo en una
oportunidad, AMF es tentado a olvidar el swing para abandonarse en brazos del vanguardismo
digital que empezase a dar sus primeros pasos hace tres décadas. “Huaca” principia
como una construcción IDM de barnices irreales, pero no es lo suficientemente
seráfica para evitar la irrupción de las cuerdas. Estreno de eclecticismo a la
legua, asistido por Henry Ronceros (batería), Nelson Hernández (guitarra) y
Mako Moya (sintetizadores, teclados).
Bastante más tiempo
que Afrosky MF se tomó Siam Liam para su puesta de largo. Guiñando no pocas
veces en Sul Da Pradaira a ese mood
sonoro que ¿entendemos?/¿sentimos? los latinos, la performance del enésimo
alias de Alexander Fabián se advierte más relajada y ordenada que la del tándem
Orrego-Fernández.
El simétrico intelligent
techno que exorciza Siam Liam accede a acoplar una guitarra en medio de la
avalancha de efectos, secuencias y softwares varios. Diría que hasta puede
considerarse esta “licencia” su invisible
punto de apoyo, al emprender la elaboración de esos lienzos donde el Ruido y la
Melodía se trenzan a puño limpio -porque eso es lo que hacen. Las consecuencias
de esa riña no se conducen según la a estas alturas ya manida ecuación con que
se prefiere simplificar al shoegazing, sino que equivalen a melodías
distorsionadas prestas a surcar informes sueños líquidos de cálidas otredades.
IDM embebido de
noise que se comporta como noise embebido de IDM, el coctel que prepara Siam Liam se sirve usando distintas presentaciones. Puede trepidar como el jungle (“Triângulo
Prânico”), predisponer a la duermevela como el vaporwave (“Asuis”, rework del
sencillo del 2015 que incorpora un sampleo de The Wonder Years), desnudar al techno (“Escrito A Ciegas (Paisajes
En Transmutación)”), mimetizarse con la indietrónica (“Menina Dos Anos 90s” o “Caçadora,
Há Dois Gato Cantando No Telhado. Gatinha E Gato Velho” -el consabido tributo
felino que nunca está ausente en la obra de Fabián-)...
Bizarro ambient
modal para diluir el surrealismo manante de los viajes que realizamos cada
noche al cerrar los ojos. Al son de estructuras sugeridas, bases corroídas y
atmósferas chispeantes, siempre se sueña mejor.
Qué rara sensación me
embarga al escuchar lo nuevo que Alfonso Noriega ha despachado usando su nom de guerre de El Otro Infinito. El
también Prados Perfectos se ha distanciado unas cuantas millas de las
genealogías que alimentaban su música hasta El Abismo En Cada Objeto, uno de los tres EPs que liberase en el 2018. Era ese
extended una suerte de correctivo para la hoja de ruta, que habíase desviado un
tanto con 21. Ahora, en cambio, El Abismo... luce como el último
estertor del intelligent techno habitual durante la etapa que va de su
aparición (2014) al 2017.
No obstante,
códigos como el ambient, el IDM o el chill out mantienen presencia en el
“acrónimo” disco EOI. La paradoja se
resuelve cuando notas que lo que realmente se ha desvanecido es el pathos
vinculado a estos sonidos. Piezas del talante de “It Fate.”, “Bela’s Dream” o
“Canción De La Más Alta Torre” fatigan parsimoniosamente la acuciante aridez en
la que desemboca el centrarse excluyentemente en las atmósferas, en las
texturas -y ningunear al beat.
No del todo, por
cierto. La excepción a la regla es “Sintas”, corte proto-industrial donde más
nítidamente destaca la guitarra, y por añadidura limbo equidistante entre aquello
que fue El Otro Infinito y aquello que quiere llegar a ser en lo sucesivo. Claramente,
todavía no lo consigue: por más que surcos como “Amanece(s)”, “Amapolas”
(rework del track incluido en Fever, su
LP del 2017) o “DH1” (de nerviosidad declinante) invoquen insistentemente a
Global Communications y a los Sabres Of Paradise más ascéticos; aún hay rumbos
que recorrer, fases que atravesar, procesos que madurar.
El horizonte
plantea una incógnita enorme sobre el unipersonal de Noriega, pero EOI da como para mirarle entre pasmado y
expectante.
La idea detrás de
cada entrega de la serie Lego es ofrecer un registro colectivo articulado en
torno a un concepto. Este último no necesariamente proviene de los actuales
responsables de Chip Musik, Jorge Rivas y Alexander Fabián, pero sí cuenta con
su aprobación final.
No adivino si Lego 13: Trece (El Final De Una Década)
tiene aspiraciones epocales. Su título no tiene por qué interpretarse más allá
de un sentido literal: le sirve a la discográfica, entonces, para cerrar las
persianas de los últimos diez años y encarar la entrada al tercer decenio del
siglo XXI. La ocasión amerita que el Lego
13... sea doble, aliciente para priorizar a grupos y solistas peruanos, sin
olvidar a bandas de otras latitudes que se han integrado a la label o cuyas
estéticas le son convergentes.
En el primer
capítulo del Lego 13..., subtitulado como ‘Lado A’, los convidados extranjeros son el combo español-colombiano Empty
(con el juguetón IDM cuasi-polifónico de “DischargeA01”) y la artista
usamericana LI (“Face” es un cadencioso y opaco cruce de bliss pop, lo fi e
indie). Cinco casillas más se destinan a nombres por lo visto bastante cercanos
a la órbita Chip: El Enano Siniestro (cuarteto aparentemente muy versátil, “Camino
A La Guarida Del Diablo” habla de una faceta post rock de filiación electrónica),
los prometedores Solenoide (indiegaze de baja fidelidad en “Centinela”),
Cashiari (“Criatura Sin Control”), RA (fogoso post house el de “Mutation”), y
el buque insignia de la flota pop peruana, Silvania (“En La Playa Del
Olvido”).
El resto pertenece a las filas del catálogo: Miyagi Pitcher (“Origen (A.
Pizarnik)” pasa como out-take de su reciente Abraxas, oscilante entre el IDM y el vaporwave), Xtredan (cuyo “Vrillon
1977” recuerda mucho a la estética primigenia de los Artificial Intelligence de la Warp), Alcaloidë (una ‘flatulenta’
“Entelequia”) y Puna, con la que tal vez sea la mejor composición de su
comentadísimo Sukha -“Ultramar”.
22 convocados, 17 connacionales,
5 provenientes de distintos puntos del planeta.
El segundo capítulo
del Lego 13..., subtitulado como ‘Lado B’, es un tanto más representativo acerca de los manjares sonoros que anidan
en el regazo Chip. Para empezar, cuenta con más artistas enrolados bajo sus banderas,
practicantes de los géneros dilectos de la independiente y empeñados en
expandirles. Tales son los casos de la enigmática entidad Philko, que ensaya
una simbiosis de trip hop y post house aún fermentando (“Tetris”); del chileno Rodrigo
Mardones a.k.a. Música Casual, cuyo “Electro-Tribal” es harto colorido en
comparación con la metodología de grabaciones de campo ejecutada en su
primerísimo Untitled (si bien la duración
acaba difuminando en algo la sorpresa); de la intangible exhibición de bricolage
electrónico a cargo de la arequipeña Yume Station (“Operator”); del ominoso “El
Último Vuelo Del Hada” de El Otro Infinito, tal vez el rezago culmen de IDM-a-la-usanza-antigua
que le queda al chaplín de Alfonso Noriega; del evocador ambient noise de Siam
Liam (“Sul Da Pradaira”), y del excelente tema nuevo de Ionaxs, “El Regalo De Las Nubes”.
Otros, como el del individualista
mapocho Luis Venegas (a) Argades o el de Mongo No Stars, van por senderos
consonantes. El primero decrece revoluciones a niveles de minimal noise con
“Galería Subterránea”, mientras que el segundo hibrida techno, proto-EBM y ecos
del sonido The Shamen en “La Bestia”, hipnótico canal dance.
La cuota de
diversidad es cosa de allegados como el trío mexicano Acty (agradable noise pop
en “Nada Es Lo Que Quieren”, tiene editado un larga duración en Chip), el dúo
Gelatina Magma (“Nuestros Días”, número al que Giancarlo Samamé y Ángela Ruesta
le están sacando el jugo) y Les Replicants. Aportes en varios documentos
colectivos me conceden margen para afirmar que este trío fundado en Huamanga se
comporta sumamente maleable -y más importante aún, con mucho oficio.
“Ilumíname” tonifica aquello que en los 80s se conoció como “psicodelia”, mostrándose
su sonido vagamente deudor de Loop.
Los dos volúmenes
de Lego 13... constituyen un
remarcable esfuerzo que ha venido gestándose durante casi medio año. A
diferencia del devastador estío que vivimos en el 2019, es ésta una perfecta
compilación para afrontar el verano más bien suave de este 2020. La variedad de
registro podrá ser menor que la exhibida por las recopilaciones de Dorog, pero debe
recordarse que en ello incide el que Chip Musik Records sea el sello nacional
IDM/post IDM por antonomasia -además de muy afín al shoegazing.
Las portadas son
cortesía de Ángela Ruesta.
Hákim de Merv
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