viernes, 9 de junio de 2017

Blind Dancers: Parallel Time EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de octubre del 2014.)

FLASHBACK 1: MÁS DE TRES LUSTROS (17 AÑOS, PARA SER EXACTOS)

Si no me equivoco, fue durante mi segundo año en DeCajón.com que, gracias a Toño Zelada (Resplandor); conocí al argentino Jorge Gobbi. Primero a través del correo electrónico, y luego en persona (allá por marzo del 2002). La relación se hizo tan fluida, que le pasé el contacto a Percy Pezúa, editor de la legendaria Caleta, con quien el che también se entendió a la perfección. Al tiempo, Toño me prestó un ejemplar de la revista en que Gobbi escribía, Users MP3, con un CD de varias carpetas llenas de ese tipo de archivos -entre las cuales figuraba una dedicada al rock peruano de esas fechas. En la revista, se había pauteado un texto de Jorge a propósito de esa inclusión, que arrancaba citando a Pezúa y su rollo sobre el “síndrome del ochentero”: Percy apuntaba a aquellos que, habiendo nacido demasiado tarde para vivir esos calendarios, y que por lo tanto andaban más pegados a la teta que a la radio; formaban grupos calcando el sonido de esa década. Razón no le faltaba: ¿cómo se puede sentir nostalgia por una época que no se ha vivido?

FLASHBACK 2: 28 ALMANAQUES/O CÓMO SE NECESITAN MÁS EXPLICACIONES MIENTRAS MÁS SE RETROCEDE (GUARDA AHÍ, EL EFECTO “TÍO” ATACA DE NUEVO)


Como muchos de mi generación, no alcancé a ver a Indochine cuando se produjo el milagro de su presentación (1988) en el Coliseo Amauta -hoy, un potrero luce mejor conservado, dicho sea de paso-. Pero sí tenía entonces edad suficiente como para explorar la FM local. Recuerdo que 1989 fue la última ocasión en que La Más Más de Panamericana Radio se realizó en el Amauta: en adelante, el recuento anual que hacía la estación abandonaría definitivamente el formato de evento, para hacerse sólo a través de las ondas hertzianas. Con el correr de los años, lo que alguna vez fue una emisora decente, que propagaba rock & pop; abrazaría la pacharaca música tropical-andina que hoy la identifica -con la connivencia de algunos DJs que sobreviven desde los 80s (que la maldición de Eloy Quispe caiga sobre todos ellos).

Uno de los últimos recuerdos gratos que me dejó Panamericana, antes de olvidarme de la pusilánime FM peruana para dirigir mi atención hacia los cassettes y -en mucha menor medida- los LPs, fue el espacio Panamericana Retro. Lo agarré hacia el final, antes de que lo cogiera Michael Espíritu y lo transformase en “Los Dinosaurios”. En ambos espacios, el programador era toda una institución: el señor Elmer La Madrid. De esas fechas, creo, me viene el “síndrome del ochentero” -no la variedad descrita por Percy, sino una que afecta de modo distinto a los que sí logramos vivir algo de aquella década maravillosa. Ambos programas iban los domingos por la tarde/noche, cuando el sol y la semana mueren -y, como sus nombres lo indican, ponían cosas que ya entonces se consideraban “clásicos” radiales, acorde con el día y la hora. Tres ejemplos al azar: “I Wanna Know What Love Is” de Foreigner, “All Of My Love” de Led Zeppelin, “Lady In Red” de Chris De Burgh. Supongo que de hecho jugó su papel el momento de la semana en que se emitían. El caso es que canciones de este tipo, sobre todo un domingo por la tarde/noche, me ponen de veras al borde...


DE VUELTA AL PRESENTE

Hace tres años, pasé por una etapa en que me sentí solo. Muy solo. No la soledad que comporta no estar con alguien (así que ahórrense la insípida criollada de “que se consiga una hembrita, hue’on”), sino aquella referida a defender ideales y convicciones insulares. Con varios amigos no nos veíamos desde hacía meses, y eso de todas maneras afecta. Quiero mucho a mi familia, obviamente, pero son más receptores que interlocutores. Y aunque siempre trato de discutir temas verdaderamente importantes con la persona con la que vivo, llenos de aristas y matices; la gran brecha generacional impide que sea lo mismo. No hay modo. Así que, durante unos días, la pasé en un hoyo negrísimo.

SÍNTESIS SANADORA

Pensaba en todo esto una noche de domingo -sí, justo domingo- mientras proseguía mi lectura de New Wave & Post Punk: De Depeche Mode A Franz Ferdinand (2008), libro al que he tenido acceso gracias a mi querido amigo Jaime Alfaro​, y sonaba en mi equipo el EP debut de Blind Dancers​ por enésima vez. De entrada no estoy de acuerdo con la teoría inicial del libro, que afirma que el post punk arria la bandera en 1984 y que, durante el resto de la década, los grupos sucedáneos devalúan su legado como si fuese un castillo de arena frente a la marea creciente. Se trata más del proceso (ejem) “dialéctico” inherente a la música rock, según el cual toda innovación underground o vanguardia es asimilada/canibalizada por la corriente pop...


...pero vaya que sí me ha golpeado duro el extended de Blind Dancers. “Landscapes” no se decide a revelar la faz que al menos en esta breve jornada exhibe el proyecto de Lu Falen (miembro de Theremyn_4​). Quizá atendiendo a su cariz es que por ahí he leído que le han definido como “indietrónica”. Es posible, pero los temas sucesivos no dejan lugar a dudas. El tema epónimo de esta entrega, “Parallel Time”, rasga el tejido del continuum espacio-tiempo y te deja en 1985 o 1986. La asociación con los O.M.D. del inmortal single “If You Leave” es espontánea, tanto como la conexión con la película que marca el punto más alto en la carrera del gran John Hughes​, el Filósofo de la Adolescencia -Pretty In Pink​ (1986, a pesar de que Hughes sólo produce, no dirige). Lo extraño es que Blind Dancers es un proyecto de reciente data: a Lu Falen lo alucino entre sus 20s y sus 30s, en vez de un vejancón que ya frisa los 40s. No debe haber vivido esa fantástica época y, por ende, seguro padece el “síndrome del ochentero” del que rajaba Percy Pezúa. Sea o no el caso, Blind Dancers se las arregla para hundir el dedo en la llaga de quienes sí “estuvimos allí”. El feeling del esférico es tan intenso, o al menos así me lo parece debido a la adictiva filia que me causan los 80s, que me abstengo de todo intento “objetivo” por reseñar el EP. Es que es mazazo tras mazazo. Ni bien dejo de soñar despierto con Molly Ringwald​ o Ally Sheedy​, suenan “Today Is Tomorrow” y sus guiños varios a los Tears For Fears​ más inspirados (los de “Change” o “Shout”, claro) -amén de ese monumental guiñazo a Groundhog Day (1993). La luminosa “Fingers” señala el fin de este viaje en el Tiempo, al que hay que agradecerle su cortedad: no puedo decir que hubiera aguantado un disco completo de BD sin salir corriendo tras Marty McFly. Tampoco sé si son éstas las coordenadas definitivas que adoptará Blind Dancers. Mi cerebro me dice que no, pero mi corazón espera que sí -y, como suele pasar, ya se declararon la guerra otra vez.

COLOFÓN

Mi amiga Cecilia Medo​ me dijo una vez que los 80s son para nosotros, los que alcanzamos a vivirlos en mayor o menor grado, lo que los 60s para las generaciones que disfrutaron de esa era auroral. Triste consuelo ya rebasados los 40s: si, como presumo, el Destino me condena a una larga vida, cuando nos hayamos ido, yo y mis coetáneos, y todos los que alcanzaron a nacer hasta 1978; habrán desaparecido los últimos testigos de una década como hasta ahora no ha existido otra -testigos en cuyos rostros se refleja esa luz que (mientras vivamos) nunca se apagará.

“Numenoreanos”, leí en alguna parte, con cacha y caché. Adopto la inteligente chapa con atrevimiento: por supuesto, hay gente que vivió los 80s y que reniega de ellos. Felizmente, Tolkien habla de numenoreanos “renegados”. Touché.

CODA: Cómprate el EP de Blind Dancers antes que bajártelo, ya que tiene canciones entrelazadas. No vale la pena afrontar una experiencia tal aguantando los baches que por defecto inserta el formato MP3 entre tema y tema.


Hákim de Merv

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