lunes, 30 de abril de 2018

27 U H F: Eternal Sunset // Unicrøn: For However Long EP // Entre Asteroides: Entre Asteroides EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 18 de abril del 2018.)

Más pronto de lo esperado, reaparece con su segundo disco largo el nuevo unipersonal de Marco Luján, 27 U H F; convertido en prácticamente el único acto de vaporwave peruano tras la pausa en que ha entrado MF1914 y la lamentable deserción de Miyagi Pitcher (Okuraseru, 2017, ya le muestra adentrado en vericuetos distintos a los explorados en sus dos primeros volúmenes). Babefake y コダック KODAK circulan todavía en estratos subterráneos y autárquicos, y el/los cuzqueño/s Wiracocha, si bien ha(n) editado un mini-álbum interesante (Qhapac Ñan, 2016); no se adscribe(n) propiamente al “género”.

Prodigalidad para la extensión, tanto en el minutaje (rebasando la hora de duración) como en la cantidad de pistas (20), es la diferencia esencial de este Eternal Sunset con respecto del Nostalglitch (2017). Fuera de ello, y aunque se puedan percibir algunos leves cambios en el matizado de sus tracks, ambos títulos beben de la misma fuente en el mismo sentido: mayor peso en la estética de Baja Fidelidad, lúdico sentido del humor con que seleccionar materia prima para los sampleos, uso intensivo de herramientas digitales para ajustar la velocidad de éstos sin modificar las voces -o modificándolas también.

Ya que los primeros 80s todavía olían fuerte a los últimos 70s en el vocabulario audiovisual del Perú, puede afirmarse que el vaporwave de 27 U H F es más tributario de esta última década que de aquella: no necesariamente porque los sampleos extraídos provengan de ella, sino porque el tratamiento sonoro a que les somete Luján les confiere ese saborcito “seventies” tan peculiar. Pruebas al canto: Raffaella Carrà en “αγαπημένη μου”, el film nacional Muerte De Un Magnate (1980) en “秘書 Bruselas” (el diálogo entre Orlando Sacha y Marta Figueroa orienta sus cerca de seis minutos), el pacharacazo grupo Río en “=(” (parodia voluntaria al “Nobody Here” de Chuck Person) y ese pegadizo comercial ochentoso de Camino Real -más evocado que sampleado, sí- en “C://Camino Real”. Todo empaquetado tras otra portada digna de cualquier obra mayor de vaporwave -si bien no escasean alusiones esporádicas a subcódigos como el future funk o el mallsoft.

(¿Quieres más? Aplícale al 420 ジプシー EP y al sencillo 消費者主義と愚かな約束 Kurismas'82, ambos lanzados el año pasado. Este último lo puedes descargar desde aquí.)


Exceptuando Brasil, Latinoamérica no ha sido una región particularmente propicia para el drum’n’bass. Pese a la asombrosa ductibilidad del género, que le permite sincronizar con el pathos de músicas como el jazz, el hip hop, el reggae (acordarse nomás de la breve asonada ragga jungle que protagonizasen gente como General Levy y Shy FX & UK Apachi) y el trip hop; apenas si he tenido noticias de unos cuantos junglistas argentinos y colombianos. El resto, silencio sepulcral, roto de cuando en vez por algún hit menor/independiente que se abre paso en clave artcore -o es quizá que las escenas latinas de habla hispana son demasiado pequeñas como para ser detectadas más allá de los ilusorios lindes que llamamos “fronteras”.

Al menos ése es el caso peruano, que no ha sabido de drum’n’bass más allá de “Radio Ofoiome” de Eléctrica De Lima, “Lágrimas De Madre” de Miki González (fase Café Inkaterra, 2004), varias composiciones de Luján con su nombre civil y uno que otro experimento perdido de Marujatrax (“Juliet Afroid”, “Resplandeciente”), del primer Semilla Galáctica (“Rastros De Un Sueño”, “Estoy Mejor Y Mejor”) y de Vavas (“Relax It (Ejercicio De La Aplicación)”). Por lo mismo, es de saludar la aparición de iniciativas como la de la célula partisana Bassline Recordings, que desde hace por lo menos cinco años atrás viene difundiendo el quehacer de los créditos jungle nacionales y ad-látere.

Son pocos pero son. La discográfica ha puesto para descarga gratuita material de Luján, Barracuda Beats, Insaint, Rashid From Lima (identidad d’n’b del terrorista del mash-up Tribilín Sound), Ras Aderz y Unicrøn; así como las compilaciones en formato extended Saphi Del Bass 1 y 2. Es justamente el último de los mencionados, Unicrøn, quien debuta en Halloween del año pasado con For However Long EP. Techstep del bueno, a medio camino entre el Lado Oscuro del sello No U Turn y el neurofunk de Optical y Grooverider, harto imaginario contrabandeado de la ciencia-ficción y artillería exclusivamente digital. Energía abstracta concentrada en un solo puño/golpe, como cuando haces kata, antes de empezar a pelear; y luego disparada sin misericordia. Drum’n’bass de remarcables niveles artísticos, que sin remilgos se hunde en las pistas de baile para depredarlas. Fastidia nomás que sólo sean tres asaltos -mi favorito: “Something”.


Desde Trujillo, al norte del país, me notician sobre el estreno absoluto de Kevin Quispe (guitarras, bajo, voz) y Gabriel Segura (batería, teclados). Ellos conforman Entre Asteroides, que ha contado con el concurso de Diego Cartulin en guitarra rítmica y percusión para el registro de su epónimo extended.

A EA ya los había escuchado merced a su aporte a la megacompilación Doomed & Stoned Latinoamérica Vol. I (2018), reseñada hace poco aquí. Allí aparece “Paint Wars”, corte a la sazón estrenado como single digital en marzo del 2017. El hecho de que colaborase con la mancuerna norteña Cartulin, proveniente de una banda stoner (Ancestro) que ha dejado boquiabiertos a tirios y troyanos dentro y fuera del país con dos discos formidables, alentaba ciertas expectativas. Antes de que te generes las tuyas propias, va la aclaración: Quispe/Segura no es un tándem stoner. Lo suyo es la psicodelia dura en clave pop (¡¡¡!!!).

No es mala carta de presentación el EP. Pero algo falla. Quizá sea su excesivo apego al manual de vieja escuela. Quizá una ampulosidad que todavía no saben controlar con propiedad. Quizá esa debilidad por extender canciones que, recortadas, se habrían lucido mucho más -la versión ’45 rpm’ de “Paint Wars” tiene un minuto menos que la recogida aquí.

Tampoco es el fin del mundo, pues cualidades a Entre Asteroides EP no le faltan: jams correctamente condensados un par de veces, ragga-blues atronador, guitarra arrebolada de wha-wha, incesantes contrastes ácidos, rítmica ejemplar/expansiva/contundente... Aprobados, por ahora.


Hákim de Merv

jueves, 19 de abril de 2018

Solución Violeta: Casa Yori // Apocalipsis: Amoniaco EP // Meridiano De Zürich: Fisurando El Silencio EP // Técnicas Manuales: Las Torpederas

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de abril del 2018.)

Me toca pasar revista a algunos lanzamientos mapochos a los que les he pelado oreja en estos días, pese a no ser todos ellos precisamente nuevos o a no compartir inclinación ligera/media/fuerte hacia un género específico -de hecho, lo único común que les une es la nacionalidad.

Se elija tal o cual estética sonora, la mayoría de nuevas bandas pertenecientes a la esfera rock tiende a decantarse por el indie, o en todo caso por la versión del asunto que se utiliza en estos días como moneda corriente de intercambio. Es el caso de Solución Violeta, quinteto oriundo de Gran Valparaíso formado por el baterista Maximiliano Valdez, el vocalista Kevin Lloyd, el tecladista Sebastián Salgado, el bajista Eduardo Zumelén y el guitarrista/vocalista Juan Taibo. Web que visitas buscando info, web que habla de SV como resultado de dos experiencias anteriores: una de ellas es Ilbaffel, donde militaban Zumelén y Taibo. La otra es un proyecto personal de Lloyd, del que no ha trascendido el nombre, y con el que grabó algunos demos de canciones que posteriormente pasarían a formar parte del repertorio del futuro grupo.

Tras publicar dos singles en marzo del 2017, en julio del mismo año aparece el estreno “en 33”, Casa Yori. De manufactura casera, el disco suena sorprendentemente fresco en su versatilidad: “Tardes Muertas De Verano” flirtea con el vaporwave, pero surcos como “Hábito Animal” o “El Club De Las Cabezas Blancas” manejan un rollo entre garage y psicodélico. Por otro lado, “Toda La Gente Se Marchitará” suena un poco a indie surf de revoluciones disminuidas, mientras “Peces Amarillos” concreta un brillante acercamiento al pop cosecha 80s. Primer paso enérgico, considerando que tanto la mezcla como la masterización estuvieron a cargo de los propios muchachos, y que les valió la invitación a participar en el Lollapalooza Chile de este 2018 (18/03). Las letras superan las previsiones promedio inherentes a cualquier debut, pero es claro que aún les falta para llegar a su techo en ese apartado.


Rumbo al norte, hacia la región de Antofagasta. De la ciudad homónima son los rockabillescos Parroquianos, sí, pero también Roborock y Deume -huesos metálicos mucho más duros de roer-. En tanto, Mejillones es la cuna de Indecisión y Apocalipsis, este último un cuarteto que fluctúa entre el heavy y el stoner -autodefinido, para más señas, como de “rock desértico”. Sus integrantes son los guitarristas Francisco Mosco y Arnoldo Torres, el bajista Claudio Hirmas y el batero Pablo Torres. Salvo Mosco, todos colaboran en las vocales.

Apocalipsis ya contaba con un potente y epónimo registro anterior, también en formato extended (2015), del que recuerdo gratamente “Buscando Un Horizonte”. Por ello, escuchar la primera vez Amoniaco EP (2018) me dejó un sabor relativamente agridulce. Tanto “Fantasma” como “El Entierro De Los Gatos”, clasicazo de Los Saicos, no han cuajado todo lo que debieran; pues es cuando el conjunto barrena lo que se le ponga enfrente usando la mugiente densidad gravitacional del bajo, que logra sus momentos más inspirados. Por suerte, éste sí ocupa primeros planos en toda su majestad para “Podrido” y “Amoniaco”, aparejado a los tempos dantescos y las eléctricas con distendidas cuerdas de grueso calibre. Una segunda mitad que logra desequilibrar a favor lo que en principio parecía una travesía incierta. Ahora a esperar la puesta de largo.


Turno para la capital. Y para la polémica, también. A Meridiano De Zürich les acabo de descubrir. El cuarteto de Matías Cabezas (guitarra), Danilo Pérez (también guitarra), Alejandro Riveros (batería) y Francisco Del Campo (bajo); a veces juega a ser exclusivamente post rock, y otras tantas a ser exclusivamente indie. Más preciso es asegurar que la suya es una límbica tierra de nadie entre el post rock de Mogwai, Sigur Rós, Godspeed You Black Emperor! o Explosions In The Sky; y el indie sesudo de mediados/fines de los 90s. Si tuviera que escoger una sola etiqueta, optaría por la de indie, muy al margen de su notable calidad.

Formado a principios del 2012, MDZ ofrece en Fisurando El Silencio EP (2015), su único trabajo editado hasta ahora; un generoso breviario de sus mayores cualidades. Progresiones armónicas que se transforman en estruendosos estallidos de ruido y viceversa, sonoridades minimales que se difuminan en inacabables suites atmosféricas, miméticas mutaciones de dinámica y ritmo, susurrantes voces “instrumentales” que acaban transformándose en pura textura... Grato descubrimiento en los mares del pop sureño más arriesgado, junto a Congelador, Anguila, Cola De Zorro, La Ciencia Simple, ҚALA§A§AỴΛ, Isla Del Sol, La Oficina Del Sueño y Fatiga De Material. Si estuviese permitido al Hombre tender puentes a través del Espacio y del Tiempo, les arreglaría una cita a ciegas con Helicon o con Las Vacas De Wisconsin.


Ya para finalizar este sucinto repaso a vuelo de pájaro, otro grato descubrimiento, el de Técnicas Manuales -y con ello retornamos al viejo Valpo.

Alineación autocatalogada como “folk pop”, y constituida por Pablo Saavedra (percusiones), Esteban San Pedro (baquetas), Jota Ampuero (electroacústica y voz), Ingmar Schröder (guitarra y voz) y Juanito Rojas (bajo); TM ha tenido mucha rotación dentro del circuito porteño antes de su entré oficial (e incluso ha coincidido en varias ocasiones con Solución Violeta). En su cuenta de SoundCloud puede encontrarse todavía una sesión en vivo de siete pistas colgada hace un año, titulada Vamos Todos A La Casa Del Jota, indicio evidente de que el grupo ha ido puliendo composiciones y testeándolas en vivo. De otra manera no me explico la tremenda expectativa generada por el anuncio del lanzamiento de su primer esfuerzo de larga duración, acaecido máxime 21 días atrás.

Bautizado como Las Torpederas, guiño a una playa muy populosa de la localidad, en el sector de Playa Ancha y con un paisaje bellísimo; el disco pinta a Técnicas Manuales como la cara light de Solución Violeta. Son ocho canciones pegajosas pero no empalagosas: voces que tararean antes que cantar, eléctricas que titilan antes que brillar, melodías que pueden ser en paralelo ensoñadoras, twee y melancólicas; como el corte homónimo... El quinteto es inequívocamente indie pop, no se hacen problemas en mostrarse como tal y su atractivo va acorde: ciertamente folk (“La Vergüenza”) y pop (“Ella Me Llamó”, “Se Me Hace”), pero también electronaif (“Día A Día”), post punk (“Hablas De Más”), new wave (“Carrito De Feria”) e incluso fusión (“Tan Especial”). Tal vez la última brisa estival que nos llegue este 2018 desde el querido Valpo, allá en el lejano/cercano Sur.

La edición física corre por cuenta de Sello Recolector, patria discográfica de Fotogramas y Hammuravi, este último el experimento shoegazing de Naty Lane (Fatiga De Material, Adelaida, Platillo Volador). Una cosa nada más por reclamar, eso sí: hasta donde conozco, la única plataforma a través de la cual se puede escuchar Las Torpederas completo es YouTube. Se agradece en ese sentido el upload, pero la pista está llena de pequeños drops, lo cual desmerece el detallazo de compartirlo fuera de Chile.


Hákim de Merv

miércoles, 4 de abril de 2018

Doomed & Stoned Latinoamérica Vol. I

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 28 de marzo del 2018.)

Pese a su casi pavorosa extensión, equivalente a unos seis CDs físicos, los réditos llamémosles “artísticos” de Doomed & Stoned Latinoamérica Vol. I (2018) no son precisamente igual de dilatados.

Esta titánica compilación es producto del trabajo conjunto realizado por la gente del bilingüe blog homónimo, afanosamente dedicado al stoner rock y matices afines/confluyentes -psicodelia, sludge, doom metal, prog, psych, etc. Efectivamente, nada más entrar a la susodicha bitácora, puedes acceder a info correspondiente a casi todas las escenas latinoamericanas adscritas a tales “géneros”: informes, entrevistas, noticias, dossieres geográfico-temáticos, etc. Siempre que me topo con esfuerzos como éste, creo conveniente subrayar la persistencia en la lucha, el tesón puesto en juego, la independencia exhibida como bandera, el amor con que se lleva a cabo esta laudabilísima labor...

Pero estaba hablando del Doomed & Stoned... Vol. I. Repasando el track list orquestado por Paul Bracamonte (Perú), Matheus Jacques (Brasil), Roman Tamayo (México) y Gonzalo Brunelli (Argentina); veo incidencia más que recurrente en los países de nuestras latitudes con mayor vastedad. Están, aparte de los cuatro que acabo de consignar entre paréntesis, Colombia, Uruguay, Chile, Venezuela, y Paraguay. Aparecen además USA, cuyo único representante -Youngblood Supercult- figura en calidad de invitado especial, y Puerto Rico. Las ausencias más notorias son las de Bolivia y Ecuador.

Cualquier compilación de semejantes características tiene la difícil misión de ilustrar las múltiples aristas del género al que se consagra, de repescar a sus principales exponentes, y de cumplir además con una mínima cuota histórica -entiéndase antologar los eventuales hitos del género, los precursores, etc. Equilibrar todas estas variables en un único disco es empresa en la que se debe hilar finísimo. Hacer lo propio en dos y hasta en tres, sería mucho menos complicado, pero entiendo los obstáculos de logística y de financiación que un proyecto así involucraría.

Se puede pecar por exceso, sin embargo, y ése es el principal hándicap de Doomed & Stoned... Vol. I; lo que demuestra que más, por fuerza, no es siempre mejor. Lo hecho por un tercio de estas bandas bien podría haberse suprimido de esta masiva compilación, y los resultados hubieran permanecido inalterables: output compacto, denso, descomunalmente estruendoso; el bajo grávido, el tempo pasando del ralentí a la velocidad supersónica y viceversa; agujeros negros implosionando metagalaxias en permanente ebullición sonora... “Meta stoner”, como propuse una vez.

Así, pues, la falla del Doomed... no es tanto su calidad como su extensión. Cincuenta y nueve voces hablando cada una su propio dialecto no termina siendo tan desgastante como cincuenta y nueve voces de las que al menos una tercera parte repite lo que las otras dos ya han dicho. Quizá reemplazar ese tercio iterante por grupos precursores del género en cada país de la región hubiera hecho más llevadera la inacabable jornada. Quizá no. Cuando menos, habríamos accedido a ese conocimiento -Matus en Perú, Supercaos en Paraguay, Hielo Negro en Chile, etc.

Naturalmente, hablo desde la perspectiva del lego en la materia. Si me tocase hacerlo desde la perspectiva del fan del stoner y derivados, no existe ningún motivo de queja -en cuyo caso, más siempre será mejor: IAH, Mano De Gloria, Demonauta, HighGüey, Bruto, nuestros Ayahuasca Dark Trip, Vinnum Sabbathi, Psiconauta, Knei, Necro... así, hasta llegar a cincuenta y nueve.

Aunque quién sabe sí: Fuzzkrank (Paraguay) no figura, lo mismo que Color Horror, Las Cobras (ambos representantes de Uruguay) o Vago Sagrado (Chile). Por lo menos a los tres últimos se los pudo ver junto a IAH e Hijo De La Tormenta, en el marco del Festival Undercaos III -el pasado 30 de marzo, en Lima, al lado de Liquidarlo Celuloide, Satánicos Marihuanos, La Ira De Dios, Mutant Geisha y Cholo Visceral; entre otros.


Hákim de Merv

domingo, 1 de abril de 2018

Fil Uno: Violonchelo Solo // Pututus Eléctricos: El Doc

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 21 de marzo del 2018.)

No me extraña hoy que un trabajo como Violonchelo Solo (2016) eludiese el sonar en que se han convertido mis oídos y mi cabeza desde hace lustros. Es ésta la obra de un músico que bastante pronto se desentendió de cualquier formación dictaminada desde el conservatorio, pero que no pudo renunciar ni a su amor por la música barroca -Vivaldi, Prætorius, Bach, Händel- ni a su pasión apabullante por la experimentación sónica.

Fil Uno es el alias tras el que se esconde un artista que abrazó el violonchelo apenas terminase los estudios secundarios y que se ha dedicado a interrogar las resonantes posibilidades melódicas y acústicas del instrumento. Formado por Annika Petrozzi, FU ¿intuyó?/¿comprendió? que el violonchelo disponía de una enorme riqueza timbral como para quedar limitado a los prejuicios académicos de la música mal llamada clásica. Revisando información web sobre Violonchelo Solo, descubro que fue engendrado después de una larga y solitaria estadía en el Valle Sagrado, concretamente en Ollantaytambo -tras la cual, el músico procede a grabarle en una excepcionalmente alta calidad sonora sobre cinta magnética.

Son seis piezas instrumentales, cuya media alcanza los nueve minutos, marcadas por un monocorde sentido del minimalismo; y que, quién sabe precisamente por ello, parecen tender al serialismo del siglo XX. Otro rasgo a resaltar de este Violonchelo Solo es su naturaleza “física”, acaso porque el registro acústico exige una escucha con todos los sentidos concentrados a tal fin, pero también porque la composición misma no parte de melodías o ideas preconcebidas, sino que es el propio instrumento el que dirige la exploración propuesta a través de cada track. Y es en ese sentido que existe una cercanía con la música electrónica de sesgo experimental -dejo a libre elección la pertinencia de la comparación entre Fil Uno y Pauchi Sasaki, la gran referente nacional de la experimentación electroacústica que lleva meses como alumna del maestro Philip Glass.

Grabada en sistema analógico por Frank Cebreros y remasterizada nada menos que por Mario Brewer (Charly García, el “Flaco” Spinetta), la puesta de largo de FU tiene una contraparte documental de poco más de siete minutos de extensión, realizada por Sergio Vásquez, Carolina Cardich y Adrián Portugal. El cortometraje está disponible para su descarga gratuita en Vimeo.


Con un nombre como el suyo, por otro lado, era difícil que Pututus Eléctricos tuviese la misma suerte que Fil Uno al sortear el radar. Aún no tengo claro si se trata de un proyecto individual o de una banda. Cual fuere el caso, el mini-álbum debut El Doc (2017) es el resultado de un esfuerzo grupal -allí han intervenido Álex Michelsen, Bruno Ramos, Óscar González, Sarid Challco y Emilio Vucetich; siendo este último el sindicado cabecilla de PE.

Este ¿proyecto?/¿grupo? es originario de Cuzco, si bien actualmente ha fijado residencia en Lima. El método improvisacional fue el escogido para la creación de un cúmulo de temas, del que se extraerían/surgirían/se condensarían los elementos presentes en las tomas definitivas que moldearían a El Doc. No obstante, los siete surcos acreditan carices tan diversos, que en el balance se hace imposible hablar de disco y ¿banda? como instancias unitarias e incluso coherentes.

La base rítmica de El Doc, por ejemplo, remite alternativa y simultáneamente a la tradición vernacular de nuestro país (“El Why Not” como la mayor prueba tangible) y a colores provenientes de la paleta de las músicas pop de raíces negras -funk y soul, esencial pero no exclusivamente.

La cosa no queda allí, sin embargo. En guitarra, bajo, secuencias y saxo, tomando este último el lugar de las vocales en cinco de los números; se perciben decenas de guiños al jazz y al prog rock. Sobre todo al progre. Estaría tentado a clasificar a Pututus Eléctricos bajo esta etiqueta, si no fuese por dos cosas. Una es la exagerada concisión que presenta el álbum: en menos de media hora, ya dijo hola y chau, lo que contraviene tremendamente los cánones del género. Para bien.

La otra cosa que me impide catalogarle(s) de prog es que el esférico se las arregla para imponer por encima de esta mescolanza de influencias un groove callejero, achorado, barriobajero; que lo convierte en mundano antes que en “celestial” o “metafísico”. Este groove define la personalidad de PE, a pesar de la multiplicidad de sus raíces: lo torna macizo, psicodélico y popular, cálido, elegante y urgente. Probablemente sea ésta la cualidad original que acerca/reconcilia dos formas tan distintas de entender, sentir y hacer música; en éste y/o en cualquier lugar del mundo.


Hákim de Merv

jueves, 22 de marzo de 2018

Tumi 1 - Música Electrónica Popular Del Perú MMXVIII // Dante Gonzáles: Fantasías Mentales // Ivo: Formas Hipnóticas EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de marzo del 2018.)

No son escasas las razones que me asisten cuando afirmo que Tumi 1 - Música Electrónica Popular Del Perú MMXVIII es serio candidato a disco nacional del año, pese a tratarse de una apuesta colectiva. Por lo menos en su categoría -“compilación del año”-, tiene todo para llevársela de encuentro.

Con semejante subtítulo, Tumi 1... deja clarísimo a dónde apunta. Es, en principio, una estampa de los caminos que la electrónica peruana recorre en la segunda década del siglo XXI. Primera sorpresa, aunque quizá a estas alturas ya no lo es tanto: son casi 84 minutazos. Mi opinión personal es que, publíquese donde se publique, un documento sonoro no debería exceder los límites físicos del soporte digital, o en última instancia debería orquestársele como “disco doble”. De cualquier modo, esto no es más que una objeción formal: mientras más extenso sea un testimonio de época, mejor -pero, claro, esto impide cualquier edición física digital simple; toda vez que la única manera de acceder a la obra es a través de BandCamp (escuchándola online y/o descargándola).

Segunda sorpresa: “los caminos que la electrónica peruana recorre en la segunda década del siglo XXI” transitan paisajes bastante alejados de las nuevas tendencias que campeasen recientemente en el panorama internacional. Chillwave, footwork, vaporwave, post dub, etc; nada de eso se escucha aquí. Probablemente, alguien comentará con mala intención que el referente más cercano a grupos y artistas del Tumi 1... es el electrocläsh de Fisherspooner y Ladytron -sabiendo de que el electrocläsh es un pastiche procesado a partir de la new wave de los 80s y del synth de los 90s. No puedo desmentir que las raíces de casi todos los que meten mano en esta jornada son ésas, pero sí que los resultados sean vulgares refritos y/o anacronismos de quienes se niegan a evolucionar/prefieren vivir en el pasado.

Tercera sorpresa, consecuencia indirecta de la segunda: la compilación se exhibe atemporal. Temas como “Calid” (Matrix Operator), “3” (Replicas, el nombre homenajea sin alteraciones idiomáticas al segundo disco de Tubeway Army, la primera banda de Gary Numan), “Ver Flotar” (Autobahn 303 //\\ Autopista 303) o “Modern Mechanism” (Nomenclaturah); podrían haber aparecido hace 30 años, pero no lucen rescatados del baúl de los recuerdos. Lo mismo sucede con tracks como “Respirando A Veces” (El Lazo Invisible), “Amarillo (Circuit Mix)” (Kyleran) o “Isaac Aislado” (Operacional); que resisten ser equivocadamente fechados entre fines de los 90s y principios del nuevo milenio.

Varios bytes atrás escribí “...las raíces de casi todos los que meten mano en esta jornada...”. Existen, pues, las excepciones; entre las que podemos contar a “Epitafio En El Parque” (Gelatina Magma), a “Río Hablador (Revisited)” (Theremyn_4, ya ha anunciado álbum nuevo), a “Masken” (Laikamorí), a “Reflexiones Arquitectónicas” (Agfa Army) o a “Party In A Spacecraft” (Hamann, individualista muy versátil que tan pronto puede hacer de “Party...” una lección de pop cibernético como ponerse en plan doom psicodélico/space rock experimental bajo la denominación Jacko Wacko, un músico irreprochable). Pistas como éstas se barajan con las demás sin resentirse la tónica general del disco -ni las unas rejuvenecen ni las otras envejecen.

Hay un lunar en Tumi 1...: “Ein Rad Zu Drehen Ist, Was Sie Sind” de Kamila Lunae (Ich verstehe die deutsche Sprache nicht, por siaca). En un registro eminentemente electrónico, la colaboración de la ex Ensamble Santos Matta se acomoda más próxima al post rock. Desentona con el resto, claro, por su naturaleza divergente; pero posee una gran calidad testimonial: orgulloso espíritu amateur, melodía entre árida y colorida que se transfigura en pura textura y viceversa, cero vestigios de percusión, neoclasicismo desestructurado... Los cuatro minutos dispares de un dilatado trip electrónico con múltiples ventajas -y ningún punto bajo por donde se le ausculte. Laudos para todos los convocados.


De entre quienes participan en Tumi 1..., Dante Gonzáles es el único músico que figura allí por partida triple: como tal (inédita y fantástica “Destino Artificial”, tributo solapa al maestrazo Giorgio Moroder), como parte de El Hangar De Los Mecánicos (“ZYRKON 4X22”) y como miembro fundador de Sombras Del Teatro (“Minuet Sebastián”). El segundo es un trío que completan Max Salas y Alfredo Aliaga (AtomoSynth, también presente en Tumi 1...), mientras que el tercero fue una de las primeras aventuras sonoras en que se embarcó el buen “Dantrón”, antes de Casus Belli y de Inversor Demente. Dicho sea de paso, el tema de SDT es nuevo -pero su resurrección al lado de Javier Trujillo, el otro componente del dúo original, no está garantizada.

Gonzáles ha publicado hace muy poco un mini-álbum en formato cassette. Editado por Buh Records, como su predecesor Universos Paralelos (2015), Fantasías Mentales ocupa las mismas coordenadas estilísticas; incidiendo aún más en la síntesis por modulación de frecuencias (FM). Para quienes no conozcan el término, éste se refiere a la obtención de sonidos nuevos modificando artificialmente la frecuencia de una señal determinada, utilizando para ello osciladores de diversa índole. Es un procedimiento laaaaaargo, que requiere hartas dosis de esfuerzo y de paciencia, pero más efectivo que la síntesis aditiva y la substractiva. La síntesis FM se popularizó en los 80s gracias a John Chowning y a la corporación Yamaha, que compró el descubrimiento y diseñó series enteras de sus famosos sintetizadores a partir de la antedicha metodología.

El empleo de la síntesis FM en Fantasías... no es gratuito. Dante expresa aquí ese embeleso por la artificialidad del sonido que es moneda común en el disco previo. Fantasías... se construye a partir de una interacción casi dialéctica entre el pulso de tarolas electrónicas, las infaltables líneas de bajo y la prodigalidad de sintetizadores y teclados. Precisamente, estos últimos recuerdan a sus gélidos y chirriantes pares de los 80s (al promediar la mitad, la composición epónima guiña a la versión de “It’s More Fun To Compute” de Kraftwerk que aparece en el The Mix). La diferencia estriba en que el sonido sintético de Gonzáles se organiza en torno a una geométrica espiral que no se mueve en vertical (ni para arriba ni para abajo), sino en horizontal. Por lo demás, Fantasías... es electrónica con todas las cartas jugadas a la melodía en formato canción (excepto en “Estructuras”), obviamente prescindiendo de la voz. Un suculento tentempié, a la espera de la postergadísima reedición digital de Diseñar Y Construir (2001).


Termino este supino repaso discurriendo sobre otro viejo conocido. Ivo es el nuevo alias de Ives Ancieta Rojas, otrora músico perteneciente a las filas de Chip Musik con el seudónimo de Invisible Ambiente. Reinstalado en La Oroya (de donde es natural), Ives estrena chaplín con un EP que marca algunas distancias respecto de sus días como IA, pero que no quema todos los puentes tendidos hacia ese pasado. Formas Hipnóticas EP podría entenderse como una mirada documental a (¿im)posibles(?) realidades futuras: IDM/post IDM a la vez subacuático e ingrávido, de melodías a cuatro dimensiones trazadas con capacidad y firmeza -de ahí quizás ese magnetismo apenas insinuado, que seguro ganará consistencia conforme menudeen los lanzamientos.

No esconde Ivo un ventarrón muy pronunciado a lo The Future Sound Of London y su característica placidez sensorial. Al tratarse de un nuevo debut, empero, la impronta derivativa se le puede disculpar. Edita este artefacto en modalidad de descarga gratuita la netlabel mexicana Bifronte Records.


Hákim de Merv

jueves, 15 de marzo de 2018

Gozne

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de marzo del 2018.)

Si antes abarcar las obras completas de músicos hiperprolíficos como Fabio, Madelman o Carl Craig era una empresa difícilmente exitosa; hoy que sus vástagos son legión es, en la práctica, imposible. Algo equivalente ocurre con el chileno Eduardo Yáñez, quien en predios de la escena sureña ajena al mainstream dista barbaridades de ser un principiante. No podría asegurar que 1984 es el punto de partida de su trayectoria como músico, pero sí que ése es el año en que aparece el primer registro suyo del que se tienen noticias confirmadas (aunque otras fuentes apuntan a 1983). Más de tres décadas, pues, han pasado desde la aparición de la que de todas maneras debe colarse entre las referencias fundacionales para la música electrónica independiente mapocha: Radio EP.

Conforme a lo estipulado, entonces, no será ésta una revisión exhaustiva sobre el recorrido de Yáñez bajo su nom de guerre más célebre -Gozne. No terminaría nunca, y me interesa más su producción reciente, en que el camarada Eduardo da visos de haber accedido al zen que lo venía eludiendo tiempo atrás. Dejaré, por ende, que a esta crónica incompleta la guíe mi descubrimiento personal -ofreciendo, cómo no, algunas señas cronológicas para contextualizarla. Y dice así...

Lanzado como cassette, Radio EP compendia cuatro temas recorridos por un sonido industrial que ya no iza el estandarte dantesco de fines de los 70s, sino insignias mucho más caseras -el signo de los tiempos, que le dicen: recordemos que fue durante los 80s que la electrónica encontró calurosa acogida en el público masivo, donde reclutaría a quienes con el Tiempo se convirtieran en sus nuevos subversivos. El extended refleja el espíritu inquieto de quien saca la mayor ventaja posible de los aparatos con que cuenta, en una suerte de catarsis creativa y lúdica. No faltará quien afirme que, a diferencia de sus pares del Primer Mundo (O.M.D., The Future/The Human League, Ultravox, Pete Shelley), en Radio EP Yáñez no alcanza el balance entre experimentación y pop, entre maquinismo y calidez. Escuchados algunos de sus ejercicios posteriores, sospecho que nunca fue ésa la intención del autor.

A propósito, el EP ha sido colgado en junio del 2017 en el BandCamp de Heavenly Music para su descarga gratuita.


En este punto de mi relato, las sombras rodean el recuento que vengo haciendo. Metafóricamente hablando, claro: se trata de casi dos décadas en las que el músico prosiguió editando trabajos que no he podido escuchar todavía (Komunikatzion, Algún Lugar En El Tiempo, Vértigo, EPs y remixes varios). La excepción es la de sus días en Alvania, trío EBM/cyberpunk/techno industrial del que ya hablé anteriormente. En la sumilla que le dedica, la prestigiosa netlabel chilena Pueblo Nuevo indica que Gozne extendió la estela de Radio EP a lo largo de los 80s con “muchos discos experimentales” (Matine 15:30, por ejemplo), y que más adelante se reorientó hacia la E(lectronic)B(ody)M(usic); lo que coincide con el rastro dejado por Alvania.

Recién en el 2007, la info que puede consultarse en Internet me vuelve a proporcionar pistas del villalemanino. En ese año, Yáñez publica primero un EP (Vivisección) y un mini-álbum (Nomenklatura), y luego un disco largo (Mate). Del extended del ’84 queda la experimentación lúdica, y de la fugaz aventura de Alvania, la dureza del techno. Glitch, house, IDM, ambient, etc... La impresión parcializada es la de un update dramático, diríase hasta violento -y por eso es importante subrayar las evidentes lagunas de las que este texto adolece. 2008 es un calendario apenas menos ajetreado, con el artefacto de remixes La Botica (tema extraído del Nomenklatura) y el Colliguay EP.

2011 marca la salida de un nuevo larga duración, Paisajes Cotidianos, a partir del cual se sucede una seguidilla de discos con los que el porteño no sólo ha ganado vigencia en el plano internacional, sino también continuidad. Más importante aún, Gozne finalmente llega a un corpus homogéneo en su mezcolanza de sonoridades, con que podrá dar forma y color a jornadas incluso conceptuales si ése es su deseo: Paisajes Cotidianos, Transmition Machine (2013), Non Human (2014) y Fin Del Tiempo (2017) -los tres últimos editados bajo la égida de Pueblo Nuevo.

Estos cuatro títulos tienen en común la misma posología, a saber, generar abundante ornamentación sonoro-timbral. La esencia de esta metodología de creación es analógica, aunque Yáñez jamás haya renunciado a incorporar la nueva tecnología disponible y las ilimitadas posibilidades de nuevos ruidos concordantes/discordantes que ella promete. Si antes fueron los secuenciadores, las pedaleras y las drum machines; hoy son el iElectribe, el GZN Micromodular System y el Crumar DS-2 los encargados de esculpir armazones minimalistas lo suficientemente versátiles como para acoger florecientes percusiones electrónicas, palimpsestos digitales de sonidos traslúcidos y a la vez estridentes, inflexiones en caída libre de sintetizadores virtuales.


Exceptuando a Fin Del Tiempo, estos discos lucen como el resultado de una expedición triunfal de exploración a través de la intuitio mentis. En ese sentido, recuerdan mucho a Kraftwerk: la energía que convierte melodías circulares en fisiológicamente hipnóticas, las ambientaciones maquinales, las resonancias que tan pronto empujan al escucha hacia una realidad alternativa más densa como se tornan incorpóreas, la “obcecación” por la simbiosis entre lo natural y lo artificial/el carbono y el silicio/lo orgánico y lo inorgánico... Circunstancias/obsesiones todas que presiden el mágico legado de los Robots de Düsseldorf y, por extensión, los albores de la edad pop de la música electrónica.

Pero, obvio, ésta no es la música de Kraftwerk; sino la de Gozne, que se halla lejos de ser llanamente derivativa.


Fin Del Tiempo es la obra conceptual digresora en el camino de Yáñez, o al menos en los tramos que he podido oír. Desde el arte de portada y contraportada -si las ilustraciones no son de Doré, el estilo le debe mucho al del genio francés-, la idea subyacente va de especular sobre el ocaso y el destino final de la especie humana. El fin del mundo y del Tiempo, para efectos de lo que nos interesa como seres vivos dotados de conciencia. En virtud de ello, Gozne se ha inspirado en determinados versículos de la Biblia. Salvo por este concepto de fondo, que añade oscuridad ante la posibilidad de ser testigos de nuestra propia hecatombe, FDT transita el mismo sendero que sus predecesores. Lo que no hace sino corroborar la proteicidad del sonido al que Gozne arribó tras 27 años en la ruta, y que ha puesto en uso intensivo a partir de entonces.

Sea desde la síntesis de modulación de frecuencias, sea desde la manipulación de plug-ins, sea desde procesos computacionales; Yáñez se las ha ingeniado para mantener al día su característico sonido analógico. Nada mal para un músico con 34 años de periplo, que además es artista audiovisual, y encima es capaz de hacer más música con otro alias: Zacarías Malden. Pero ello ya es parte de otra historia, una que tal vez no quede igual de inconclusa que ésta.


Hákim de Merv

miércoles, 28 de febrero de 2018

Quan Desapareix La Penombra (Per Tornar Sublimada): Ayer Y Hoy De La Escena En Barcelona (III)


(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 21 de febrero del 2018.)

Siete lustros dejó caer el árbol del Tiempo desde que se estrenase Domestic Sampler UMYU (1982) hasta su relanzamiento de ley en formato digital (2017). La ocasión la celebré en estos bytes hace varias semanas atrás: no era para menos, tratándose de uno de los primeros muestrarios colectivos -sino el fundacional- de esa escena de Barcelona que entre mediados de los 70s y fines de los 80s se ganase a pulso aquello de “el lado B de la movida española” (como en el resto del mundo se conoció a la movida madrileña ochentera y vecinas). Aquella vez prometí revisar en el futuro otro disco que, editado el año pasado, hacía otro tanto y complementaba admirablemente al Domestic...

Hoy cumplo con la palabra empeñada. Acaso acicateada por el fantástico título La Ciudad Secreta: Sonidos Experimentales En La Barcelona Pre-Olímpica (1971-1991) (2013), libro y testimonial disco triple del que también hablé aquí, la discográfica Domestica Records publicó en mayo pasado Abstracte (Barcelona Avantgarde & Industrial 1981-1986). La recopilación corona un proyecto de cuatro años que, al estar centrado en un período mucho más corto que el de La Ciudad Secreta... y sumergido en el espíritu de un solo decenio, examina muy de cerca a los estetas catalanes cuya obra se difundiese en los circuitos más alejados y ajenos al mainstream durante ese mítico par de lustros.

Si histórica y justificadamente Barcelona se ha ganado el apelativo que le dispensa el libro-tríptico de Jaime Gonzalo, con mucha mayor razón se puede hablar de una “revolución secreta”, llevada a cabo por sus principales experimentadores sonoros de genealogía pop. Abstracte... echa más luces sobre esos días en que francotiradores y precursores como New Buildings, Metakrilato®, Autoplex e Idee Du Femelle; convergieron desde múltiples trincheras para dar forma a una delirante e inusitada ola contracultural de renovación del lenguaje pop. En las exactas antípodas de la accesibilidad comercial, estos grupos reflejan un sistema de pensamiento coherente que rechazó por principio toda injerencia de las majors, al haber sido fundado en el impulso libertario-creativo que debe presidir las artes -desde siempre, rasgo distintivo de las culturas que en cualquier época han emergido de la antigua Barna.

Del post punk más vanguardista (Klamm) a la electrónica más oscura (Anton Ignorant), del dark dislocado (Ultratruita) a una mezcla exótica de ¿jazz? y ¿proto-industrial? (Víctor Nubla), del synth socarrón (Autoplex) al solemne (Terminal)... Cual sea el código seleccionado, siempre ha sido éste subvertido a los dictados de la experimentación sónica -en sí misma, toda una lección estética y ética de autogestión e independencia, originalidad y economía de medios, riesgo y autenticidad. El resultado es un artefacto redondo; que, felizmente, Domestica Records ha colgado en BandCamp para su libre escucha (la edición en formato LP quedó limitada a copias que ya obran en las manos de 500 beneficiados por los hados).


También en el 2017, pero en noviembre, la label barcelonesa NØVAK encajó una sustanciosa compilación -sólo que ésta enfocada en las huestes catalanas de nuestros días, adheridas por añadidura a la estética industrial. Como se sabe, la música industrial y los sonidos equivalentes más extremos han experimentado en años recientes un resurgimiento alrededor de la metrópoli “culé”. Como ejemplo señero de esta hibridación, ahí está el catálogo de la independiente Màgia Roja, que combina el industrial pesado, la psicodelia oscura e incluso no pocos pasajes de kraut rock.

La Edad De Plomo -se pasaron con el nombrecito- está innegablemente orientada hacia la música electrónica más densa e incordiante posible. He leído por ahí alguna nota de prensa que habla de pop industrial, pero la verdad es que de pop este registro no tiene ni siquiera el tipo de letra. Sí tiene, por el contrario, mucho del angst subversivo y flamígero que aportasen al género sus exponentes preclaros: SPK, Die Krupps, Laibach, Whitehouse, Throbbing Gristle...


Percusiones apocalípticas, distorsión áspera que deja a cualquier lija como fino papel de envoltura, sintetizadores modulares abusados, temáticas sumamente perturbad(or)as, capas de sonidos reptantes, collages de pernicioso feedback... Alguien ha llamado a esto “ambient bélico”, y ciertamente puede ser el caso. Alguien más ha llamado a esto “el horror final producido por sociedades distópicas que se plantearon en principio como utópicas”, y ciertamente también puede ser el caso. De cualquier modo, nombres como D.Forma, Ferida, Escupemetralla, No Parfum, Arcos De Nepal, Dead Normal y Coágul (un viejo conocido); reverdecen los laureles del sonido industrial y ad-láteres.

Dieciocho sablazos que retoman el imaginario monstruoso de los films de terror, de las ciencias ocultas clásicas y del surrealismo; que ofrecen visiones deformes de futuros de pesadilla, que niegan los valores establecidos cualesquiera sean éstos, y que utilizan el Ruido para crear anti-suites cuya experiencia de audición sonaría poco menos que pavorosa -si no fuera porque hablamos de un género que ya tiene cuatro décadas a cuestas, y cuya irritabilidad fue superada por el noise binario de los 90s. Así y todo, otro panorámico harto recomendable, que también puede escucharse desde BandCamp al haberse agotado ya su tiraje (75 suertudos); sobre todo porque es la invitación perfecta a escuchar propuestas de similares coordenadas estilísticas y geográficas: Refectori, Abstraction, SDH, Tronald Dump...

La oportunidad está servida.


Hákim de Merv