jueves, 27 de noviembre de 2025

Lego 16: Panalytical // Cataratas En Siberia: Todas Las Tardes Que Nos Robó El Fuego EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de noviembre de 2025.)

Buen rato hacía -más de tres años- que Chip Musik no sometía a consideración de los públicos independientes un capítulo más de su saga por antonomasia. Los últimos episodios ‘Lego’ habían tenido por objetivo conmemorar el primer quindenio de actividad discográfica. Ahora que su vigésimo aniversario comienza a destacarse en el horizonte, la label oroíno-limeña repite plato  liberando para descarga  gratuita  las  entregas  decimosexta y decimoséptima, dotadas ambas de una colección polícroma -siempre puertas adentro de la observancia estilística que oferta Chip.

Precedido de un ingenioso reel que confiere movimiento a la portada (podría haber sido tranquilamente parte de la alucinante propaganda conceptual del viejo canal Locomotion), Lego 16: Panalytical es colgado en BandCamp hace poco más de un mes. Su menú es principalmente electrónico, enfatizándose los subgéneros derivados de las últimas avanzadas que viera el pop contemporáneo. También hay lugar para etiquetas como el post rock o -en mucha menor medida- el bliss pop. Débese ello a un concepto de fondo que lidia con la praxis liminal del ambient.

Rural, Pande-Dios y Trampaluz junto a Óxido postulan esos enfoques digresivos. Despliega el primero en “Pulso Lento” una suite laxa y sidérea, de modulaciones que se estiran indefinidamente sin renunciar a barnices en combustión perenne, hesitando entre el post y el bliss. Por su parte, “Fragilidad” del unipersonal Pande-Dios se desmarca de sus coordenadas habituales de folk semiacústico y de baja fidelidad para adentrarse en los feudos minimalistas de una electrónica atmosférica -aún así, la huella C14 de Mauro Rojas es la misma. Finalmente, la alianza entre Óxido y Trampaluz apela en “Primera Captura” al sortilegio de las reverberaciones, mientras se produce el devenir constante de su camaleónica evolución.

Los demás involucrados se hallan de lleno inmersos en una ascesis dominada por digitalismos diversos. Todos son nombres familiares, salvo el de C1nt1y4net, cuyo “""" "¨´""” abre la compilación. Curioso que su lúdico ejercicio de webcore fracturado haya resultado escogido para tal fin.

A C1nt1y4net le sigue la mistiana Yume Station. A partir de aquí, y salvo los alias enumerados hace dos párrafos, cada ejecutante le busca la vuelta a identidad. La suerte es diversa en este punto. La propia YS, por ejemplo, trastoca la línea glitch de su background virando hacia aguas de melódica indietrónica emotiva/sensitiva; conservando aires de arrullo y de music box (“The Blue Moon”). Tras una intro ruidista de 3/4 de minuto, “Eu & Ino” de Alcaloidë acomete programaciones cercanas a un braindance neurodivergente, esforzándose por convertirse/no convertirse en una travesía breakbeat. Los diáfanos tonos de “Zyael” de Galactic Seed colorean la desencorsetada aritmética IDM de sus secuencias a lo Boards Of Canada. La tenue secuenciación que iza “Underground 3750” de Xtredan le ayuda a soltarle la mano a un ambient riguroso, para divagar sin mayores sujeciones. Y en “Petricor”, Miyagi Pitcher reduce accesos vaporwave a poco más que 0, trasvasándose a través de voces femeninas y sonidos relucientes hacia un bliss out capaz de eclipsar conciencias.

En cuanto a Rapapay y a Ionaxs, entiendo que el primero regresa tras un increíblemente largo hiato en su travesía. Aunque “Winikunka” lo trae de vuelta en forma, como ya lo habíamos visto en su performance teloneando a Silver Apples (‘15), no encuentro mayor diferencia con lo que se le escuchó bajo estos cielos hace más de cuatro lustros. A diferencia de Juan Barreto, Ionaxs sí sorprende imprimiendo sobre “Float” una carga de noise anárquico lo suficientemente fuerte como para que pongas cara de asombro. El hechizo, por desgracia, apenas dura algo más de 60 segundos; reconfigurando Jorge Rivas las señas post IDM que le caracterizan. Ni Ionaxs ni Rapapay merecen pulgares abajo, pero suman discretamente a esa perspectiva holística/global con que trascender más allá de los propios límites, que subraya el neologismo adjetival “panalítico”.

Lego 17: Diapasones, para más adelante.

Cuando a inicios de los 90s arribé a mi primera juventud, era moneda común que las bisoñas huestes contraculturales rompieran fuegos haciendo punk y hardcore, o en su defecto dark-gothic. Rarísimos -pero los había- eran los casos de quienes en vez de fuegos rompían moldes. A estos/as últimos/as debemos que, pasado un tiempo, dejaras de ver a los primeros con interés para señalarles con el índice acusador. Es una cuestión cíclico-generacional: los consumidores de contracultura que dejaron atrás la adolescencia a inicios de los 80s ya estarían hartos, al promediar esa década, de la psicodelia, el glam y el prog; abrazando las causas punk, hardcore, dark o new wave. Idénticamente, en años venideros serías testigo del auge y caída del indie rock y del ruidismo experimental, reemplazados por el indie en clave pop y por la electrónica de mil rostros.

El floro viene a cuento porque me imagino que una rotación similar sucede desde hace sus cuantos años con ese híbrido de indie, post y math nacido del árbol plantado por Mogwai y afines. Ahora los/as jóvenes parecen empezar asiéndose de ese punto, olvidando aquello que antaño encandilase a sus mayores. Nada que reclamar, por cierto: el punk está próximo a cumplir sus bodas de oro, así que mejor es dejarle sacudirse en su cripta, sin incomodarse ya por una que otra efímera resurrección en regla.

Cataratas En Siberia tuvieron la luminosa idea de editar estreno en corto desvanecida la quincena de enero, mes tan jodidamente muerto como febrero, y no han protagonizado muchos directos desde entonces. Considerando que, además, ya no estoy tan atento a tales eventos; ese relego me hizo tardar en ubicarles. Supe de ellos recién a fines de agosto, y pude acceder online a su carta de presentación. Una que, como ya adivinarás, anida en las entrañas de esa cruza entre el indie achorado de los 90s, el math de Shellac o Because Of Ghosts, el post de segunda generación.

Todas Las Tardes Que Nos Robó El Fuego EP se me antoja cortísimo. Es una comedida exhibición de destreza, punche y vehemencia; en las cantidades apropiadas. El raid despega con “Memento Mori” y una acústica harto pedestre, que se encrespa en pocos segundos para poner al instrumental a la par del resto del EP. Esa jugada, empero, no te prepara para el grito de guerra con que te recibe “Soñé Que Era Inmortal”: su fortaleza y agresividad sólo templan cuando la eléctrica empieza a prodigarse escalando y descendiendo con la prestancia de unos Tubelord o Minus The Bear. Mientras las baquetas hacen otro tanto martilleando sin cesar, dictando síncopas impares a mazazos, piensas que esta gente debe haber crecido paporreteándose asimismo los discos de Plug-Plug.

Explosión igual de contundente se produce cuando arranca “Salto Del Fraile”, a la vez que la irregularidad de sus compases ensancha el caudal percusivo, y que la complejidad de sus disonancias conjura dédalos imaginarios. “Salto...” va pegado a “Soñé Que Era Mortal”, distinguiéndose apenas el final del uno y el inicio del otro gracias a una leve moderación en el tempo. La furia de los gritantes no decrece, si bien es menos notoria, en tanto las cuerdas se hacen eco de la mañosa pericia de los rojinegros Tony Danza (aunque seguro CES no les han escuchado nunca). Hace caer las cortinas el surco epónimo, que trastoca drásticamente los tiempos en que se suele mover el terceto. En la práctica, “Todas Las Tardes Que Nos Robó El Fuego” es una power ballad que pone de relieve cierta versatilidad grupal, la capacidad de embarcarse en aquello susceptible de describirse como “ejercicios de respiración rítmica”, y unas vocales femeninas que se adueñan de la palestra por primera vez en los 16 minutos y pico que demora el extended play en concluir.

En efecto, estas vocales han acompañado tanto a los bramidos de Diego Santos (también baterista) como a los de Álvaro Muro (también bajista). Lo han hecho desde un segundo plano, que así y todo se hace notar siempre, más aún en el epílogo. Estas vocales pertenecen a Rafaela Riboty y a Valeria Wendorff, quienes junto al cellista Abner Robles completan la terna de apoyo en que se ha sostenido el trío titular (completado por el guitarrista Leonardo Torres). Debiera considerarse integrarles a la alineación fija de la banda.

En teoría, Cataratas En Siberia ha debutado con un EP conceptual, moldeado alrededor de la leyenda del Salto del Fraile. Así lo muestran la portada y algunas líneas concretas de tal o cual canción, pero en general esa intención se esfuma desapercibida. Las voces lucen llenas de efectos ambientales que aportan textura y grosor, haciéndose ininteligibles casi siempre. No es un demérito, pero la edición física de TLTQNREF -que no existe- tendría que incluir las letras para enterarnos.

Hákim de Merv

jueves, 20 de noviembre de 2025

Los Membrillos: Distimia // Salome V.V: Salo In Meee EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de noviembre de 2025.)

Venía revoleando ya hacía rato el novel alias de Los Membrillos, cuando en la veintena de agosto apareció por fin su puesta de largo, Distimia. Sintomática la elección para el título, que alude a trastornos de insomnio, cansancio y cambios de humor; todo en uno. La salida de la placa rubrica así la notoriedad que desde el año pasado cosechaba en medios independientes la joven agrupación -formada por Daniel Farfán (bajo/voz), Lilith Villafuerte (voz), Mauricio Rodríguez (guitarra, hijo del frontman de The Spiracles y ex Resplandor Luis Alberto Rodríguez), Alex Oyola (guitarra/voz), Marino Obregón (batería) y Alexis Yamunaque (guitarra).

Sí, una formación llena de sangre nueva, cuyas edades oscilan entre los 16 y los 18 abriles. Es decir, individuos nativos del siglo XXI, en un mundo en el que las vanguardias han desaparecido o se han gentrificado en géneros/subgéneros per se. Un mundo, por consiguiente, en el que el pop contemporáneo se inclina las más de las veces a trivializarse, antes que a reinventarse. En este contexto, Los Membrillos se entregan en cuerpo y alma al shoegazing. No son los primeros en hacerlo, total o parcialmente, ni tampoco los más veteranos: Solenoide, Puna, The Miguel Aragaki Project, Alunaki, Paisaje 3, Aloysius Acker...

No obstante, hay algo en el disco que no termina de cerrar. Algo que no guarda relación alguna con la mocedad de los integrantes de la banda (circunstancia que nunca me ha parecido relevante para descalificar a nadie). Distimia empieza con “Ultramarr” (sic) y la influencia más clara queda en evidencia: Slowdive circa Just For A Day (‘91). Esta precisión resulta indispensable, porque durante sus cuarenta y tantos minutos jamás llega el estreno a reventarte las orejas, como sí lo logran los cinco de Reading en Souvlaki (‘93). Si bien un opus de shoegazing no tiene la obligación de pulverizar yunque-martillo-y-caracol, que Distimia sostenga ciertas semejanzas con Just For... sugiere que su output alimenta trasvases hacia otros códigos sónicos. Tal cual su ¿involuntario? modelo.

Asoma Distimia harto borroso para cánones baggy. No sé si ese acabado es incidental o voluntario. Cual sea la respuesta, parece un álbum de ethereal noise grabado bajo los estándares técnicos de fines de los 80s. Algunos de sus guiños apuntan además al majestuoso revival darkie de Disintegration, mientras que sus momentos de inequívoco pop remiten al indie más intimista del nuevo milenio (en parabólica curva que los propios shoegazers de mediados de los 90s recorriesen). En ese sentido, las canciones de Los Membrillos me recuerdan a lo hecho por Glaare -un maridaje precioso de dark y shoegazing, cuyo principal hándicap es la falta de mayor nitidez/limpidez en lo tocante a los nacionales.

No menoscaban dramáticamente estas consideraciones a Distimia. Hay temas erigidos sobre el desconsuelo, como “El Gran Cielo” o el fugaz y cuasi acústico “Ciudad Puente”. A otros les asiste una paleta de emociones agridulces -“Trementina”, “Espirales”, el melancólico matiz litio de “Ultramarr”. En el balance, el artefacto está lleno de guitarras aplicadas, impecabilidad extensible al resto de instrumentos. El ingrediente pop se entalla según amerite, y menudean las ocasiones en que la voz de Villafuerte acapara reflectores, moviéndose hacia un discreto segundo plano cuando dupletea junto a la de Oyola o Farfán.

En resumen, correcto play de arranque, algo desdibujado por esa niebla de baja fidelidad que le envuelve. Sucede casi siempre que el combo o artista debutante se da maña para homenajear a todos los referentes que buenamente puede. Distimia no es la excepción. Ahora bien, oscilar entre el dark y el shoegazing debiera proporcionar un mayor margen de maniobrabilidad que el que la experiencia ha demostrado posible. A Glaare, sin ir muy lejos, no le ha alcanzado más que para dos rounds. El segundo paso, entonces, es el que plantea la disyuntiva. Una que podría capitalizar las pocas oportunidades en que Los Membrillos imprimen mayores ímpetus a su proceso compositivo: “Millones De Colores”, “Los Pajaritos”, “Ella Me Dice”.

Aquí tenemos otro ejemplo de solipsismo casi beligerante. Apenas si aparecen a lo sumo dos entradas consignando el nombre de Salome V.V -y/o variantes- en la infinita vastedad de la Red. Di con esta referencia no por casualidad, sino por recomendación de José María Málaga (Fiorella16). Ignoraba por ende desde cuándo estaba operativa, si había tomado parte en experiencias sonoras anteriores, si militaba actualmente en alguna, o qué perspectivas contemplaba a mediano/largo plazo en su quehacer... Hasta que se reveló el nombre civil de la ruidista de marras: Ángeles Valverde (NRA Ruido).

Lanzado el 6 de marzo vía BandCamp, el EP debut es definido como “...una introspección de los sonidos que rodean la transición de alguien que está descubriendo lo que se puede hacer mientras se vive”. En tanto declaración de principios, funciona. Se trata, en efecto, de los pininos típicos de quien está empezando de motu propio una andadura posicionándose en las coordenadas adecuadas y arrancando en el momento justo. Secundada, para más inri, por Málaga en la edición.

Conformado por tres piezas de desigual duración, Salo In Meee EP araña el tercio de hora provisto de una inconmovible barrera de ruido iterativo prácticamente infranqueable. Otro símil equivalente es el de una indestructible y gruesa capa de hielo antártico, de miles de años de antigüedad. En ambos casos, felizmente, la valla es lo bastante permeable como para permitir atisbar aquello que se asienta o se agita al otro lado. Y digo felizmente porque la experimentación ruidista suele ser terreno fértil para esteticismos inanes, cuando no para estafas escandalosas.

Rompe fuegos “En El Desierto”, track de 11 minutazos y 40 segundos que califica como test de prueba de las turbinas de un Boeing. Escarbando a través de esa sólida muralla de distorsión tangible, percibo irrupciones mínimas, la mayoría de ellas fundada sobre retroalimentación y subidones de voltaje. Si se puede hablar de gradación de notas en relación al Ruido, el brevísimo “Introduciendo” -poco más de minuto y medio- sube un peldaño respecto de su predecesor, y se postula algo más uniforme. Finiquita el vuelo “Un Submarino”, siete minutos en la misma escala noisica de “Introduciendo”, radical en su minimalismo de modulaciones crujientes pero de una densidad menor a la mostrada en el resto del menú.

Salome V.V se estrena, así, con nota aprobatoria. Le ha ayudado ciertamente la concisión, así como la absorción osmótica de lecciones impartidas por sus mayores en el arte del ruidismo, en jornadas como Sheer Hellish Miasma (‘02), Stoke (‘02) o Seven Tons For Free (‘96). Lecciones que simultáneamente se constituyen en advertencias acerca de lo fácil que es desviarse del camino para acabar como tristes émulos/as de hipsterillos al mango. El siguiente movimiento de la Valverde solista requerirá de no poca inteligencia, y sobre todo de muchas intuición y energía.

Hákim de Merv

jueves, 13 de noviembre de 2025

Álvaro Daguer · Paisajes En Tensión: Sonidos Y Territorio En El Valle Del Choapa

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 5 de noviembre de 2025.)

En Coquimbo, al Valle del Choapa se le conoce por ser el más angosto de todos los territorios chilenos. Tan es así, que las cordilleras de los Andes y de la Costa se hallan una frente a la otra. También goza de renombre por una abundante producción vitivinícola y pisquera, debido al clima benigno y a sus suelos riquísimos en minerales, al punto de haber nacido y prosperado en esa zona una vasta industria de turismo enológico.

Hasta la IV Región se apersonó Álvaro Daguer para concebir su tercera placa como solista, trayectoria sostenida en paralelo a los grupos en que participa -La Banda’s, Glorias Navales, A Full Cosmic Sound y Lo Escucho, Lo Pinto; entre otros. La principal sustancia de Paisajes En Tensión: Sonidos Y Territorio En El Valle Del Choapa es proporcionada por grabaciones de campo que el músico mismo registrase. En torno a éstas y a su manipulación, nace un disco extraño de avant garde, que exige varias escuchas concentradas y que se comporta como si lo suyo fuera el free jazz (aunque en realidad no lo sea).

Elegidos aparentemente al azar, algunos pedazos de estas field recordings se transforman en estructuras cíclicas que cumplen funciones percusivas. Otros tantos devienen en loops minimales que pasan a integrar la ornamentación de los propios temas. Otros más son degradados hasta la descomposición, convirtiéndose instantáneamente en ruido. Lo único que sobrevive indemne a estos procesos, y no siempre lo hace, es aquel elemento que las convenciones señalan como inequívocamente humano: el lenguaje articulado.

Bocinazos, gorjeos, bruscos golpes de micrófonos; son dispuestos por Daguer utilizando viejas técnicas que fueron moneda común en la era de la música concreta. Ése es su modus operandi: adulteración de tonos y velocidades, puesta de revés de sonoridades y ruidos (como si se voltease un calcetín), cut and paste a discreción... Sobre todo el empleo de ecos, reverberaciones y filtros, con que afantasmar las dimensiones físicas del sonido. Adicionalmente, el sureño propone pianos, flautas, ¿trompetas?, silbatos, un Korg. De esta manera, se insertan/incrustan notas cacofónicas de resonancias siderúrgicas (“Disputa”), lo que acentúa la sensación de estar oyendo palpitantes músicas empecinadas en negarse a sí mismas.

Argumenta Álvaro que su intención es levantar landscapes imaginarios, armándoles a punta de lo que son en buena cuenta reflejos distorsionados e inconexos de la realidad. Consecuentemente, las nuevas dimensiones de esos escenarios postulan relaciones inéditas/no planificadas/no previstas entre emisores y receptores. Como puzzle teórico, suena interesante. Lo que no descifro es si pueden extraerse en limpio aplicaciones prácticas, aunque no parece ser ése el norte del autor. Su investigación, además, es audiovisual: la carátula que envuelve al cassette es, en los hechos, una partitura que pretende graficar mucho de lo que percibimos con las orejas en la cinta. Gestiona ETCS Records.

Hákim de Merv