jueves, 10 de julio de 2025

Ballet Mecánico: Primera Secuencia // Ayarwhaska: Dendritas Oscilantes

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 2 de julio de 2025.)

Luego de un tiempo relativamente alejado de su faceta como músico, estrenó Fernando Pinzás durante el último trimestre del ‘24 Ballet Mecánico, proyecto donde él tiene la última palabra y en el que las colaboraciones son más que bienvenidas. Se establece así una diferencia clave respecto de grupos anteriores en los que participó, como Specto Caligo y los recordados Varsovia. A posteriori de los singles de adelanto “No Cederé” (10/24) y “Testamento” (1/25), BM libera su debut en marzo del presente a través de la discográfica Buh Records.

Mencioné hace un momento las colaboraciones. En esencia, éstas han tenido lugar a la fecha en el rubro de la voz, dándose el caso de tantas vocalistas invitadas -sí, todas ellas mujeres- como de episodios provee el largo, exceptuando la epilogal remezcla de “No Cederé”. La suerte es, en consecuencia, variopinta.

Pinzás ha erigido un opus de synth pop ochentero clásico con debilidad por la decoración Hi-NGR e italo-disco. No siempre es así, por cierto. En canciones como “Fábricas Del Miedo” y “La Memoria Es Un Acto Político”, Ballet Mecánico se enfunda en la piel de la ochentosa electronic body music. Monocordes, cortantes, airadas; las voces escogidas para ambos números -Anabhell y Kat Kathia, respectivamente- calzan de plácemes con la contundencia cuasi industrial y el agresivo synth punk para caderas que ellos encarnan. No es tan simple abordar el resto de Primera Secuencia, sin embargo.

Cuando las programaciones se adelantan un poco a la fecha de origen de su matriz (menos próximas a los 80s que a los 90s), las melodías se hacen más recordables, el delay se aposenta en los lugares correctos, las atmósferas se empañan de melancolía y los teclados se vitrifican hasta traslucirse. Ésa es la mejor performance para las vocales de Luz Cáceres (a) Luxsie (“Mascarilla”), Luminiscencia (“Testamento”) o Noelia Cabrera (“Como La Última Vez”). Emergen efluvios de O.M.D., de Yazoo, de Soft Cell e incluso del primer New Order. Cuando no ocurre tal cosa, sino que se prioriza el esteticismo/efectismo Hi-NRG/italo-disco, aunque los arrestos suenen bien elaborados, carecen de la chispa emotiva de sus pares -y en ese contexto, hacen lo mejor que pueden gentes como Susana Fátima (“No Cederé”) o Laura Rosales (“Rosa Era Inocente”). Por fortuna, esas oportunidades son las menos -para más inri, ubicadas al inicio de la jornada.

El grueso del álbum está, pues, a la altura de las circunstancias. Synth pop contenido de ingente carga emocional tratando simultáneamente de sonar lo más minimal que se pueda, bebiendo a veces del output de El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados (pero no de su divertida retórica). Cuando no, new beat de ecos a lo Front 242 o Neon Judgement, y hasta de unos Nitzer Ebb con las secuencias desmontadas.

El único rato en que se funden todas las variables puestas en juego a lo largo de poco más de 36 minutos es “La Ciudad De Los Incendios”. Su conjunción de Hi-NRG, marcialidad proto-EBM, teclados veleidosos como ellos solos y una voz que se afantasma sin disolverse (Angélica Carlos a.k.a. Elva Cío, camarada de Pinzás en Specto Caligo); le hace merecedor de un espacio insular. No digo que sea la mejor canción del vinilo, sino que es la de sonido como no tiene otra en éste.

Correcto primer paso. Muy artístico y entrañable, también. Para sortear hándicaps y superarse a sí mismo, Fernando debería: 1) equilibrar la balanza en cuanto a estilos de los que se nutre, y 2) pensar en una cantante estable, de registro amplio. Sólo así sacará todo el partido posible de sus potencialidades y conseguirá puntaje perfecto. El de Primera Secuencia va bien para un bergantín que recién zarpa.

Aún no tengo el gusto de conocer a Valentín Causillas. A riesgo de equivocarme, lo alucino alguien todavía con el pellejo verde, coetáneo de Nicolás Prado, de la tropa Haiti Bon Aire o de la mancha de Antibióticos. De todos ellos algo tiene su escueta primera entrega Dendritas Oscilantes, de apenas 26 minutos más sencillo, embebida en desparpajada conchudez con la cual rondar tendencias aglutinadas alrededor de dos cepas entrelazadas: el ruido fecundado por la actitud punk y la fascinación por la distorsión ominosa.

Comienza a sonar “XXX Rated Speed Grindcore” y piensas automáticamente en Leonardo Bacteria, fallecido frontman de Insumisión. No porque Ayarwhaska -alias de Causillas- sea un facsímil del u-ni-per-so-nal de Leo, sino porque la inspiración es clarísima. Mezcla de grindcore y gabber a velocidad supersónica, “XXX...” navega los mismos mares encrespados que el digital hardcore de Insumisión a partir de La Frustración Lo Cubre Todo (2000). Como éste hay varios surcos en la decena que integra el repertorio del cassette, si bien dotados de intros diversas: “Torturados Serán Los Alzados” (cuyo pistoletazo de salida parodia los viejos programas de variedades setenteros), “El Harsh Es Lo Único Que Me Excita” (que de harsh no tiene nada, con sus bpms fuera de control), “Desasosiego” (su engañoso preludio de rock grave y solemne experimenta un quiebre para aplastarte despachando avalanchas de drum’n’bass deforme), “Matas El Pueblo Por El Que Luchas” (sampleos de La Boca Del Lobo y del cleptócrata oriental Fujimori, colándose por en medio de frecuencias que colapsan ante la voluminosa carga que soportan).

Por contraste, hay otros tantos cortes que asoman bastante más convencionales, pese a que Ayarwhaska se las arregla para preñarles de elementos bizarros con que tender vasos comunicantes hacia sus similares del párrafo anterior. El primer ejemplo de ello es “En Colono”, que suena a punk noise de sucio ruido ascendente. Por la misma trocha se desplazan “Memorias Gwiyomi Nyan Cat”, egg punk de desprolijidad absoluta que muta hacia el final en webcore (y cuyo bajo modélico es lo único que sostiene su caótica naturaleza), el inusualmente dilatado “Tres Gallos” (noise rock desestructurado de guitarra aporreada), el cierre “Psykodemia!! (Asko)” (que más parece una unión a la mala de distintos retazos).

Punk + noise + distorsión + gabber, entonces. Tal es la consigna hecha lema por el joven Valentín. Lema que, como suele suceder, no tiende a la uniformidad -y que tiene en Dendritas Oscilantes una excepción para confirmar la regla. Ésta es “Puti Jazz”, pista diminuta que así y todo se da maña para hacer sonar saxos ¿andinos? ¿afroperuanos?, por entre masas asesinas de abyecto noise. La exceptuación -a duras penas- de una experiencia frikeante que pone a prueba, una vez más, tu capacidad de aguante en relación a formas no convencionales de crear música/no-música. Como sucede con Ballet Mecánico, se porta asimismo Buh con la manufactura de la cinta.

Hákim de Merv

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