(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 22 de octubre de 2025.)
Casi 24 meses después del señero
Dejando Todo Atrás, al cual correspondió la respectiva rodaja que recopila sus
outtakes bajo el marbete de “lados B” (‘24), entrega Nax un brevísimo extended
con el que parece intentar despegarse de la estela dejada por aquella sustantiva
jornada.
Sugar Days (EP) aparece el primero de agosto, vislumbrando
contravenciones a las peculiaridades del proyecto argentino, metamorfoseado (¿ya
definitivamente?) en unipersonal.
Estos escasos 10 minutos y monedas arrancan
de la mano de “Dino” a velocidades propias del ímpetu airado de un vital pop
adolescente. En tal sentido, podría aguantar el calificativo de “punk” la
actitud/acritud que ese intro de 58 segundos iza. Impresión sostenida por el
fortísimo contraste con el canal que entrelazado suena a renglón seguido,
“Sugar”, cover en exceso respetuoso del original que Beach Fossils incluyese en
su clásico Somersault (‘17). Aquí se produce el segundo desmarque,
porque la música de los neoyorkinos exige un delicado balance, revestido de lo
fi, entre el shoegazing y el indie. Aunque Nax bebe de ambos manantiales, en
sus trabajos anteriores siempre había sido notoria la predilección por el primero.
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La eléctrica es la columna vertebral en
“Desde Lejos”. Ello indicaría un regreso a la ortodoxia del ethereal noise, si
no fuera porque Nicolás Castello apela a multiplicarla antes que a distorsionarla,
además de copar espacios valiéndose del teclado. Precisamente por eso es que el
acabado de la pista luce baggy, cuando en realidad es una delusión que
alimentan la dosificada distorsión y los sonidos provenientes de dicho
artefacto.
Además de en el epílogo, la francófona
“Icarus” se convierte en la canción que recupera la imagen del Nax que todos/as
conocemos. El de sutiles introducciones irreales y sublimes estallidos de
volátil electricidad. El de vaporosas atmósferas sedantes, rasgadas por
glaciales ventiscas vésperas. El que se las ingenia para arropar un pop
prístino con letras forjadas en la tradición indie noventera y con ambiental
acuarelismo arrebolado y excitante. Difícil arriesgar si es un postrer guiño o
un anuncio de retorno por viejos fueros. Anna Oosting es acreditada por tercera
vez como responsable de la fotografía de portada -la primera fue en Dejando Todo Atrás (B-Sides), y la cuarta en “Tesoro”, single recién estrenado.
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A propósito de
Sangre, nuevo LP de
Sexores, se hace imperativo recordar los muchos vasos comunicantes que
existieron/existen entre el dark rock y la música etérea, corrientes ambas nacidas
a principios de los 80s. Las numerosas aristas de la conjunción bien pueden ejemplificarse
en la relación de admiración mutua entre dos íconos de estas tendencias, Robert
Smith (The Cure) y Elizabeth Fraser (Cocteau Twins), inmortalizada en el
excelente documental sobre el shoegazing
Beautiful Noise (‘14).
¿Por qué la pertinencia de esta remembranza? Porque
en Sangre se ha concretado una de-evolución. En retrospectiva, empezó
Sexores a dar señales de ésta con East / West (‘18). No muy claros y/o
abundantes al principio, esos indicios fueron menudeando a partir de Salamanca
(‘20), y se hicieron evidentes en Mar Del Sur (‘23), reentré tras más de
dos años de separación. Si bien la obra de Emilia Bahamonde y David Yepes nunca
ha disimulado su naturaleza dual, ésta prefería las más de las oportunidades el
justo medio. Cuando no, tal circunstancia dio lugar a un período de estética
shoegazer -entre Historias De Frío (‘14) e East / West- que devino
en su momento de mayor renombre.
De una parte, el baggy, el pop, el dark
sublimado. De la otra, el downtempo, la electrónica, el electropop. Dos caras
de una misma sociedad, conteniendo la una a la otra. ¿Ocurre lo propio en Sangre?
Sí. No obstante, la intersección de los lados podría generar más de una
polémica. Uno de ellos es el darkwave -no el dark de Joy Division o el de And
Also The Trees, no el de Christian Death o el de X-Mal Deutschland. El otro lado
sigue ocupado por la electrónica, sólo que ahora ya no como contraparte del
anterior, sino al servicio de éste.

El resultado es un output del cual lo menos
que puede decirse es que es asaz retro -de ahí lo de “de-evolución”. Emitir un
juicio de valor al respecto ya depende de cada quien. A mí no me molesta en
absoluto, porque me gusta escuchar de todo -excepto metal y rockabilly-, mas no
faltarán las voces que han de lamentarse por este “retroceso”, e incluso
hablarán de “involución”. El sonido hegemónico en Sangre es, pues, el
del darkwave. Uno oscuro, de bases electrónicas lo bastante acendradas como
para volver la mirada hacia los viejos y sombríos 80s, y no lo suficientemente
densas como para quedarle vedadas las pistas de baile. De hecho, es todo lo
contrario: tracks como “Dark End”, la apertura “Sangre”, las aproximaciones new
beat de “Nightbreed”, “His Love Is An Instrument From Hell” e incluso
“Religiones Menores” funcionan perfectamente para sacarle lustre al suelo. Cinco
de ocho.
Con el resto del esférico sucede algo
ligeramente distinto. Mientras se reproduce “Tutayashka”, no puedo evitar
acordarme de “When Mama Was Moth”, inicio de Head Over Heels, justamente
el disco con que Cocteau Twins iniciaba su transición de las profundidades de Garlands
(1982) a las viñetas fulgentes de Treasure (1984). Al hilo, “Ánimas”
propone una relectura pop del primer Xymox. En las antípodas de la
indisposición, sus sedosas ondulaciones cuajan en un surco de escucha muy
agradable. Y “Niebla”, el corte final y de más extensa duración, bascula entre
el dark y el dream pop derrochando harta melodiosidad, siempre envainada ésta en
un funda lúgubre.
No dudo de que habrá gente que se
decepcionará de Sexores al escuchar Sangre, y en adelante le tendrá en
menos, abrazándose así a sus prejuicios. No es mi caso. A fin de cuentas, la
placa tiene buenas canciones y recrea sublimada pero también hábilmente las
músicas que daban la hora en los circuitos independientes de hace cuarenta
años. Me basta con eso. Venga del género que venga (salvo que sea del metal o
del rockabilly), una melodía esmeradamente elaborada siempre será bien recibida
por este par de oídos.
Hákim de Merv