jueves, 13 de febrero de 2020

Afrosky MF: 13 // Siam Liam: Sul Da Pradaira // El Otro Infinito: EOI // Lego 13: Trece (El Final De Una Década) - Lados A & B

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 5 de febrero del 2020.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2019 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (II)

(Tanda dedicada a Chip Musik Records.)

Toda la paciencia del mundo se tomó Afrosky MF para recién animarse a debutar el año pasado. Y, como si quisiera recuperar el tiempo perdido en decidirse, lo ha hecho por partida múltiple. En efecto, los cuatro largos colgados en Spotify -que no uso- consignan al 2019 como fecha de aparición. De todos ellos -X1x, If You Want, Second Hand 420 y 13-, sólo el último ha sido además publicado a través de Chip Musik, lo que no me deja de causar extrañeza. El dúo, amén de aportaciones para escuderías aliadas como Dorog Records -Panoramas: Una Visión A Los Horizontes De La Nueva Música Limeña, revisado hace siete días-, ha colaborado asiduamente en las compilaciones de la serie Lego. Llegó a editar, para más inri, el 7’’ virtual UVE (2018) bajo el código de catálogo ChMR​-​Single​-​010.

(La única certeza en torno a 13 es que el propio binomio formado por Elihu Orrego -sintetizadores, bajo- y Marcelo Fernández -sintetizadores, guitarra- le considera el álbum debut, tal como afirmó su página Facebook cuando anunció la salida vía Chip.)

Se hace un tanto difícil localizar coordenadas fijas para el opus de un proyecto ciertamente electrónico cuya naturaleza no excluye las cuerdas ni un alto porcentaje de organicidad funk/jazz/rock. El swing asociado a las músicas de raíces negras que acabo de listar queda trasplantado a comarcas binarias ni bien suena “Jaxx”, ruidosa apertura preñada de dub. Con el derrotero predeterminado, las eléctricas matizan la electrónica en diversas proporciones: pueden hacerlo hasta lograr mostrarle indefinida (“Relax”), o enfocarse en el groove atravesando tupidos filtros de rascuacha fidelidad electro (“Afrokaoss”). Algo similar ocurre con el free-noise-jazz-out de la levantisca “NoiseFun”, con las dos versiones de “AcidLatino” (¿o debería decir “AcidLatino” y su ulterior reprise?) donde los beats se revuelven intentando emular primitivas zarabandas, y con “Águila Destroy” -su tempo dislocado alude a ese “arnés lunático” del que se jactaba en los 90s el rey de la melodía cubista, Mike Paradinas (a) μ-ziq.

Sólo en una oportunidad, AMF es tentado a olvidar el swing para abandonarse en brazos del vanguardismo digital que empezase a dar sus primeros pasos hace tres décadas. “Huaca” principia como una construcción IDM de barnices irreales, pero no es lo suficientemente seráfica para evitar la irrupción de las cuerdas. Estreno de eclecticismo a la legua, asistido por Henry Ronceros (batería), Nelson Hernández (guitarra) y Mako Moya (sintetizadores, teclados).


Bastante más tiempo que Afrosky MF se tomó Siam Liam para su puesta de largo. Guiñando no pocas veces en Sul Da Pradaira a ese mood sonoro que ¿entendemos?/¿sentimos? los latinos, la performance del enésimo alias de Alexander Fabián se advierte más relajada y ordenada que la del tándem Orrego-Fernández.

El simétrico intelligent techno que exorciza Siam Liam accede a acoplar una guitarra en medio de la avalancha de efectos, secuencias y softwares varios. Diría que hasta puede considerarse esta “licencia” su invisible punto de apoyo, al emprender la elaboración de esos lienzos donde el Ruido y la Melodía se trenzan a puño limpio -porque eso es lo que hacen. Las consecuencias de esa riña no se conducen según la a estas alturas ya manida ecuación con que se prefiere simplificar al shoegazing, sino que equivalen a melodías distorsionadas prestas a surcar informes sueños líquidos de cálidas otredades.

IDM embebido de noise que se comporta como noise embebido de IDM, el coctel que prepara Siam Liam se sirve usando distintas presentaciones. Puede trepidar como el jungle (“Triângulo Prânico”), predisponer a la duermevela como el vaporwave (“Asuis”, rework del sencillo del 2015 que incorpora un sampleo de The Wonder Years), desnudar al techno (“Escrito A Ciegas (Paisajes En Transmutación)”), mimetizarse con la indietrónica (“Menina Dos Anos 90s” o “Caçadora, Há Dois Gato Cantando No Telhado. Gatinha E Gato Velho” -el consabido tributo felino que nunca está ausente en la obra de Fabián-)...

Bizarro ambient modal para diluir el surrealismo manante de los viajes que realizamos cada noche al cerrar los ojos. Al son de estructuras sugeridas, bases corroídas y atmósferas chispeantes, siempre se sueña mejor.


Qué rara sensación me embarga al escuchar lo nuevo que Alfonso Noriega ha despachado usando su nom de guerre de El Otro Infinito. El también Prados Perfectos se ha distanciado unas cuantas millas de las genealogías que alimentaban su música hasta El Abismo En Cada Objeto, uno de los tres EPs que liberase en el 2018. Era ese extended una suerte de correctivo para la hoja de ruta, que habíase desviado un tanto con 21. Ahora, en cambio, El Abismo... luce como el último estertor del intelligent techno habitual durante la etapa que va de su aparición (2014) al 2017.

No obstante, códigos como el ambient, el IDM o el chill out mantienen presencia en el “acrónimo” disco EOI. La paradoja se resuelve cuando notas que lo que realmente se ha desvanecido es el pathos vinculado a estos sonidos. Piezas del talante de “It Fate.”, “Bela’s Dream” o “Canción De La Más Alta Torre” fatigan parsimoniosamente la acuciante aridez en la que desemboca el centrarse excluyentemente en las atmósferas, en las texturas -y ningunear al beat.

No del todo, por cierto. La excepción a la regla es “Sintas”, corte proto-industrial donde más nítidamente destaca la guitarra, y por añadidura limbo equidistante entre aquello que fue El Otro Infinito y aquello que quiere llegar a ser en lo sucesivo. Claramente, todavía no lo consigue: por más que surcos como “Amanece(s)”, “Amapolas” (rework del track incluido en Fever, su LP del 2017) o “DH1” (de nerviosidad declinante) invoquen insistentemente a Global Communications y a los Sabres Of Paradise más ascéticos; aún hay rumbos que recorrer, fases que atravesar, procesos que madurar.

El horizonte plantea una incógnita enorme sobre el unipersonal de Noriega, pero EOI da como para mirarle entre pasmado y expectante.


La idea detrás de cada entrega de la serie Lego es ofrecer un registro colectivo articulado en torno a un concepto. Este último no necesariamente proviene de los actuales responsables de Chip Musik, Jorge Rivas y Alexander Fabián, pero sí cuenta con su aprobación final.

No adivino si Lego 13: Trece (El Final De Una Década) tiene aspiraciones epocales. Su título no tiene por qué interpretarse más allá de un sentido literal: le sirve a la discográfica, entonces, para cerrar las persianas de los últimos diez años y encarar la entrada al tercer decenio del siglo XXI. La ocasión amerita que el Lego 13... sea doble, aliciente para priorizar a grupos y solistas peruanos, sin olvidar a bandas de otras latitudes que se han integrado a la label o cuyas estéticas le son convergentes.

En el primer capítulo del Lego 13..., subtitulado como ‘Lado A’, los convidados extranjeros son el combo español-colombiano Empty (con el juguetón IDM cuasi-polifónico de “DischargeA01”) y la artista usamericana LI (“Face” es un cadencioso y opaco cruce de bliss pop, lo fi e indie). Cinco casillas más se destinan a nombres por lo visto bastante cercanos a la órbita Chip: El Enano Siniestro (cuarteto aparentemente muy versátil, “Camino A La Guarida Del Diablo” habla de una faceta post rock de filiación electrónica), los prometedores Solenoide (indiegaze de baja fidelidad en “Centinela”), Cashiari (“Criatura Sin Control”), RA (fogoso post house el de “Mutation”), y el buque insignia de la flota pop peruana, Silvania (“En La Playa Del Olvido”).

El resto pertenece a las filas del catálogo: Miyagi Pitcher (“Origen (A. Pizarnik)” pasa como out-take de su reciente Abraxas, oscilante entre el IDM y el vaporwave), Xtredan (cuyo “Vrillon 1977” recuerda mucho a la estética primigenia de los Artificial Intelligence de la Warp), Alcaloidë (una ‘flatulenta’ “Entelequia”) y Puna, con la que tal vez sea la mejor composición de su comentadísimo Sukha -“Ultramar”.


22 convocados, 17 connacionales, 5 provenientes de distintos puntos del planeta.

El segundo capítulo del Lego 13..., subtitulado como ‘Lado B’, es un tanto más representativo acerca de los manjares sonoros que anidan en el regazo Chip. Para empezar, cuenta con más artistas enrolados bajo sus banderas, practicantes de los géneros dilectos de la independiente y empeñados en expandirles. Tales son los casos de la enigmática entidad Philko, que ensaya una simbiosis de trip hop y post house aún fermentando (“Tetris”); del chileno Rodrigo Mardones a.k.a. Música Casual, cuyo “Electro-Tribal” es harto colorido en comparación con la metodología de grabaciones de campo ejecutada en su primerísimo Untitled (si bien la duración acaba difuminando en algo la sorpresa); de la intangible exhibición de bricolage electrónico a cargo de la arequipeña Yume Station (“Operator”); del ominoso “El Último Vuelo Del Hada” de El Otro Infinito, tal vez el rezago culmen de IDM-a-la-usanza-antigua que le queda al chaplín de Alfonso Noriega; del evocador ambient noise de Siam Liam (“Sul Da Pradaira”), y del excelente tema nuevo de Ionaxs, “El Regalo De Las Nubes”.

Otros, como el del individualista mapocho Luis Venegas (a) Argades o el de Mongo No Stars, van por senderos consonantes. El primero decrece revoluciones a niveles de minimal noise con “Galería Subterránea”, mientras que el segundo hibrida techno, proto-EBM y ecos del sonido The Shamen en “La Bestia”, hipnótico canal dance.

La cuota de diversidad es cosa de allegados como el trío mexicano Acty (agradable noise pop en “Nada Es Lo Que Quieren”, tiene editado un larga duración en Chip), el dúo Gelatina Magma (“Nuestros Días”, número al que Giancarlo Samamé y Ángela Ruesta le están sacando el jugo) y Les Replicants. Aportes en varios documentos colectivos me conceden margen para afirmar que este trío fundado en Huamanga se comporta sumamente maleable -y más importante aún, con mucho oficio. “Ilumíname” tonifica aquello que en los 80s se conoció como “psicodelia”, mostrándose su sonido vagamente deudor de Loop.

Los dos volúmenes de Lego 13... constituyen un remarcable esfuerzo que ha venido gestándose durante casi medio año. A diferencia del devastador estío que vivimos en el 2019, es ésta una perfecta compilación para afrontar el verano más bien suave de este 2020. La variedad de registro podrá ser menor que la exhibida por las recopilaciones de Dorog, pero debe recordarse que en ello incide el que Chip Musik Records sea el sello nacional IDM/post IDM por antonomasia -además de muy afín al shoegazing.

Las portadas son cortesía de Ángela Ruesta.


Hákim de Merv

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