(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 25 de mayo del 2022.)
En efecto, Ending EP poco o nada mantiene en común con lo antes publicado. En rounds como “First”, “Amusing Horrifysong” o el 45 del ‘14, L-Ror se perfila más como entidad electrónica que tenta por igual la indietrónica o el ruido digital -y, ya más tímidamente, la IDM o el downtempo. Freak noise que el extended rechaza, en favor de un avant bliss folk patcheado de baja fidelidad. Mares de distancia separan, pues, a Ending EP de sus predecesores; de la misma manera en que éste se halla millas por detrás de The Presence And Absence Of A Swerve Heart In The Birth Of Evil.
Primer rasgo sorprendente del esférico: la duración. Contados son los episodios discográficos de combos nacionales que se acercan a la hora y cuarto de extensión, y éste lo hace (con algo de esfuerzo, agrego). Segunda instancia a aquilatar, la más importante: el sonido. Esos accesos de bliss, de folk, de IDM, de ruido; han sido transmutados con naturalidad en melodías neoclásicas enmarcadas por aires sinfónicos -siendo éstos de tal magnitud, que levantan en torno a los diez canales de TPAAOASHITBOE la idea de una nueva sacralidad. Tercer elemento diferenciador, dicha impresión se ve reforzada por la carátula -intervención/recomposición de Valeria Valdivia Conde- y por los títulos que el ex Quilluya ha escogido al bautizar la mayoría de nuevas composiciones: “Diva Mortis (Cantata And Mantra)”, “Contemplation And Fall Before The End (Second Movement And Scherzo)”, “Strange Stillness In My Heart (Adagio)”...
El concepto de un ritualismo metamorfoseado/¿evolucionado? remece sobre todo la primera mitad de The Presence... Allí se concentra el arsenal de cuerdas sintetizadas y de teclados ¿virtuales? en plan órgano-de-iglesia, el incesante aliento de sinfonías que hesitan hieráticamente entre la desmesura de la barrocada y la simplicidad del renacentismo, la violencia sublimada que comporta adoptar procesos como la ascesis que el disco sugiere ha abrazado Miranda Ormachea en esta nueva etapa de su unipersonal. Una en la que, afortunadamente, también han encontrado cabida tonalidades de variopinta raigambre.
En el balance general, la placa pudo haber prescindido de un par de temas -no necesariamente de la segunda mitad. Dije que aquella nueva devoción mística en la que ahora hurga el proyecto estaba presente sobre todo en su primer tramo, no que se le obviase en el segundo. Una solución alterna se relaciona a aplicar más estrictamente el criterio de concisión. En aras de éste, quizá hubiera sido buena proposición recortar las dimensiones de “Strange Stillness In My Heart (Adagio)”, que progresivamente explora niveles de caos y distorsión a los que el plástico casi nunca es afecto. Quizá también extirparle a “Diva Mortis (Cantata And Mantra)” algunos de sus momentos finales, en los que acaba poniendo patas arriba la religiosidad antes pregonada. Coincidentemente, ambas pistas son las que más se elongan mientras el CD es reproducido -sobrepasan los diez minutos.
Como fuera, The Presence... acaba siendo una rara avis en la producción discográfica de la movida perucha, y literalmente un ovni en el contexto arequipeño. Así le posicionan su fervorosa neo-escolástica, su sinfonismo funcional, el perfil bajo de su sincretismo auditivo, la artificiosa limpidez que ahora posee su registro lo fi. Edita en físico Discos Astromelia, hogar de Sacre-X, Silvana Tello y Artaud.
PD: Completan la obra de L-Ror un ¿sencillo? ¿EP? homónimo, cedido a la rojinegra Noxa Recs, que contiene “Mi Vida Involuntaria A Bordo De Tus Fragmentos” (soundscape de once minutos y monedas); así como “Alone With Everybody”, rastreable en el “lado B” de la compilación Ciudad Sónica: Sonidos De Arequipa (El Blog Del Bam, 2015).
Hákim de Merv
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